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Internacional / Fútbol

Anderlecht, nacido para triunfar

por el 8 febrero, 2015 • 17:59

 

Resulta curioso que el único equipo de fútbol que la ciudad de Bruselas, capital de Bélgica, tiene en la élite sea el RSC Anderlecht. Pese a ser la ciudad más poblada del país, el centro neurálgico del mismo, el nexo de unión entre flamencos y valones, en el deporte más seguido por los belgas tienen que recurrir al periférico barrio de Anderlecht para encontrarse con representación en la Jupiler Pro League. Allí encontramos al equipo más glorioso del país, al equipo que lo ha ganado todo, al Royal Sporting Club Anderlecht. Busqué con ahínco el Café Concordia en mi visita a Bruselas, el lugar donde, en 1908, 17 hombres decidieron fundar el Anderlecht. Pero no lo encontré. Esta cuadrilla, encabezada por Charles Roos, primer presidente del RSCA, financió y participó del primer partido del Anderlecht: 11-8 ante el Instituto Católico Saint-Georges. El 27 de mayo de 1908 se fundó de forma oficial el club, pagando la cuota trimestral que correspondía a tres francos belgas y que se exigía para su creación. Eligieron el purpura y blanco como colores oficiales debido que esos eran los colores de las flores del carro de la princesa Isabel, que sería reina a partir de 1909. La tercera reina que tenían los belgas en toda su historia, una historia con no muchos capítulos si nos ceñimos a Bélgica como Estado. Pero bueno, no estamos aquí para hablar de política, volvamos al fútbol.

La vida del Anderlecht empezó próspera y con un rápido crecimiento, pues fue inscrito en el órgano deportivo que posteriormente acabaría siendo la actual Federación Belga de Fútbol, y tras una serie de temporadas en categorías regionales, pasó a jugar en competición nacional. Además, había tenido, por primera vez desde su fundación, beneficios económicos al final del curso: 700 francos belgas para ser más exactos. Sin embargo, la I Guerra Mundial irrumpió con fuerza y todo se paralizó. Más de una treintena de hombres que pertenecían al club fueron enviados a combatir al frente, 15 perdieron la vida durante el conflicto. Obviamente, durante una contienda de semejantes dimensiones como lo fue aquella, y en un territorio tan cercano al epicentro del conflicto como lo fue Bélgica, no podía disputarse ninguna competición deportiva de manera oficial. Sin embargo, en la clandestinidad, el Anderlecht seguía jugando, y cuando en 1919 volvió la competición nacional de manera oficial con el consentimiento de la federación, el Anderlecht había reunido un par de grandes talentos para reflotar al equipo tras las bajas causadas por la guerra. En 1921, el Anderlecht ascendió a la división de honor, lo que sería hoy en día la Jupiler Pro League, la primera división del fútbol belga. Fue entonces cuando su primera estrella relució como nunca ningún jugador lo había hecho en aquel barrio del suroeste de Bruselas.

Había nacido en el mismo barrio y tenía 16 años cuando el club malva recurrió a él. Se llamaba Ferdinand Eloy Adams, o Cassis, como le apodaban los hinchas del Anderlecht. Un apodo que mezclaba el término propio del barrio de Anderlecht, cas, que significaba algo similar a objetivo, haciendo referencia a su habilidad goleadora; y el apodo familiar, Ciske. En sus 15 temporadas como jugador del Anderlecht anotó más de 230 goles en más de 280 partidos. Fue el primer gran jugador del Royal Sporting Club Anderlecht. Junto a él, aparecería también el talentoso guardameta Jean Caudron, el primer gran portero de la fenomenal cantera de arqueros belgas.

Pese a ello, el Anderlecht era un equipo ascensor en toda regla. Demasiado irregular para aspirar a grandes cosas, eso se lo dejaban a otros. Equipos como el Saint Gilloise o el Beerschot reinaban en Bélgica, equipos que no hace mucho fueron víctimas de la crueldad del dinero y fueron relegados a divisiones regionales buscando ahora el retorno a la élite. La dictadura del Anderlecht empezaría años más tarde, pero aún demasiado irregular. Demasiado hasta que llegó la inversión financiera desde fuera del club. Pagó 100.000 francos belgas en 1942 por la transferencia de Jef Mermans, que llegaba desde el Tubantia Borgerhout. Dos años después se proclamó máximo goleador del campeonato e hizo subcampeón al Anderlecht en 1944. En la temporada siguiente, el Anderlecht lideró la tabla hasta que, por la II Guerra Mundial, se volvió a interrumpir el fútbol en Bélgica. Fue en 1947 cuando, por primera vez, el Anderlecht se proclamó campeón de la liga belga. La liga de los récords, como diría aquel, ya que el equipo que entrenaba Geroges Périno, un desconocido entrenador francés, ganó batiendo todos los precedentes históricos. Pese a ganar el título, le devolvió el relevo al irlandés Ernest Smith, que había vuelto a su país durante la guerra, y este le dio dos nuevos títulos de liga desde el banquillo al Anderlecht. Bélgica tenía un nuevo gran equipo.

Y llegaron los años 50, años en los que el Anderlecht empezó a ver la luz que llegaba desde el extranjero. Y nunca mejor dicho. Por primera vez contó con iluminación en el estadio. Fue en un amistoso contra los argentinos de Racing. Y por primera vez viajó al extranjero para disputar un encuentro: jugó dos amistosos en la Unión Soviética y en el Congo. Además, disputó por primera vez en su historia un partido de Copa de Europa. El rival fue el Vörös Lobogo SE húngaro en 1955. Pero por entonces los equipos belgas no estaban aún equipados para jugar contra las grandes potencias europeas. Un año después de su debut cosechó aquel histórico 10-0 encajado en Old Trafford ante el Manchester United. En 1958, el Standard de Lieja ganó su primer título y nació una rivalidad histórica. Pocos meses después, lo que nacería fue una estrella que se convertiría en un ídolo del barrio malva: Paul Van Himst debutó con tan solo 16 años de edad. Un par de temporadas después de que Jef Mermans dejara el Anderlecht, con la escandalosa cifra de 345 goles marcados, él estaba llamado a suplirlo.

 

En los 60 llegó un Pierre Sinibaldi que intentó adaptar el juego de la selección brasileña que había ganado los Mundiales de 1958 y 1962 al Anderlecht. Y tuvo bastante éxito en su empresa. Ganó cuatro de las siguientes cinco ligas y en 1965 alzaron por primera vez la copa de Bélgica. Pero la gran diferencia con los años anteriores fue la suerte en Europa. Cambió. Sinibaldi llevó al Anderlecht hasta cuartos de final en 1962, ganando al Real Madrid con un gol de Jurion, o Mister Europa, como quieran llamarlo, y cayendo en la ronda antes mencionada ante el Dundee FC. Unos años más tarde, el club decidió prescindir de Sinibaldi, pero viendo que las cosas sin él no terminaban de funcionar, lo trajeron de vuelta en 1968, cuando ya tenía 60 años. Fue entonces cuando el Anderlecht, en la temporada 1969/70, alcanzó su primera final europea. Fue en la Copa de Ferias, donde eliminó al Newcastle United y al Inter de Milán, con una remontada gloriosa en la ciudad italiana, para acabar llegando a una final que perdería por un solo gol en la vuelta ante el Arsenal. Fue en Londres, donde dos goles de Radford y Sammels en apenas dos minutos le dieron el título al equipo inglés. Aquella derrota cambió la historia del Anderlecht.

Constant Vanden Stock no fue importante en el Anderlecht por su papel en el club como jugador, ni mucho menos. Él cambio el club desde los despachos. Un año después de perder aquella final en Londres, habiendo colgado ya las botas, Vanden Stock accedió al cargo de presidente del RSC Anderlecht. Él estaba decidido a convertir al Anderlecht en uno de los clubes más potentes del mundo y para ello fichó al holandés Rob Rensenbrink, que llegó desde el Brujas, y, al no acceder Sinibaldi a jugar con un 4-2-4 como quería él, optó por cambiar de entrenador y traer al alemán Georg Kessler que, sin embargo, duró muy poco en el club debido a que sus métodos, demasiado duros según los jugadores, no encajaban en la mentalidad del nuevo presidente.

Fue en 1976 cuando a los mandos del excéntrico técnico neerlandés Hans Croon el equipo malva cosechó por primera en su historia vez un título europeo. Un 4 de mayo en el que Heysel se llenó hasta la bandera. El West Ham había llegado a Bruselas tras pasar agónicamente ante el Eintracht de Frankfurt, mientras que los belgas lo habían hecho de forma plácida. La gente estaba confiada en Bruselas, jugaban en casa y aspiraban a escribir su nombre por primera vez en la historia, nada podía fallar. Pero se adelantaron los londinenses con gol de Holland. Sin embargo, ahí estaba Rensenbrink para, con una tranquilidad pasmosa, empatar el partido justo antes del descanso. Sería un jovencísimo Vander Elst quien certificaría la remontada ya en la segunda parte con un gol maravilloso, un recorte en carrera que solo pocos podrían firmar. No se rindió el West Ham y empató. Cuatro minutos les duró en su mente la idea de poder acabar ganando esa final, pues se repetirían protagonistas y en el mismo orden. Rensenbrink transformó un penalti que él mismo había provocado y Vander Elst puso la puntilla al final con otra obra de arte. El Anderlecht era campeón de la Recopa de Europa, el sueño de Constant Vanden Stock empezaba a verse realizado.

Y llegó Raymond Goethals, el hombre que cambió el fútbol belga, uno de los mejores entrenadores de la historia del fútbol mundial. Con un histórico 4-1 sobre el Bayern Múnich de Franz Beckenbauer ganó unos meses después la Supercopa de Europa y alcanzó la final de la Copa de Europa ante el Hamburgo, aunque acabó cayendo por un 2-0 que llegó en los minutos finales tras la expulsión de Van den Daele. Sin embargo, el Anderlecht estaba en su edad de oro y en la siguiente temporada volvió a alcanzar la final de una competición europea, de nuevo la Recopa, y esta vez ante el Austria de Viena en el Parque de los Príncipes de París. El Anderlecht venía de vengarse en las rondas previas del Hamburgo y de arrollar al Oporto y al Nápoles, y no sería diferente ante los austriacos. En apenas 45 minutos, dos goles de Rensenbrink y uno de Van Binst sentenciaron una final que acabaría con un contundente 4-0. Volvió a ganar la Supercopa de Europa, esta vez ante el Liverpool de Kenny Dalglish y con un glorioso gol de Vander Elst en Anfield que les acabó dando la victoria en un 4-3 global. Se acababa así la etapa más gloriosa del Anderlecht en competiciones europeas y también la etapa de Goethals. Un Anderlecht que había sucumbido ante el Brujas de Ernst Happel en la liga nacional, pero que se había elevado a la cima europea con jugadores como Vander Elst, Vercauteren o Rensenbrink.

Con el Constant Vanden Stock Stadium llegó al banquillo el croata Tomislav Ivic, que acabó con los iconos de los años anteriores que aún quedaban en el vestuario, jugadores como Vander Elst o Rensenbrink, y optó por savia nueva. Tras un año en blanco, el Anderlecht ganó la liga y volvió a una Copa de Europa que llevaba sin pisar desde 1975. Con el técnico croata alcanzó una semifinal de Copa de Europa, en 1982, que perdió por la mínima ante un Aston Villa que acabaría siendo campeón. Poco después Ivic fue reemplazado por un mito viviente de la casa, Paul van Himst. Él los conduciría hasta dos finales de Copa de la UEFA. Ganó la primera ante el Benfica por un global de 2-1. El tanto malva que en Da Luz, ante 80.000 personas, lo marcó un español. Sí, fue Juan Lozano, un español que había emigrado de niño a Bélgica junto a sus padres. Un mediocentro que tras triunfar en el Anderlecht marcando este histórico gol en Lisboa fue fichado por el Real Madrid. Un año después, el Anderlecht de Van Himst cayó ante el Tottenham en la tanda de penaltis con un imberbe Enzo Scifo entre los titulares.

 

Y entonces comenzó el declive, un declive que fue común a todo el fútbol belga. Se marcharon las estrellas para paliar los problemas económicos del club y un jovencísimo George Leekens se hizo con el cargo de entrenador. El fútbol belga vio la luz en Mechelen, donde la inversión de Cordier llevó al club a lo más alto en Europa, y Vanden Stock encolerizó. Pagó 95 millones de francos belgas para traerse a Degryse desde el Brujas y fue fichando, una por una, a todas las estrellas del Mechelen. Además, trajo al entrenador Aad de Mos a Bruselas. Con él se alcanzó en 1990 la última gran cita europea del Anderlecht. Fue en Gotemburgo y el rival fue la Sampdoria. Fue la última gran cita, pero no el último gran título, pues dos goles de Vialli en la prórroga le dieron el título a los italianos. El Anderlecht había dejado de ser un grande de Europa, había dejado de serlo para siempre.

De 1990 a 1995, el Anderlecht cosechó cuatro títulos ligueros, pero en la nueva Champions League no llegaba siquiera a competir. Constant Vanden Stock relegó su cargo en su hijo Roger y entonces se destapó el hecho más oscuro de la historia del Anderlecht. Salió a la luz que en la semifinal de la Copa de la UEFA de 1984, contra el Nottingham Forest, Constant sobornó con más de un millón de francos belgas al árbitro español Emilio Guruceta Muro. Ese año el Anderlecht resultó campeón de aquella competición. La sanción fue un año sin participar en competiciones europeas y una mancha imposible de borrar.

Con el nuevo siglo llegó la aparición de antiguos mitos futbolísticos en los banquillos. Fue el caso de Vercauteren, que le dio dos ligas a un Anderlecht donde Vincent Kompany había vuelto a traer una esperanza que se fue con él a Hamburgo. Los años de sequía que seguirían fueron paliados tres temporadas después por Ariël Jacobs. Hoy en día, con una plantilla joven y rebosante de talento, el Anderlecht lucha por volver a ser grande en el fútbol europeo, una misión que se antoja imposible, comandado por el albanés Besnik Hasi, un hombre de la casa al que por fin se le han confiado los mandos de la nave.

* Irati Prat.




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