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Siempre les quedará la historia

por el 10 abril, 2013 • 4:17

1.- “Pensar es moverse en el infinito”, decía Lacordaire en paralelo a lo que Guardiola explica sobre la imaginación de lo que va a suceder en el campo. Pensaba, imaginaba y proyectaba sus jugadores en su partido imaginario. Trabajando sobre el infinito, sobre lo irreal con valor de futuro. Pero pasaba. Es el proceso, intuyo, de cada entrenador. Pellegrini diseñó un plan de acción que los llevaría a competir hasta la historia. El camino dice que, con ligeros matices que involucran el talento del rival, funcionó.

2.- Los resultados no dan ni quitan razones. Se sufren o disfrutan y se aprende del camino realizado. Klopp buscó fórmulas para someter al Málaga acercando a la base a Gündogan, llevándole a Sahin a su lado e incluso utilizando a Santana en versión Alexanco. Ningún argumento fue válido. Nada le dio la razón. Simplemente dos balones al área sin trascendencia real se convirtieron en un fallo en cadena que acabó con dos goles. En el momento más cruel. Con el billete y la sonrisa. El resultado fue la historia, porque solo los que caen se citan con el cariño.

3.- Los planteamientos iniciales dijeron algo muy claro. Las cartas puestas sobre el tapete y a jugar. Jugar. Ganar. Pero sin saltarse el guión. Klopp ya sabía que una sonrisa de Isco le podía costar la eliminatoria. Sus recepciones en la banda son más previsibles y sufrió durante el inicio, pero se recompuso y apareció. Pellegrini propone rigor táctico. 4-2-2-2 con Duda abierto a la derecha para lanzar hacia dentro y pausar. Menos ritmo, más Málaga. Menos Dortmund. Joaquín volvió a la punta junto a Baptista, quien estaba para pelear y amenazar. El plan a nivel defensivo era claro: minimizar espacios interiores para Reus, Götze y Lewandowski y cerrar a Gündogan.

4.- Y el Dortmund se estrella. No encuentra a su iniciador y tiene que saltar peldaños en la jugada. Balón aéreo, balón muy vertical o salida muy, muy abierta. La caída de Toulalan o Camacho a los costados ayudaba a defender en superioridad. El Málaga se sentía en el partido. Cero errores, todo orden y rival neutralizado. Pero el Dortmund no caía en la trampa. Santana y Subotic se pasaban el balón sin trascendencia, esperando la salida del Málaga con Joaquín y Baptista cerrando ese primer pase. El ritmo y el tiempo corrían a favor del menos rítmico, el Málaga.

5.- En la primera parte no pasan cosas hasta que Isco así lo decide. Como en cada partido, avista el centro y empuja a Joaquín. Primero hacia la izquierda –aunque después fue Duda quien visitó su banda natural–. Se unió el trío determinante del Málaga y nació el primer gol. Regate de Joaquín y disparo. Control y pase, dejada, recorte y gol. Pim, pam, pum. Te espero y te golpeo. El partido era del Málaga. El Dortmund se veía neutralizado, no podía correr y no podía iniciar. Aunque Isco le abrió la puerta a la superioridad contra Antunes. Klopp olió sangre y quiso producir. Hasta que llegó el empate tras el superlativo gesto técnico de Reus. Inferioridad en salida del Málaga. Pérdida. Gol.

6.- El partido fue un espectáculo en su tremenda competitividad, en la batalla táctica y en el desenlace. Pese a lo cruel. Los dos equipos movieron sus fichas para producir sin excederse en riesgos. Gámez no se proyectó en banda, nunca fijó como extremo; Antunes apareció muy medido; Toulalan y Camacho no se soltaron nunca; Gündogan no pudo llegar y Pisczeck-Schmelzer se contuvieron sin saltar. Klopp acepta la tortuga de Pellegrini y acepta ritmo y camino. “Jugamos por dentro”. Allí, Demichelis se impone en su perfil izquierdo. Cierra hacia dentro y gana en todo: corrección, posición y salto. Partido controlado. El Málaga crecía en sentido inverso al ritmo.

7.-  Y llegó el momento. Isco apareció con ventaja para eliminar tres rivales con una pared. Probablemente, el jugador más talentoso de la eliminatoria. A ratos, difuminado por la insistencia de Pellegrini en priorizar lo colectivo. Pero sonrió. Y miró a la Sudtribune. La gigantesca afición de Dortmund asistía a su alianza definitiva con la Champions. Su idilio, su pasión. La guió y espetó: “Aquí estoy. Otra vez más. Para llevar los sueños a la eternidad”. Pero el de Arroyo de la Miel no sabía que los sueños se vuelven pesadillas. O que la eternidad guarda un hueco también para los perdedores.

8.- El tiempo corre y en el partido sigue sin pasar nada más que el tiempo y el resultado. Klopp mueve ficha: Sahin y Schieber. Doble punta en el Dortmund, Lewandowski flotando y Sahin-Gundogan para iniciar, ya sin la presión posicional del Málaga a la altura del centro del campo. Fallo importante, evidenciado posteriormente por la presencia de los dos jugadores de origen turco en tres cuartos de campo: ceder los metros de la base de la jugada. Los de la capital renana salían con el balón limpio, fluían y comenzaron a creer. Götze amenazó. Reus amenazó. Gritó. Pero emergió Willy Caballero. De la nada, un pie y una mano para soñar. La sensación de impotencia del Dortmund. La fe del Málaga. Y un portero con áurea de noches eternas.

9.- Pellegrini introduce a Santa Cruz para ayudar al balón parado y gestionar los balones de espaldas. Se anticipa a Klopp, que introduce a Hummels y empuja a Santana a la delantera. No hay tiempo, solo urgencia. Así, balones en globo y a rezar. Ambos. El Málaga no contiene al central brasileño pero achica agua para eliminar todo rechazo que se acerque a la frontal. Así hasta el minuto 91. El avión de vuelta. El sorteo del viernes. Tres colosos y el Málaga. Pero no.

y 10.- Pensar. Argumentar. Merecer. Ganar. Perder. La vida, como el fútbol, son momentos. Pequeños detalles o pequeñas decisiones alteran el orden. El Málaga se gana el derecho a vivir con la historia a cuestas. Con su deuda. Como la del deporte a Pellegrini. Y el Dortmund, el derecho a jugar las semifinales. Se levantó la selección española de la tragedia coreana, se levantó el Getafe de su gesta contra el Bayern, lo hizo el Alavés de su UEFA. Como el propio Bayern de una final de Champions. Todos lo hicieron y dejaron su nombre su orgullo sobre el olimpo de las victorias. Porque a la derrota, como la de ayer del Málaga, siempre le quedará la historia.

* Fran Alameda es periodista.


– Fotos: Martin Meissner (AP) – Captura de la retransmisión de Canal+ Liga de Campeones (Esteban Carrasco Rubio) – EFE




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