Transición hacia un nuevo modelo de juego

por NICOLAS GALLIARI el 6 abril, 2015 • 13:18

La diversidad de procesos ha caracterizado las dos últimas décadas en el seleccionado argentino. No ha existido una línea continuista en cuanto a idea de juego y ya lleva 22 años sin conseguir un título. Se han sucedido los entrenadores que intentaron imponer sus formas, aunque solo Alejandro Sabella pudo lograrlo con creces. Actualmente, luego de alcanzar una final mundialista tras mucho tiempo, el equipo ha vuelto a cambiar el rumbo.

Argentina llegó a Brasil sin un funcionamiento colectivo que lo depositara entre los candidatos a jugar el partido cumbre. Solo la jerarquía de sus hombres ofensivos, quienes a fin de cuentas no estuvieron en su mejor forma, podía ser un síntoma previamente. Pero el director técnico hizo que todos sus futbolistas persiguieran una idea en común y se brindasen al máximo por el colectivo. El compromiso de cada uno fue elemental para el subcampeonato alcanzado.

De cualquier manera, el cuerpo técnico decidió dar un paso al costado. Sabella adujo que no disfrutaba siendo el técnico de la selección. Cerró el grupo en su momento y, para casi la totalidad de las citas, convocó a los mismos jugadores. Así logró la unidad del grupo. El conjunto pasó de sufrir en transiciones defensivas a recibir cuatro goles en el mundial –tan solo uno de octavos de final en adelante, el marcado por Götze en la prórroga de la final–.

El ideario de Gerardo Martino está compuesto por otras formas de entender el juego. Desde su asunción, Argentina desea más el balón; ha pasado de ser un conjunto que intentaba dañar en los espacios a otro que elabora con paciencia y se organiza alrededor de la posesión. Aún se encuentra en plena automatización de los desplazamientos colectivos que el entrenador desea, ya que el cambio vuelve a ser brusco y las ideas de un proceso y otro son antagónicas.

Después del mundial, el combinado albiceleste ha jugado siete amistosos en los que ha podido verse la modificación del funcionamiento. En una entrevista al diario argentino La Nación, el Tata hizo referencia a que la ambición es lograr una mixtura entre lo conseguido con dos de sus anteriores escuadras: “Si pudiera hacer una síntesis entre la presión de la selección de Paraguay y el juego de Newell’s, sería el ideal”. El rosarino está convencido de poder desarrollar algo similar a lo realizado con el equipo argentino, aquel paso previo a recalar en Barcelona.

En ese contexto, Argentina ha expuesto dificultades en algunos partidos para generar ventajas desde su salida de balón. Tanto en el partido ante Croacia como frente a Portugal, le ha costado encontrar a los interiores para progresar y asentarse en campo rival. De esa manera, la lentitud para elaborar fue constante y no pudo desorganizar a su adversario. Terminó siendo un conjunto incapaz de crear espacios. Sin líneas de pase que le permitan trascender, los envíos en diagonal de Mascherano (balones largos que muchas veces lanza en la liga) terminan partiendo al equipo si no se impone en la segunda jugada.

Las cualidades de organización han ido mejorando con el paso de los partidos. En diversos encuentros donde el rival entregó la iniciativa, la selección argentina ha logrado desplegarse y llevar la pelota con precisión hasta tres cuartos del terreno. Pero allí careció de creatividad para romper el entramado defensivo propuesto por el rival. En este aspecto, juega un papel más que importante la involución en su juego que sufre Di María desde la Copa del Mundo. El actual jugador del Manchester United parece empecinado en correr y está muy desacertado en la toma de decisiones.

Tal vez el último partido jugado por Argentina, ante Ecuador, haya manifestado las mejores virtudes del equipo. Tras un primer tiempo en el que sufrió por la determinación del rival de robar muy arriba, el equipo disputó una segunda etapa en la que mostró el mejor nivel desde que llegó Martino. Nunca dejó construir a los dirigidos por Gustavo Quinteros y recuperó (rápidamente) siempre en campo rival. Luego, se juntó de forma correcta con el esférico, más allá de que otra vez le faltara un último pase de calidad.

La presión alta es otro signo argentino desde septiembre del pasado año. Lucas Biglia, de gran rendimiento después de que Sabella lo hiciera ingresar por Gago en Brasil 2014, continúa siendo fundamental. Es quien determina la altura de la presión, jugando unos metros por delante de Mascherano. Tan importante es el lugar que ha adquirido el mediocampista de Lazio por su comprensión del juego que es hoy el mejor ladero del hombre del Barcelona. Siendo un mediocampista de control, el entrenador lo cuenta para sacar el balón en función de interior.

Con respecto a los ocupantes de las demarcaciones por dentro, el técnico no ha quedado conforme con la verticalidad que le imprimió Di María a los ataques por esa zona. Pastore jugó allí y es un jugador con amplia capacidad para recibir entre líneas. Es muy probable que, en un futuro y de cara a la Copa América de Chile, Martino coloque a dos volantes que den continuidad al juego interno. Prefiere la pausa y el juego de posición a los ataques verticales y directos. No obstante, con el exjugador del Real Madrid como extremo tiene elementos para generar peligro en transiciones ofensivas de mucha velocidad.

En paralelo, Messi regresó a una posición cercana a la banda derecha para conducir hacia dentro y asociarse o volcar los ataques a la zona débil. El ‘10’ no ha podido estar presente en casi la mitad de los juegos que ha dirigido el actual entrenador, pero su lugar de inicio está marcado para recibir e iniciar los ataques en terreno contrario.

Por otro lado, Carlos Tévez ha vuelto a ser citado por la selección. Aunque el técnico sentenció que lo ve solamente como centro delantero, también lo ubicó por detrás de Higuaín en el partido frente a El Salvador. Mostró un buen nivel, con recepciones cerca de la frontal y desequilibrio, aunque el atacante del Nápoles estuvo incómodo al compartir el área y no comprendió acertadamente su rol en el campo.

Con el tiempo, también fueron probados Roberto Pereyra (el jugador de la Juventus es quién más minutos ha disputado de los nuevos tras el mundial), Ramiro Funes Mori y Federico Mancuello, que es hoy día el jugador de mejor rendimiento en el fútbol argentino. En tanto, aún debe buscar a los laterales que se adapten al rol de ser, por momentos, hombres libres en la gestación y puedan participar en el encadenamiento de pases. Porque para Martino, el pase es el equilibrio del juego.

Argentina se encuentra en plena fase de metamorfosis. Solo disputará un amistoso más de cara al certamen en tierras chilenas, ya con la lista oficial de convocados y pocos días antes del comienzo del torneo. La intención es desordenar al rival mediante el balón y recuperarlo muy cerca de la zona de pérdida. El segundo período ante Ecuador fue, quizás, el momento que más se asemejó a ese objetivo.

* Nicolás Galliari.

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