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Real Madrid / Fútbol / España

Di María o el extremo reconvertido

por el 24 agosto, 2014 • 22:24

 

Ángel Fabián Di María (Rosario, 1988) deja el Real Madrid. El club merengue ingresa más del doble de lo que desembolsó por él en 2010, y se cierra así una etapa de cuatro años en la que el Fideo ha ganado una Supercopa de España, una Supercopa de Europa, dos Copas del Rey, una liga y una Champions League. Eléctrico, rápido, alocado, desordenado, incómodo, entregado, trabajador, revulsivo, irregular. Siempre que le respetaron las lesiones fue un fijo en el once, habitualmente como extremo derecho, y fue de vital importancia en la última temporada, en la que el Madrid obtuvo sus mayores éxitos en muchos años. Quizá por eso a muchos les extrañe su marcha, y no son pocos los que critican este movimiento de un club que no es de los que se caracterizan por dejar escapar a sus mejores jugadores. Si esta venta es un tremendo error o un acierto importante lo dictará el tiempo, como siempre en estos casos. Se va Di María, la electricidad y la chispa del último ciclo del Real Madrid.

Estos cuatro años que ha jugado en el Bernabéu pueden separarse en dos etapas bien diferentes, con la peculiaridad de que la primera dura tres temporadas y media y la segunda, solo seis meses.

Fue el fichaje más caro del Real Madrid en el 2010, cuando tenía sólo 22 años. Venía del Benfica para ser extremo derecho y jugar a banda cambiada. Consiguió ser titular indiscutible desde el principio, y enseguida se vieron sus virtudes: velocidad, regate y entrega. Era un cuchillo en ataque y un hombre necesario en defensa, ya que compensaba en cierto modo la casi nula participación en tareas defensivas de Cristiano Ronaldo. También se destapó como un buen pasador, siendo junto con Mesut Özil una de las claves para dar ese último pase del que se beneficiarían, y mucho, los delanteros. No obstante, Di María también tenía sus defectos. El más fácil de ver a simple vista era la nula utilización de su pierna derecha. Llama la atención que un jugador profesional que juega a banda cambiada prefiera intentar una rabona a tocar el balón con su pierna mala. Esto le hace ser previsible en muchas ocasiones y le cierra puertas en otras. Pero la principal losa con la que contaba (y sigue contando, aunque quizá algo menos) era la mala toma de decisiones. Era un futbolista con buena capacidad de regate, pase y disparo que no podía rendir más por no saber decidir cuándo tenía que hacer cada cosa. Es probable que la velocidad que caracteriza todas sus acciones haga más complicada esta tarea, pero el resultado es la falta de entendimiento del juego. Dejó en su primera temporada una jugada para la memoria reciente de los blancos: en el minuto 102 de la final de Copa del Rey contra el Barcelona tiró una pared con Marcelo, llegó a línea de fondo y puso la pelota en la cabeza de Cristiano Ronaldo.

En la temporada 2011-2012, que será recordada como la de los 100 puntos, todo el equipo parecía más entonado, encontrando la mejor racha de juego en muchos años. Di María, como el resto del equipo, era parte importante de este buen nivel desplegado. Pero una serie de lesiones musculares le impidieron tener la continuidad que le habría gustado, y volvió a jugar a final de temporada sin la frescura ni la brillantez del inicio.

En el último año de Mourinho en el banquillo, Di María se pareció al de su primera temporada de blanco, siendo titular habitual y sin lesiones importantes como en la segunda. Poco constante, jugador de jugadas más que de partidos, capaz de combinar acciones de una dificultad técnica extraordinaria con errores en situaciones más sencillas. Nos sirven como reflejo de sus virtudes dos acciones en el Camp Nou aquella temporada: la que fuerza el fallo de Víctor Valdés en la Supercopa con una de sus carreras a (la mayoría de veces) ninguna parte y la que deja a un icono como Puyol tirado en el suelo con un magnífico recorte. Sus defectos son más difíciles de ejemplificar con acciones concretas, pero seguían siendo, como siempre, la mala toma de decisiones y su pierna derecha.

Todo cambió el verano de 2013 con la llegada al banquillo de Carlo Ancelotti, pero, sobre todo, con el fichaje de Gareth Bale. Con Benzema y Cristiano asentados en sus posiciones, era evidente que el carril derecho sería para el galés, por lo que el argentino veía en entredicho su titularidad por primera vez en el Madrid. Las lesiones de Bale le dieron un respiro, pero no tardó en verse como un fijo del banquillo. Incluso Jesé, con una progresión espectacular, parecía que le adelantaba en la carrera por la disputa de minutos. Su juego era malo, impreciso, dominado por esas malas decisiones que le han perseguido siempre. Las críticas no tardaron en aparecer, cosa por otra parte habitual en el club, y daba la sensación de que la situación le estaba superando. Incluso tuvo un gesto feo hacia la grada con su famosa acomodación. En medio de todo este proceso, Khedira se rompió el ligamento cruzado y prácticamente dijo adiós a la temporada. Ancelotti probó con Isco como mediapunta y Modric y Xabi Alonso por detrás, pero el equipo se partía y no había continuidad en el juego. Entonces, el entrenador italiano tomó una de las mejores decisiones de la temporada: colocar a Di María como interior izquierdo. Con esta nueva disposición, el equipo comenzó a carburar, jugó ocho partidos en el mes de enero y los ganó todos, y Di María demostró que volvía a estar al 100 %, que estaba dispuesto a darlo todo y a convencer a todo el mundo de que podía ser titular en el Real Madrid de Cristiano Ronaldo y Bale, fuera en la posición que fuera.

El Di María interior, aunque haya tenido poca trayectoria, merece un aparte, ya que es lo que le ha permitido ser titular en el mejor Madrid de los últimos años y postularse como uno de los jugadores de la temporada en todo el mundo. En el 4-3-3 formaba como hombre más avanzado del centro del campo, abarcando mucho terreno, ayudando constantemente a Marcelo y ocupando el espacio de extremo izquierdo que tan a menudo liberaba Cristiano Ronaldo. En ataque era un arma fantástica, ya que esa capacidad regateadora en el centro del campo le convierte en más difícil de defender y le da una nueva vía ante defensas cerradas. Cuando los merengues plantearon los partidos para salir al contragolpe, Di María caía a la banda definitivamente en el 4-4-2, permitiendo que el equipo se activara en sus tres carriles con auténticas balas, dando lugar al dominio que pudimos constatar en el Allianz Arena. En defensa, Di María nunca perdonó un esfuerzo, siempre entregado con esa velocidad e intensidad que incomodaba al rival. Pero no es un centrocampista perfecto, ni mucho menos. De hecho es en la recién mencionada parcela defensiva donde más chirría, ya que carece del orden táctico necesario para ocupar esa posición. Correr siempre hacia el balón no siempre es lo correcto, aunque sea más difícil de apreciar visualmente. Y sus malas decisiones, ya antes comentadas, se acentúan en una posición en la que la pérdida se castiga mucho más que en la de extremo, donde perder un balón es lo normal. Regates en zonas peligrosas, verticalidad cuando la jugada pide pausa, conducciones alocadas… en definitiva, Di María sigue siendo un extremo que a veces juega de centrocampista, manteniendo el nivel suficiente para ser clave en el campeón de Europa o el subcampeón del mundo, que quizá habría sido campeón de haberle tenido en la final.

Se va Di María, un jugador especial que estará en el recuerdo del madridismo por su importancia en la consecución de la Décima. Con los fichajes de Kroos y James parece que tanto el perfil de interior como el de jugador ofensivo que pueda romper partidos están cubiertos, aunque vender al mejor regateador del equipo siempre supone una pérdida, y queda el interrogante de si Jesé, Isco o James bastarán como revulsivos en una situación complicada. Parece que en su nuevo equipo volverá a la banda izquierda que ocupaba en sus inicios, aunque siempre quedará la posibilidad de situarle en la derecha o más retrasado, como interior. Será interesante ver si Van Gaal es capaz de ordenar tácticamente al argentino y sacar de él el máximo rendimiento. Ganas no le van a faltar, y si lo consigue, habrá que ver hasta dónde llegan Di María, Van Gaal y el Manchester United en este nuevo proyecto.

* Juan Zubiría.





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