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Frederic Porta / Firmas

E-pistolario: El mentiroso y el cojo

por el 24 febrero, 2014 • 16:29

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Querido amigo:

Trece días sin contacto e-pistolar y esto se desmadra, se nos desparrama el temario en el orden del día. Ya ves, el Barça, imputado ante la Audiencia Nacional, siempre hay una primera vez para todo. Y, de nuevo, la Junta Directiva pillada en un renuncio de medias verdades o mentiras al completo, deslizada sin freno por el tobogán de caída donde le lleva su mala cabeza, su rotunda falta de sinceridad. Días atrás, proclamaba Bartomeu que cumplían la ley a rajatabla y el club generaba sesudos y contundentes comunicados a modo de desmentido… para acabar hoy entregando los trece millones de euros en declaración complementaria ante el denostado juez. Se mire por donde se mire, una vergüenza, pero no, que las maniobras de distracción, las cortinas de humo, las lágrimas de cocodrilo se han multiplicado de manera exponencial con los argumentos más peregrinos e incluso infantiles. Vamos a repasar algunos ejemplos. El juez Ruz es del Madrid. Vaya, se abrieron los cielos. Y eso, pues, le inhabilitará forzosamente para dictar sentencia. Incluso para respirar el aire que respira, el muy prevaricador blanco. Segunda, maldita sea, el tema se cuece en Madrid y allí no sabrán, ni querrán, separar entre el club y el proceso político que vive Catalunya. Vale, juzga la Audiencia al mediar otro país, Brasil, en ese caso Neymar, tan cercano ya al Neymargate, no hay margen pues para la sospecha. Lo que valía 56 pasó a costar 86 millones de euros así que salió de escena un presidente haciéndose el ofendido y sigue generando crisis institucional por la simple razón de no haber dicho la verdad, de no haber sido transparente como exige la masa social del Barça desde el primer día de su fundación. Sabemos hasta la saciedad que en este club se genera debate con cualquier cuestión. Y bendito sea tal rasgo de personalidad colectiva. Por lo tanto, se hubiera debatido igual sobre el fichaje de Neymar sea cual fuere su coste, pero quisieron presentarlo como un prodigio de negociación y presteza, de solvencia contrastada digno de personajes tan brillantes como ellos para acabar siendo una chapuza de Pepe Gotera y Otilio que ha dejado a la institución con las vergüenzas al aire.

Y entre las quejas del momento, otra de traca. Leches, aquí pagando el pato y en el Madrid, no hay nadie que pregunte nada, que indague nada, que diga ni mu sobre sus (presuntos) cambalaches. Pues su masa social sabrá, pues allá ellos con su nivel de práctica en democracia activa y participativa, será problema suyo, en todo caso. Otro día, Martí, si nos da por ahí y tienes tiempo, podríamos dedicarnos al ensayo teórico sobre democracia y caudillaje en los clubes de futbol, nos lo pasaríamos de muerte argumentando, seguro, máxime cuando las distancias y diferencias empiezan a resultar abismales. Pues eso, lo dejamos aquí, sin enunciar siquiera las hipótesis. Hay también quien pretende quemar en la hoguera al socio denunciante por haberse creído en el derecho de solicitar información fidedigna, como si fuera él máximo causante –por tanto, culpable sin presunción siquiera de inocencia– de este fenomenal desaguisado.

Con este fregado en el que ellos solitos se han metido, a la directiva se le acaba el carburante de confianza para seguir en el puesto. Han mentido y lo han hecho repetidamente, pecado bien feo en democracia. De hecho, en otro país ya estarían convocando rueda de prensa de despedida, pero aquí, ay, ya sabemos que cualquier poder puede hacerte una faena de aliño cuando se dota de capote para despistar al personal. La pérdida de credibilidad ha resultado espectacular y por los poros se les va la legitimidad, si la tuvieron, emanada de las urnas, aquellas que, hace ya tres largos años, les dieron mayoría absoluta para gobernar. Bueno, siendo precisos, en materia tan presidencialista como el fútbol, se la dieron al cabeza de cartel, hoy desaparecido, que el equipo de colaboradores no figuraba por ninguna parte en la papeleta. Al comienzo de su égida directiva, dejando al margen la tirria profesada hacia los predecesores, parecía que obraban con prudencia por aquello de no cambiar lo que ya funcionaba, pero tras el trienio de inercia vivido han metido los pies en todos los charcos posibles, incluso los lejanos a su ubicación. Partieron peras con los sacrosantos ideólogos del Modelo, en mayúsculas, señores Cruyff y Guardiola. Cambiaron Unicef y la declaración de intenciones que ello proyectaba al planeta por una dictadura encantada de lavar su infame imagen gracias al Barça y ahora, el culé come Catar hasta en la sopa. Heredaron una maravilla que no solo debían preservar sino renovar, evolucionar en su clave de éxito, materia dificilísima, por supuesto, situación hoy susceptible de convertirse en explosiva dada la creciente sospecha de absoluta inacción realizada. Debían avanzarse a la jugada y no lo hicieron. Debían tener una visión de futuro y no la gozaron. Tenían que haber fichado para mantener la excelencia y ahora empieza a quedar diáfano que no lo consiguieron. La murga del central, por ejemplo. La incapacidad para fichar defensas ha convertido hoy a la retaguardia azulgrana en porcelana de Sèvres, delicada pieza incapaz de resistir los embates y achuches propios de estas alturas de la temporada, también bautizada como eufemismo hora de la verdad.

Y ahora que se le descosen las costuras a tan peculiar junta directiva, les llega lo peor, aquello que desgasta brutalmente y con mayor rapidez en el fútbol, su axioma absoluto: parece que la pelotita ha dejado de entrar, horror. Hasta ahora, el equipo aguantaba al club, pero en el último mes el rendimiento estrictamente deportivo ha dado claras señales de fatiga, de desgaste en los materiales empleados, de imposibilidad para mantener el grado altísimo de competencia y podérsela jugar con la élite del oficio a escala europea. Hace un año recibió el barcelonismo un duro golpe a su autoestima en la eliminatoria contra el Bayern, que cambió la condición de inmortales, que puso fin al bello y largo sueño para recordar al César su condición perecedera. Ahora, en el suave descenso, tal vez ya no alcance tampoco en la competición doméstica, visto y comprobado el escaso rendimiento en puntos alcanzado durante las últimas semanas, esas que han terminado otorgando el liderato a un Madrid más regular, que no brillante. Hoy mismo, Martí, se advierten indicios desde nuestro habitual tendido siete, punto de observación, de que las ratas empiezan a abandonar el barco con algunas duras críticas vertidas desde la prensa afín, esa que les comía en la mano por manifiesto interés, dirigidas contra Gerardo Martino por su ininteligible planteamiento en Anoeta. Al Tata le han puesto de repente disfraz de chivo expiatorio, pobre hombre. Algo en el puntual fenómeno nos ha recordado, por afinidad y herencia, a los tiempos del nuñismo, cuando se ofrecía la cabeza del entrenador y se le tenía siempre como escudo protector que permitía la preservación de la poltrona, la eternización de los jefes. Ahora que hemos vuelto a los tiempos de la conspiración paranoica, de creer que los astros de costumbre, archiconocidos, se conjugan en los cielos para atentar contra los intereses de éxito azulgranas, ahora que el fatalismo y el victimismo vuelve a ser moneda común, coherente resulta que saltemos atrás en el espacio hacia presidencias que guiaban movidas por idénticos sesgos ideológicos que la actual, confesa heredera de aquella manera de ser, de aquella personalidad tan definida como, por supuesto, discutible.

Al Tata le empiezan a dar con todo y Barcelona comienza a ser bullir de rumores, como en aquellos tiempos nada envidiados. Se trataba de planificar, se trataba de jurar fidelidad a una manera de jugar irrenunciable, pero tales señas de identidad parecen extraviadas. Sobre el césped, no hay quien presione para recuperar, no se suda tanto como el adversario, premisa previa para acabar imponiendo ese talento aún vigente. El clamor se centra ahora en la ineludible necesidad de alinear a los bajitos, a los que tocan, sin ganas de reparar en que Guardiola, antes de irse en silencio con sus secretos, alertó que de aquella manera no podían seguir. Pues bien, temporada y media después, queda diáfano el acierto en el diagnóstico y no personalizaremos aquí por no extendernos hasta la saciedad. El caso es que la directiva ha mentido, no ha planificado, no ha realizado los deberes pendientes y ahora, en el peor momento, la crisis institucional amenaza con extenderse por espacios antes sólidos, a valores seguros. No valen maniobras ni distracciones. Momento de que cada palo aguante su vela sin que los oportunistas puedan siquiera recordar que hace menos de una semana vencieron en campo del City, que no hay para tanto, que este club y su célebre entorno exageran hasta la exasperación a las primeras de cambio. Pues no, estas no son las primeras de cambio, que no engañen tampoco por ahí.

La directiva ha hecho todo lo posible para perder la confianza otorgada por sus votantes. Como en cualquier situación semejante, la acción de gobierno les ha desgastado de tal manera que solo les queda resistir aferrados al cargo y disparándose a los pies por incapacidad. En horizonte, ese referéndum dedicado a la remodelación del estadio que puede convertirse en plebiscito a favor o en contra de su tiempo de mandato, convocado en principio para ganar y ahora, mayúscula y carísima incógnita. No han detallado apenas el proyecto, no han justificado el monumental coste de 600 millones de marras y deberían cambiar el enunciado de la pregunta para hacérsela antes en la intimidad y contra la realidad del espejo: ¿vale la pena confiar el futuro del club en estos directivos? Sigamos con la retórica: ¿creeremos que son solo 600 cuando estamos comprobando lo que sucede con las cifras del traspaso de Neymar? ¿Qué negocios encierran la remodelación del Estadio, el incondicional vasallaje a Catar, tanta opacidad en las maniobras? Las prioridades exigibles eran otras, de carácter estrictamente futbolístico, y no han sabido aprobar los exámenes. Ojo con el Barça: todo apunta a elecciones anticipadas y no hay que ser un oráculo para vaticinarlo. Simplemente, como reza el dicho catalán, antes se pilla a un mentiroso que a un cojo y estos acabarán renunciando por no ser capaces de recordar cuántas mentiras han pronunciado para sostener su ficticia verdad.

El barcelonismo deberá afrontar ahora, en estas próximas semanas, un baño de realidad, consistente en reflexionar hasta dónde puede dar ya este equipo, hasta dónde llega la responsabilidad de la directiva, hasta dónde alcanza la primaria tendencia a echar balones fuera para no afrontar las responsabilidades propias. De repente, el Neymargate se ha convertido en polvo que ha traído estos crecientes lodos, no solo imputables a una operación hecha de muy mala manera por gente que la creyó ejemplar, perfecta, que, como dijo Bartomeu, la volvería a hacer hoy exactamente igual. Ay, por la boca muere el pez y por sus actos los conoceréis.

Ya ves, Martí, el panorama da para muchísimo más porque la actualidad continuará arrojando novedades a cada paso. Sin más, ahora que cerramos la e-pistola, ya sabemos que tampoco son nueve sino trece los millones depositados ante la Audiencia. Débil la directiva, tocado el cuadro técnico, falto de refuerzos el equipo y, de repente y por lo visto, todo se ha conjugado para detonar como estalla un volcán, sin aviso previo. Seguiremos atentos, pues. Un abrazo y que despidas pronto el invierno.

Poblenou, donde la mentira aún se paga

* Frederic Porta es periodista y escritor.


– Foto: EFE




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