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Táctica / Conceptos tácticos

¿Campo grande al atacar?

por el 19 mayo, 2016 • 12:54

Pedro y Villa

La última década ha propiciado una transmisión conceptual masiva en cuanto al entrenamiento y el análisis del juego del fútbol se refiere.

A raíz de los éxitos de nuestra selección y el gran Barça de Pep se generó una cultura de juego visible en nuestro fútbol base, la filosofía de la posesión del balón, el mal llamado “tiki-taka”; donde muchos formadores de equipos de niños trataron de imitar ese estilo de juego a la hora de formar a sus jóvenes jugadores.

A pesar de estos grandes éxitos, el siempre crítico periodismo deportivo español machacaba en ciertos momentos al “tiki-taka”, pues en ocasiones aparecía algún partido donde esos grandes porcentajes de posesión venían acompañados de escasas oportunidades de gol, mostrándose un juego demasiado plano. Aparece por tanto, un movimiento en contra de la posesión de balón cuyo objetivo es simple y llanamente eso, “mantenerlo”; dando forma a la utilización de la posesión como medio o como instrumento, como muy bien comenta Perarnau en uno de sus artículos; y como siempre ha defendido Pep, a partir de los juegos de posición.

“La posesión es buena si generas ocasiones; si no, desgasta”.

(Simeone)

De este modo, los formadores preocupados por desarrollarse y desarrollar a los jugadores que les rodean comienzan a entender que no nos vale cualquier tarea de posesión de balón, teniendo que ir esta posesión acompañada de algo más. Comienza a estar claro que la posesión sin orientación o sin un objetivo concreto de poco o nada sirve, pues mantener el balón sin generar nada puede desencadenar una pérdida y dejar al equipo expuesto. Esto nos sirve como punto de partida para reflexionar acerca de la pregunta que planteamos en este artículo: ¿Campo grande al atacar? Quizás más que esta pregunta, nos deberíamos plantear: ¿Para qué un campo grande al atacar? o ¿cómo hacer un campo grande? Pues con esto del campo grande sucede lo mismo que con la posesión; si el equipo hace un campo grande y se abre para no generar nada tendrá más posibilidades de recibir un gol que de meterlo, pues ante posible pérdida de balón el equipo quedará abierto y a disposición del contrataque adversario.

Desde mi punto de vista, hacer un campo grande es transmitir un mensaje a los niños de fácil comprensión, pero el entrenador debe llegar a mucho más que eso gracias al trabajo que se realiza desde el entrenamiento. Por eso, en este artículo se pretende otorgar el significado y contenido que se merece un concepto que ha ido tomando importancia en nuestro fútbol base actual y que es escuchado muchas veces desde la grada cuando los formadores se dirigen a sus niños una vez estos consiguen hacerse con la posesión del balón.

La clave de hacer un “campo grande” es sin duda alguna, una ocupación de espacios en ataque de forma coherente y en función del dispositivo defensivo rival. Así, hablaremos de ocupación de espacios en función de tres factores:

1º.- El posicionamiento de nuestro equipo y la orientación del mismo en función del compañero que tiene el balón. No nos posicionaremos igual si el balón está en posesión de nuestro central derecho, que si lo tiene nuestro lateral izquierdo. Por tanto, este primer factor refiere específicamente a cómo nos posicionamos en referencia al compañero con balón.

Cuando trabajamos en iniciación deportiva dentro del área de Educación Física con niños que se inician en la práctica del fútbol o de otros deportes colectivos que comparten los mismos principios generales de juego, el docente debe tratar de generar momentos de reflexión y comprensión partiendo desde la práctica. Los principios individuales del juego se presentan al niño después de haber explorado las relaciones con su cuerpo y familiarizarse con el balón. Se le pregunta tras la realización de una tarea: ¿Cuando tuviste el balón (en una situación de 1×1) qué podías hacer? Y se va construyendo su respuesta guiando su descubrimiento, hasta que nos responda que en una situación 1×1 se puede conducir el balón (para regatear a su oponente) o se puede tirar a portería.

Si la situación 1×1 pasa a ser un 2×1, aparece también la opción del pase. Por tanto, el niño maneja en estas situaciones pocas opciones, pero dentro de cada opción habrá un abanico amplio de posibles alternativas, tanto de carácter estratégico-técnico como estratégico-táctico. Es decir, la acción técnico-táctica del pase se podrá realizar de muchas formas distintas. Cuando hablamos de su carácter estratégico-técnico pensamos en qué superficie utilizará el niño para dar ese pase: ¿interior, exterior, empeine interior…? A su vez, también el joven aprendiz deberá decidir con qué pie da el pase: ¿izquierdo o derecho? Aquí nace el concepto de lateralidad ofensiva/defensiva; es decir, ser capaz de atacar o defender con ambos pies.

En cuanto a la decisión estratégico-táctica dentro de la acción técnico-táctica, el jugador deberá decidir en qué situación y momento dar el pase, es decir, esa dimensión espacio-temporal que desde mi punto de vista juega un papel estelar en el deporte.

Muchas veces hemos dicho a un niño cuando ha fallado un pase, “no pasa nada, la idea era buena”, seguramente porque la decisión estratégico-táctica era buena, pero no la decisión estratégico-técnica. Queremos poner el acento en esto, ya que el error de ejecución en muchas ocasiones parte de un error perceptivo-decisional. Por otra parte, ocurre en sentido opuesto cuando un niño, por ejemplo, recibe y realiza un cambio de orientación, perfilándose correctamente, cambiando la orientación corporal y realizando un pase con la tensión precisa; pero el pase no llega a su destinatario porque es cortado por el camino.

De este modo, el niño “talentoso” se caracterizará por tomar buenas decisiones estratégico-técnicas y estratégico-tácticas.

Xavi

Antes de dar paso a mi siguiente opinión, me gustaría comentar que idolatro a Guardiola desde hace mucho tiempo, me parece un entrenador supremo. Un día leí que Guardiola distinguía a los jugadores buenos de los mejores, en que estos últimos casi no perdían el balón. Para mí, y con el mayor de los respetos, los mejores no son los que no pierden casi el balón, los mejores son los que saben cuándo pueden perder el balón. El caso de Xavi en el Barça de Pep es el ejemplo más palpable. Cuando estaba estudiando en la facultad de Oporto, el profesor Júlio Garganta nos mostró un día una diapositiva sobre Xavi, que él apodaba como “la máquina”. Las estadísticas de Xavi en aquella temporada 2010-2011 nos mostraban que perdía muchos más balones de los que todos pensábamos. Lo que ocurría es que Xavi perdía balones sin apenas trascendencia en el juego, balones que pasaban desapercibidos, balones que no comprometían a su equipo. Esa misma temporada Messi finalizaría la liga como el quinto jugador con más balones perdidos. No hace falta decir que ese Barça fue campeón de liga con Pep. Aportando más indicios, sabemos que el propio Messi fue el jugador que más balones perdió la última liga 2014-2015. Recuerdo también una charla con una persona importante en el seno del Real Madrid, que me decía: ”Tuvimos un jugador que no perdía casi nunca el balón y nos dimos cuenta que no hacia un pase arriesgado en ningún momento del partido, siempre buscaba pases seguros, siempre jugaba de forma plana y cercana, no generaba nada”.

Generar “algo” parece un comportamiento fundamental cuando un jugador tiene el balón. Dicho jugador deberá tratar de aproximarse al defensor o esperar su presión para fijarle y así dividir la defensa. En función de la posición del balón podrán acontecer diferentes comportamientos. Un lateral con el balón que fija al defensor para pasar al extremo y cortar por medio, podrá crear un desequilibrio a través de una pared en banda ganando la espalda de su oponente directo. Este comportamiento rara vez ocurrirá con un central, que conducirá por el carril central siempre que encuentre un camino de penetración despoblado para superar la primera línea de presión. Si supera la segunda línea de presión quizás sí puede tirar esa pared con un compañero, pero si se encuentra la segunda línea de presión organizada, el central seguramente pase el balón y ocupe su sitio. De ahí, la importancia de las posiciones fijas, semi-móviles y móviles en el fútbol actual y a la hora de hacer un campo grande coherente.

2º.- El control de espacios en torno al balón parece ser otro factor de importancia capital para poder crear superioridad en el centro de juego. Recordemos los principios específicos del juego según Queiroz (1983):

– No permitir la inferioridad numérica.

– Evitar la igualdad numérica.

– Procurar crear la superioridad numérica.

De este modo, los compañeros cercanos al poseedor serán clave a la hora de cumplir este segundo factor, ofreciendo apoyos al compañero. Estos apoyos deberán caracterizarse principalmente por dos aspectos: serán apoyos efectivos y en corto.

¿Qué será un apoyo efectivo?

Un apoyo efectivo deberá cumplir alguna o varias de las siguientes premisas:

  • Recibir libre de marca y perfilado para arrancar en conducción en caso de tener espacio para avanzar. En dichas conducciones habrá que incidir sobre el jugador para que se produzcan con el pie lejano al defensor que trate de robarle el balón.
  • Recibir superando líneas de presión rival para crear desequilibrios. En caso de recibir ante defensa cerrada el desequilibrio debe crearse por fuera, por ejemplo, a través de centro lateral. Ante defensa abierta, tratar de desequilibrar por dentro, buscando pases interiores o situaciones de 1×1 ventajosas.
  • Recibir perfilado hacia portería rival para ver líneas de pase potenciales lo más rápido posible tanto por dentro como por fuera.

¿Qué será un apoyo en corto?

Como la propia palabra indica, en corto significará cerca del compañero que tiene el balón, con el fin de crear la densidad ofensiva necesaria para garantizar la superioridad en el centro de juego.  De aquí, parte el concepto “acumular para sorprender”.

3º.- Explotación de espacios libres generando incertidumbre en el equipo rival. Ofrecer amplitud y profundidad es vital, pero se puede ofrecer de distintas formas. Por ejemplo, yo puedo querer que cuando mi central izquierdo tenga el balón mis dos extremos entren en aproximación desde la línea de cal, para liberar espacio a mis laterales. Puedo modificar mi idea de juego dependiendo del rival, quizás me interese que mis laterales sean profundos en zona de inicio, o quizás no me interese. Puede que quiera que la profundidad la ofrezca únicamente mi delantero, o quizás prefiero varios jugadores ofreciendo profundidad para solicitar balón entre líneas a través de desmarques de apoyo. Lo importante es que la idea de juego que se presenta a los jugadores sea atractiva y coherente.

Modric y Kroos

Respecto al concepto “acumular para sorprender”, acumulamos en un lado para sorprender en el otro y es aquí donde los jugadores lejanos al centro de juego realizan su papel. Por un lado, habrá jugadores que se encarguen de crear esa incertidumbre en el rival, de ocupar esos espacios ventajosos que permitan al equipo generar ese algo que buscamos; y, por otro lado, habrá jugadores encargados de mantener el equilibrio en el colectivo, preparando la posible transición ataque-defensa. Al final, todos los jugadores comparten esa doble función de desequilibrar (equipo contrario) – equilibrar (equipo propio), siendo lo importante decidir cuándo y porqué debo actuar de una forma o de otra (decisiones estratégico-tácticas). El claro ejemplo lo tenemos en el lateral opuesto al centro de juego, que tendrá que decidir en muchas ocasiones si tratar de sorprender por banda esperando un cambio de orientación, o mantener la posición asegurando el equilibrio defensivo.

En conclusión, la clave de hacer un campo grande no reside únicamente en abarcar cuanto más campo mejor, sino en posicionarse correctamente con la intención de generar algo en base a los conceptos comentados. En este sentido, el entrenador debe tratar de construir comportamientos de iniciativa y valentía en sus jugadores, evitando que haya niños que se escondan por miedo a recibir. No castigar el error y utilizar los aciertos para motivar y crear nuevos retos.

* Rubén Sánchez.


– Fotos: Getty Images – Marca.




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