Siempre se ha promulgado la igualdad entre las personas, tanto que la propia Constitución lo recoge en su articulo 14: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Pero lo cierto es que ni en el día a día en la sociedad, ni en el mundo del fútbol esto ocurre ya que cada persona es distinta del resto, con sus complejidades, sus defectos, sus virtudes y sus miedos. La primera vez escuché este concepto fue en la charla de pretemporada de un entrenador, en la que vino a decir lo siguiente: “Quiero que sepáis de antemano que todos los jugadores que estamos formamos un equipo, pero que no todos sois iguales y por lo tanto seréis tratados de distinta forma: unos sois nuevos, otros veteranos, unos trabajáis, otros estudiáis…”. En ese momento no le di más importancia, pero con el paso del tiempo y ahora que he ejercido como entrenador me doy cuenta de la veracidad de esa idea que un día me transmitieron, en aquella charla de pretemporada.
Con esto no nos referimos a la educación y respeto con la que deben de ser tratados todos y cada uno de los jugadores de un equipo. Esto es algo imperativp ya que si no, no tendremos futuro ni como entrenador ni como persona. El trato debe ser individualizado: hay jugadores extrovertidos a los que les puedes gastar ciertas bromas y hablar de cualquier tema de su vida personal; otros, en cambio, son más reservados, por lo que tendremos que medir mucho lo que hablamos con ellos; otros no soportan la idea de perder ni siquiera en los partidillos de entrenamiento, por lo que si continuamente los ponemos en el equipo perdedor puede que acaben frustrados y discutiendo con algún compañero; otros jugadores no asimilan las broncas en público o alguna corrección subida de tono durante un partido, mientras que a otros, esa presión extra les hace esforzarse más y mejorar como jugadores. Esto en cuanto a temas futbolísticos propiamente dichos, ya que luego entraríamos en un nivel mas complejo de su propia vida privada como es el caso de si el jugador trabaja o no y qué tipo de trabajo tiene, y si por lo tanto puede que se pierda alguna sesión de entrenamiento o que no llegue en unas óptimas facultades físicas y psíquicas. O si estudia o no estudia, su situación familiar, etc.
Como vemos, existen infinidad de factores que hacen que los jugadores sean distintos y por lo tanto no deban de ser tratados de forma igual, sino acorde a toda su situación futbolística y personal. La dificultad radica en encontrar la justa medida para que cada uno de los integrantes del equipo lo comprenda y se mantenga unido al bloque.
Por lo tanto, para la pregunta que formulamos en el título la respuesta es no, no hay café para todos.
* Borja Sendino Alonso es 2º entrenador del CF Briviesca, de la 1ª Regional de Castilla y León.
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