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Fútbol

La reinvención de los Red Bulls

por el 23 septiembre, 2015 • 12:23

New York Red Bulls head coach Jesse Marsch, of Racine, Wis., talks to reporters during the team's media day in New York, Tuesday, March 3, 2015.  Before joining the Red Bulls, Marsch was the head coach of the Montreal Impact during the club’s inaugural season in 2012. He led the Impact to 12 wins in the club’s first season, the most wins by an expansion club since 1998.  Marsch also coached the U.S. Men’s National Team, serving as Bob Bradley’s assistant for the 2010 FIFA World Cup and the 2011 Gold Cup. (AP Photo/Kathy Willens)

Jesse Marsch

Los New York Red Bulls ya pueden levantar el pie del acelerador durante el próximo mes. Su victoria ante los Portland Timbers convirtió de forma matemática al equipo de Jesse Marsch en el primer clasificado para los playoffs por la MLS Cup 2015. Esta clasificación es un reconocimiento al gran trabajo en la sombra desarrollado durante el último año por Ali Curtis, que comenzó prácticamente desde cero un proyecto en una de las franquicias veteranas de la competición, presente desde su fundación en 1996.

Los Red Bulls no han conseguido alzar ningún título de la MLS en estos 20 años de soccer, y este año tampoco partían como uno de los grandes favoritos –ni siquiera es ahora mismo el líder por el Supporters Shield, el trofeo que acredita al mejor equipo entre las dos conferencias–, pero el primer objetivo de toda franquicia lo ha conseguido antes que nadie, un escenario en el que ni el más optimista esperaba verse en el mes de enero.

El 2014 terminó con el equipo con sede en Harrison (Nueva Jersey) en la final de la Conferencia Este, una fase que no alcanzaba desde 2008. En aquella plantilla aparecían nombres como los de Thierry Henry, Tim Cahill o Bradley Wright-Phillips, capaz de igualar con sus 27 goles el récord goleador de Chris Wondolowski (2012) y Roy Lassiter (1996). En el banquillo estaba Mike Petke, un técnico joven (38 años) con más de 300 partidos como jugador en la MLS, la mayoría en la franquicia de Nueva Jersey desde los tiempos en los que se la conocía como NY/NJ MetroStars. Sobre el papel, no había nada que tocar.

Ali Curtis tocó, y no se quedó en meros remiendos cosméticos. A la ya sabida retirada a final de temporada de Thierry Henry (no tan negativa en términos deportivos, dado que el francés ya estaba dosificando esfuerzos y descartaba jugar en ciertos estadios con césped artificial) se unieron las partidas de Tim Cahill –hoy en el Shanghai Shenhua chino– o Peguy Luyindula. Las viejas leyendas del fútbol europeo hacían las maletas, y el siguiente en abandonar Nueva Jersey fue Mike Petke, una noticia que sorprendió a la totalidad de la prensa especializada.

De buenas a primeras, el proyecto de los New York Red Bulls parecía completamente destartalado y su reconstrucción quedó finalmente en manos de Jesse Marsch. Como entrenador, en su haber lucía una discreta estancia en Montreal Impact, en la que los canadienses solo vencieron un tercio de sus partidos. Como jugador sí aportaba un currículo algo más granado, pero nunca llegó a jugar en las filas de los Red Bulls o los MetroStars. Su respuesta en el Red Bull Arena era una incógnita absoluta, y el movimiento de Ali Curtis, una apuesta tildada de temeraria. Para añadir temor al aficionado, llegó a la ciudad una de las dos nuevas franquicia de la MLS. New York City FC presumía de músculo financiero y se llevó de calle la batalla de la ilusión con los anuncios de las contrataciones de David Villa y Frank Lampard, a las que después se añadiría la de Andrea Pirlo.

Marsch apostó por dar un giro de 180 grados a la filosofía de los Red Bulls, algo que comenzó a verse en el perfil de las nuevas contrataciones. La llegada más mediática fue la de Sacha Kljestan, que había pasado los últimos años en el Anderlecht. Comenzaron a llegar jugadores de destinos tan discretos como los Carolina RailHawks de la NASL (Mike Grella) o el Harbour View jamaicano (Kemar Lawrence). Los dos puestos de jugadores franquicia que dejaron Henry y Cahill no fueron recogidos por ningún jugador, quedando como única referencia el pichichi Wright-Phillips en la punta del ataque.

La primera variación respecto al año pasado estaba clara: económicamente, la salida de las viejas glorias había repercutido de forma positiva en las arcas, pero quedaba por comprobar el rendimiento deportivo. El último partido de pretemporada, en el que Philadelphia Union venció por 1-3, hizo aumentar aún más la expectación en torno a la era Curtis/Marsch. Comenzó la temporada regular y los Red Bulls comenzaron a caminar de forma discreta pero segura, con victorias y empates que apuntalaban su presencia en puestos de playoffs desde el principio, con un único bache entre mayo y junio de seis partidos que encendió alguna alarma, aunque fue corregido a tiempo. La franquicia neoyorquina con base en Nueva Jersey ya comenzaba a ser alabada por analistas y técnicos rivales, e incluso en la pretemporada europea se permitió amargar el verano de Chelsea y Benfica en los cada vez más tradicionales amistosos entre equipos europeoas y de la MLS.

“Confío en mi estilo de liderazgo, y creo que lo que hicimos durante mi año en Montreal demuestra que tengo una idea bastante buena de lo que va la liga y de lo que se necesita para triunfar”. La frase es de Jesse Marsch al equipo periodístico de la MLS, pero no la dijo al fichar por los Red Bulls,ni cuando veía que su trabajo comenzaba a dar frutos. La cita es de 2013, cuando ya había cerrado capítulo en el Impact y ejercía de forma voluntaria como asistente técnico de la Universidad de Princeton para calmar sus ansias de banquillo.

La clave para triunfar en la MLS parece haberla captado perfectamente Jesse Marsch, y está bastante alejada de la fanfarria que muchas franquicias buscan con grandes contrataciones, primando más lo publicitario que lo deportivo. En un equipo sin apenas estrellas reconocibles en Europa, los Red Bulls han preferido primar otros aspectos y articulan su fútbol en torno a un académico 4-2-3-1 en el que virtudes como la corrección posicional y la velocidad en el contraataque son armas de las que muchas franquicias no han sabido defenderse.

Bradley Wright-Phillips

En la portería, Luis Robles, todo un veterano de la MLS, ya suma cien partidos consecutivos como titular, un hito que solo se alcanza a base de regularidad y seguridad entre los palos. En la línea defensiva se ha producido la aparición de Matt Miazga, central de talla imponente que domina el juego aéreo y el arte del tackling, y la consolidación del veterano francés Damien Perrinelle, del que apenas se recuerda su paso por la Ligue 1 con el Boulogne. A Miazga se le espera más pronto que tarde en la selección absoluta estadounidense y Perrinelle se ha convertido en uno de los centrales más respetados de la MLS por su acierto en el corte. El correcto Lade y el incansable jamaicano Lawrence completan el cuarteto titular de la segunda defensa menos goleada de la liga.

La sala de máquinas está reservada en exclusiva para Dax McCarty (selección personal del comisionado Don Garber para el All Star 2015) y el brasileño Felipe Martins, apuesta personal de Jesse Marsch durante su etapa en Montreal. Por delante, Lloyd Sam pone velocidad por la banda derecha, Kljestan da sentido al fútbol ofensivo desde la mediapunta y Grella representa al comodín que todo entrenador quiere tener en su once titular, de avanzada lectura del juego y elevada capacidad de adaptación a cualquier posición. Para la punta de ataque queda reservada la presencia del jugador franquicia, un Bradley Wright-Phillips que no ha mostrado el olfato finalizador del año anterior, pero sí ha asumido su nuevo rol de líder absoluto de los Red Bulls.

La gestión de la plantilla por parte de Jesse Marsch ha sido extremadamente meticulosa, aprovechando cada recurso sin dejar a nadie a un lado. Ha empleado 24 jugadores de campo con la regularidad suficiente como para que las bajas por lesiones o sanciones no se noten demasiado, un lastre que aún arrastra más de un equipo en la MLS. El estado de gracia se extendió también al mercado de fichajes, en el que los Red Bulls reforzaron su parcela ofensiva para tenerla totalmente engranada en los playoffs.

Con esta premisa llegaron Shaun Wright-Phillips, convencido de poner fin a su etapa en la Premier League y unirse a la causa de los Red Bulls en la boda de su hermano Bradley; y Gonzalo Verón, subcampeón del Mundial de Clubes 2014 con San Lorenzo de Almagro. Al argentino, joven y con mucho futuro por delante, le correspondió un contrato de jugador franquicia, con la idea de que se convierta en un referente de cara al futuro. A pesar de su mayor impacto mediático, la meritocracia es la norma en Harrison, y en las últimas semanas tanto Verón como Shaun Wright-Phillips han tenido que aprender los automatismos y las tácticas de Jesse Marsch para que su rendimiento en el campo sea óptimo, apuntándose su primera titularidad este último domingo, tras seis y siete partidos respectivamente saliendo desde el banquillo como meros jugadores de refresco.

Los New York Red Bulls se han adelantado a la hora de confirmar su presencia en los playoffs al DC United, su eterno rival, y a New England Revolution, finalista del año pasado. También pueden comenzar a dosificar esfuerzos antes que otras franquicias estrella: LA Galaxy, Seattle Sounders o Vancouver Whitecaps tienen muchas papeletas para estar en la postemporada en la Conferencia Oeste, pero tienen aún trabajo por delante para asegurarlo. Por el camino, los Red Bulls han demostrado que New York City está muy lejos del que ya considera su gran rival (los tres partidos se saldaron con derrota de los recién llegados a la liga) y que la MLS actual se basa en mucho más que acumular estrellas en las plantillas. Jesse Marsch tenía razón en 2013: tiene la clave del éxito.

* Agustín Galán es periodista.


– Fotos: AP




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