Liga BBVA 2013-2014 / España / Fútbol / Crónicas 2013-2014
1.- Durante catorce larguísimos años, hemos tenido derbi madrileño porque así lo exigía el calendario futbolístico. Bueno, trece, que uno no hubo por ausencia de uno de los dos contendientes. Era un derbi porque jugaban Real Madrid y Atlético de Madrid, porque miles de madrileños blancos o rojiblancos poblaban las gradas y perdían la voz animando a su pasión, como si fuese lo último que harían en su vida. Era un derbi, pero no era el Derbi. El Madrid iba a ganar y un empate sería esporádico, una situación extraña al común triunfo blanco.
2.- En el Derbi, cualquiera de los dos equipos podía ganar el partido, no había nunca uno superior a otro, más allá de presupuestos, fichas de jugadores, que quedan olvidados cuando los veintidós pisan el verde para luchar por muchísimo más que tres míseros puntos. Real y Atleti juegan como iguales, espejos que reflejan distintos colores, diferentes amores, pero misma sensación: querer ganar al rival y saberse capaz de lograrlo. En el Derbi no hay superiores ni inferiores, sólo vencedores y vencidos, ansiosos por recuperar la hegemonía en el siguiente Derbi. Eso es lo que ha recuperado el Atlético del Cholo.
3.- Simeone no conoce el techo de Diego Costa y presume que será el que el mismo jugador se ponga. Pues permítanme decir una cosa: tres cuartos de lo mismo se puede decir del propio Atlético de Madrid. Que el Atleti era buen equipo ya lo sabíamos todos, pero la dimensión que alcanzaría el proyecto del Cholo no nos la imaginábamos ninguno, ni los colchoneros más optimistas, ni siquiera Neptuno. Alcanzada lo que parecía la perfección con la Europa League y la Copa del Rey, el Atleti sigue creciendo como la espuma de un fermento con azúcares infinitos. Sin Falcao, han sido mejores que Barça y Real Madrid en apenas un mes. Y lo mejor es que parece que queda mucho margen aún para seguir mejorando.
4.- El Cholo ha cambiado incluso la concepción del término equipo que se podía aplicar a uno y otro generalmente. Mientras que el Madrid siempre era un equipo formado en simple proceso de desarrollo hacia la excelencia, el Atleti era un equipo siempre en construcción, inacabado, con muchas piezas desgastadas, rotas o sustituibles. Esta noche en el Bernabéu se han cambiado los papeles. El Atleti es un equipo señor, conocedor de todas sus ideas de juego, hasta las más pequeñas, y, lo más importante, capaz de ponerlas en práctica a altísimo nivel durante noventa minutos en varios partidos. El Madrid está en pleno proceso evolutivo hacia algo que el entrenador quería que fuese un fútbol asociativo, pero con piezas fabricadas para dominar el vértigo. Un alumno se sabe el librillo de carrerilla y otro no pasa ni el primer examen parcial.
5.- Y claro, los utensilios de los que se dispone no saben o no pueden aplicar las ideas o técnicas de una tecnología diferente, casi opuesta. Se atascan, no ruedan ni con el mejor lubricante y el producto obtenido resulta imperfecto, por no decir inservible. Si el Madrid quiere mandar desde el balón, Di María y Cristiano Ronaldo desaparecen, Khedira se convierte en prescindible e Illarramendi se cortocircuita. Más incluso cuando se enfrenta al que quizás sea uno de los equipos que mejor defiende un ataque en estático, como el Atlético.
6.- Ancelotti abrió a Khedira e Illarra, jugando ambos casi como interiores más que como pivotes. El vasco a la derecha y el alemán tirado en la izquierda, para evitar así, en teoría, las presiones altas de Costa y Villa, leones en busca de presas. Los dos madridistas se sumergieron entonces en el lodo colchonero, encarcelados entre Tiago, Gabi y sus interiores, Koke y Arda, salvajes (en el mejor sentido posible de la palabra) en la presión e inquebrantables en su labor. El Madrid perdió entonces vía de escape a la pelota desde atrás, primera victoria colchonera.
7.- Lo más grave del Madrid es que una vez el Atleti eliminó su salida de balón, no hubo nunca ningún plan B. El juego directo, alternativa más habitual del Madrid a su incierto juego de posesión, se convirtió en un frontón con los centrales del Atleti, muy junto en sus líneas, por lo que las conducciones de Di María y Cristiano tampoco tenían fruto, mientras que a Isco había que buscarlo con lupa para situarlo en el campo. Los cambios ofrecieron poco más de lo mismo, porque Gareth Bale siempre estuvo muy aislado (e incomodísimo) en la derecha y Modric apareció no mucho más y no mucho mejor que Illarramendi.
8.- El partido se estaba haciendo insufrible para el Madrid. Atrapado como agua en un embalse, tenía además que mirar mucho hacia atrás para no perder nunca de vista a Diego Costa. Ese chico es sensacional. No ha habido un balón que haya merodeado su zona de influencia que no lo haya peleado y casi siempre ganado, fuera con Ramos o con Pepe, con Arbeloa o Coentrao, incluso con Diego López. Marcó uno, en la misma portería en la que el marcó en la final de copa, la misma que perforó Miranda para dar el título, pero pudieron ser más. Y habría tenido más oportunidades si Villa hubiese tenido la trascendencia que se le presupone.
9.- Para ser honestos, el Atleti empezó a ser a partir del minuto once, el minuto del gol. Hasta ese instante, el Madrid salió con la misma, o parecida, mordiente de la época de Mourinho en los primeros cuartos de hora de los grandes partidos. Quince minutos a un alto nivel de exigencia física, con intensidad en cada balón y la vista puesta en la puerta rival. Empezó bien el Madrid, hasta el error de Di María, que perdió el balón a pocos metros de su propia área. Koke recogió el regalo de Filipe y sirvió majestuosamente el gol a Costa. Koke, qué partido. Inconmensurable trabajo, asistencia y recorte fastuoso con remate al palo.
10.- Costa acabó yéndose al banco lesionado después de haber sacado de quicio a todos los defensas madridistas, incluido el portero. Qué tendrá Diego que cabrea a tantos defensas. Quizás sea su figura de jugador de medio pelo, que hace confiarse al zaguero cuando arranca con zancadas kilométricas; su insolencia al ser marcado, nunca dando un balón por perdido; su trabajo para el equipo al aguantar el balón para desahogar una salida complicada. Pero sí, algo tiene Diego para que lo quieran Brasil y España.
y 11.- Morata salió por Isco entre sonido de viento entonado por un graderío más acostumbrado a vapulear por costumbre al eterno rival. Fueron los primeros pitos de la temporada no personificados en Benzema, síntoma inequívoco de que algo (o muchas cosas) no gusta al respetable de este nuevo Madrid de Ancelotti. Y una de las cosas que menos gustan es perder un derbi que era muy suyo. Morata le puso la fe del madridista de siempre, las ganas de ganar que faltaron hoy, y estuvo a punto de empatar de media chilena. Este Madrid necesita algo más de esa iniciativa, de ese empuje, al menos mientras las nuevas ideas no empiecen a germinar. El Atleti, en cambio, está en flor.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Dani Pozo (AFP)
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