"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
Internacional / Fútbol / Crónicas 2014-2015 / Inglaterra
1.- Con nueve bajas afrontaba el Manchester United la séptima jornada de la Premier League frente a un Everton que vivió un mes de septiembre a contrapié. Semejante cantidad de ausencias en el equipo de Louis van Gaal suponía un handicap de partida lo suficientemente grande para que el listón de la exigencia no fuera excesivamente alto, lo que al final terminó convirtiéndose en un paradójico colchón que le permitió al técnico red devil improvisar y obtener un resultado final positivo.
2.- Dentro de la curiosa escala futbolístico-musical propuesta por Jürgen Klopp la temporada pasada, según la cual su Dortmund era el representante del heavy metal y el Arsenal una orquesta, al Manchester United le vendría bien la etiqueta de equipo punk esta temporada. La velocidad, el ímpetu de la juventud y una inevitable y hechizante sensación de caos dominan sus partidos, en los que sus actuaciones pueden ir de la máxima inspiración a la debacle absoluta en cuestión de pocos minutos, como se pudo apreciar ante el Leicester City.
3.- Dentro de esa anarquía en la que se ha convertido el juego del Manchester United, el principal solista es Ángel Di María. El argentino se siente protagonista desde el primer minuto en Old Trafford, liberado en su nuevo papel de verso libre en el que él tiene la potestad de decidir cuándo iniciar y cuándo finalizar una jugada, sin sometimiento alguno a otros jugadores. Esto no implica obligatoriamente un mayor egoísmo del ex del Madrid, simplemente una libertad de elección que él agradece. A ello ayuda la ausencia de jerarquías en este remozado United, que ante el Everton presentó como capitán a Robin van Persie, quien está viviendo su tercera temporada en el club.
4.- Con Di María al frente, el Everton no supo cómo hacer frente tampoco al variado surtido de secundarios que estaban tras el argentino. Mata, Falcao y Van Persie eran amenazas suficientemente importantes como para poner toda la atención en el Fideo, más aún teniendo en cuenta que del trabajo sucio se encargaban Valencia y Blind, liberándolos de corsés tácticos. Mata tiene que aprovechar la sanción de tres partidos de Rooney para hacerse valer ante Van Gaal; y aunque su registro es más armónico que el de sus compañeros, quiere presentar una hoja de servicios indiscutible. Para empezar, firmó la asistencia del primer gol del partido, de la que se aprovechó, cómo no, un hambriento Di María para superar a Howard.
5.- El Everton apenas tenía peso, echándo de menos figuras de peso para Roberto Martínez. Coleman, Barkley y Mirallas son jugadores de tanta influencia en sus respectivas parcelas que cuando no están se nota. Si, como fue el caso, las tres ausencias se dan al mismo tiempo, el Everton pierde gran parte de su identidad, como se vio en Old Trafford. En el Teatro de los Sueños era el Manchester United el que corría, el que centraba, el que forzaba saques de esquinas e incluso el que ponía las patadas al adversario. Sin papel que desempeñar en la fiesta, el Everton solo podía esperar que el United también pusiera el cortocircuito sobre la mesa, lo que sucedió justo antes del descanso.
6.- Una de las pocas llegadas de Hibbert al área rival terminó con Shaw derribándolo y el balón colocado en el punto de penalti. Baines, consumado ejecutor de penas máximas, no pudo ante un inspiradísimo De Gea, que se ganó el abrazo del lateral zurdo infractor. Hay gestos que hablan por sí solos, y el de Shaw con De Gea denotaba un profundo agradecimiento. Esta vez el enajenamiento puntual de cada partido del Manchester United no tuvo castigo.
7.- El fútbol es un deporte caprichoso en el que la revancha siempre llega, y con un ritmo tan frenético, el Everton pudo desquitarse rápidamente en la segunda mitad. En la estrategia, donde el Manchester United está verde por obligación ante la ausencia de un once estable, es donde Roberto Martínez encontró la veta para seguir con vida en el partido. De una aparentemente inocua falta, en la que la defensa local permitió a Baines avanzar el centro varios metros tras un inteligente pase en corto a Barry, llegó el gol del empate. El lateral izquierdo no perdona dos veces, y puso el balón en el segundo palo, donde la cabeza de Naismith devolvía el equilibrio inicial al partido.
8.- Con un nuevo empate en el marcador, cabía la posibilidad de que el partido se volviera más táctico y contemporizador. No con el Manchester United, que seguía escribiendo su propia historia del encuentro, con Falcao calibrando el punto de mira cual killer con arma nueva y Di María sumando kilómetros sin descanso. El depósito del argentino parece no tener fin, y su entusiasmo en el correr es contagioso, devolviendo a su equipo la esencia de patios de recreo y pistas callejeras, un valor intangible que cada vez tiene menos presencia en el fútbol europeo.
9.- Con estos dos protagonistas alzando cada vez más la voz, el siguiente capítulo era inevitable. Un ataque previo que había obligado a Howard a salir de su área para evitar el peligro terminó con el balón en posesión del Fideo, que armó su pierna rápido para disparar. Su intento volvió a llegar al Tigre, quien tras muchos intentos por fin pudo gritar su primer gol en la Premier League al desviar el balón para que el portero toffee no pudiera detenerlo. Si el fútbol se ha vuelto más salvaje en Old Trafford, no le van a la zaga las celebraciones, en las que los goleadores compiten con la afición en un atronador duelo de gargantas.
10.- En la recta final, los dos entrenadores movieron con celeridad –no había otra forma de hacer las cosas en Manchester– los banquillos. Roberto Martínez buscaba soluciones y Louis van Gaal, un poco de oxígeno. La batalla de revulsivos la ganó el Everton, que con la entrada de Osman ganó en carácter, cualidad inadvertida hasta entonces en el encuentro, pero el veterano mediapunta se encontró con el último protagonista de la tarde, un De Gea que ayudó a que no quedara deslucida la exhibición ofensiva de sus compañeros.
y 11.- Apenas exigido durante todo el partido más allá del penalti detenido a Baines, la presencia del Everton en el área del Manchester United se hizo constante en la recta final. Experiencias anteriores poco gratificantes hacían que el aficionado local mantuviera la respiración, pero en esta ocasión la figura del portero de la selección española se agigantó con cada disparo rival. Cuanto más envenenados estos, más felinas sus respuestas para asegurar tres puntos que convierten a los red devils en el equipo punk de la Premier League, ruidosamente atractivo.
* Agustín Galán es periodista.
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