"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
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Verano. Una palabra que trae consigo todo. Lo bueno y lo malo. Las piscinas, los mojitos y las playas. También el calor, el sudor y el agobio. Viene con sol, mucho sol. Pero también con diversión y descanso. Parejas que empiezan un romance con fecha de caducidad y parejas que rompen porque la distancia y las hormonas juegan un papel peliagudo. Prisas por hacer maletas y kilómetros (sin manta) en coches con la ilusión de vivir unas vacaciones fantásticas. Y, para qué nos vamos a engañar, el verano también nos quita el fútbol. Nos regala pinceladas de partidos vacíos de todo, pero que siempre nos dejan a medias. Nos succiona los nervios y la emoción y nos inyecta una eterna e infatigable espera. Una espera que no todos reciben igual. A un lado, unos aficionados deseosos de volver a ver a su equipo, con esas nuevas piezas y esa ilusión renovada. Al otro, entrenadores con un rompecabezas importante para tratar de hacer un equipo compacto que cumpla (o supere) los objetivos marcados.
Luego existe un tercer grupo. En él está Diego Pablo Simeone. El argentino dirigirá su cuarta pretemporada al frente del Atlético y lo hace, de nuevo, con el objetivo claro de reinventarse. Porque los veranos de los rojiblancos, este último lustro, se han basado en lo mismo: carga física, Los Ángeles de San Rafael, alguna pequeña gira, cuatro partidos de pretemporada y cambio de piezas clave que se marchan por otras nuevas que llegan. Todo con el objetivo de no ser un equipo previsible; de evolucionar y seguir en la pomada. Y eso es lo que sigue moviendo al argentino a dirigir a este club. Retos nuevos, caras nuevas. Hombres con hambre que vienen a un club que lleva años asentado en una zona más que noble, en la lucha por títulos importantes. Incordiando y mareando el orden establecido. Y este 2015 no iba a ser menos.
Y eso que el comienzo del mismo no invitaba al optimismo en la hinchada rojiblanca. La marcha de un Miranda que se fue siendo héroe, pero se marchó como uno más; el adiós de un Mario Suárez siempre válido en los planes de Simeone; lo poco que ha durado un Mario Mandzukic que comenzó como una moto y acabó sin gasolina; y sobre todo la sorpresa de la marcha de Arda Turan (la pausa y la calidad del equipo) a un club rival de la propia liga hacían presagiar un mercado de fichajes duro. Pero las exigencias de Simeone y la inteligencia de Andrea Berta, principales valedores de lo bien que se ha movido el Atlético en este mercado, han acabado, por el momento, calmando las revueltas aguas del Manzanares. Carrasco, Savic, Jackson Martínez, Vietto, Filipe Luis y la vuelta de Óliver Torres parecen haber dado un empaque diferente al equipo. Eso, sumado a los nombres que ya estaban, ha hecho que el entrenador argentino vuelva a virar la dirección de su equipo un verano más. Si el cambio del pasado 2014 no resultó del todo, el de este puede ser realmente interesante.
No hay cambios entre los tres palos. La marcha de Thibaut Courtois el pasado verano dejó un vacío terriblemente complicado de rellenar. Llegaron dos porteros: Miguel Ángel Moyà y Jan Oblak. El segundo, a priori, partiría como titular (por precio y proyección), pero una inoportuna lesión le dejó sin pretemporada. El mallorquín acogió bien ser el titular del Atlético. Tras una buena Supercopa de España y unas primeras jornadas a buen nivel, se asentó en la titularidad. Con el tiempo, el aficionado (y el propio Simeone) empezaron a ver cómo Moyà era un buen portero, pero que andaba muy lejos de ser ese arquero, como el belga, que terminase dándote puntos que pueden acabar significando ligas. Pero Oblak, hasta que se lesionó Moyá, tampoco había demostrado estar a la altura que luego si adquirió. Héroe en la tanda de penaltis ante el Bayer Leverkusen, ya nadie movería al esloveno de la portería. Seguro, inteligente, atento y un valor en balones aéreos, parece claro que su rol, si no hay infortunios, seguirá siendo el mismo del final de la pasada campaña. La portería del Atlético de Madrid está muy bien cubierta. De eso no hay duda.
Dentro de las infinitas dudas de Simeone, es la parcela que más clara tiene los nombres que la compondrán. Juanfran en el lateral derecho, Godín y Giménez en el centro de la zaga y Filipe Luis por el costado izquierdo parece que serán los elegidos. Con ellos vuelve el muro que hizo campeón de liga al Atlético hace solo un año (con la salvedad del joven uruguayo por Miranda). Se conocen, se entienden y se apoyan. No exageraríamos nada si les proclamásemos como una de las mejores defensas del fútbol europeo. Las estadísticas no suelen mentir, y su crecimiento ha sido impresionante. Y en la retaguardia, más seguridad. Jesús Gámez se ha ganado, con mucho trabajo, ser el comodín de Simeone. En el lateral derecho o en el izquierdo, su presencia no rebaja el nivel de la zaga. Un hombre que pocas veces te dará un sobresaliente, pero que nunca te dará un suspenso. Notable sería su apellido. El resto, incógnitas. A Savic se le ha visto poco. Central contundente que tiende al despeje fácil, puede ser un parche en según qué partidos. Lucas Hernández, el otro comodín de la zaga. Central o lateral izquierdo, el internacional sub-21 francés tiene un futuro más que prometedor. Con planta de futbolista ya maduro y con la actitud del que se sabe ya buen jugador, pero con errores aún por pulir, puede tener muchos minutos. En la retina del aficionado atlético, su eliminatoria de Copa del Rey secando a Gareth Bale. Casi nada. Y el último, Siqueira, que sigue sin saber si será parte de este proyecto o formará parte del de la Juventus.
Aquí empieza el (delicioso) caos. A la espera de si Thiago Motta termina llegando a la disciplina rojiblanca (si no, Thomas parece que podría quedarse como cuarto mediocentro), los nombres son claros: Gabi y Tiago son fijos en este esquema. Tienen la total confianza del entrenador, pero la edad empieza a ser un punto a tener en cuenta. La pasada temporada del capitán atlético fue bastante floja, mientras que el portugués sí rindió a un nivel altísimo. Por ahí aparecía el nombre de Koke. El propio Simeone lo dijo: “Koke jugará de mediocentro para que nos dé una salida más limpia de balón”. Pese a eso, en los experimentos de pretemporada el Atlético ha mejorado su juego con Koke en una posición más adelantada, escoltado por, y aquí viene otro gran cambio, Saúl. El canterano, que llegó de la cesión del Rayo Vallecano el pasado mercado, fue utilizado por Simeone en posiciones similares a las de Arda o Koke. Pero parece que el argentino le ha encontrado un acomodo más lógico a sus características. Donde brilló en Vallecas y en las selecciones inferiores: el pivote. Ahí Saúl se encuentra cómodo. Toca más el balón y su inteligencia dentro del terreno de juego también se hace notar.
Estos nombres pueden dar a Simeone la primera variante (dado que los cuatro de atrás son inamovibles). Acostumbrado a jugar con doble pivote (ya fuesen Gabi y Tiago, Tiago y Mario o Gabi y Mario), habrá encuentros donde podrá poblar el centro del campo con Saúl por delante de la defensa y Gabi, Tiago o Koke algo más liberados más arriba. Aunque tras cuatro años, tampoco vamos a engañarnos, se sabe que Simeone es un hombre de ideas fijas con ligeros cambios según el rival. De ahí que parezca más que probable que la idea de Koke de pivote sea más una ayuda o emergencia que una constante. Veremos.
Más baile. Pero del bueno. Parecía el fin con la marcha de Arda Turan. El futbolista turco era el único, al menos la pasada temporada, capaz de dar calma y mantener algo de nervio con el balón. Un cronómetro andante que guiaba a qué velocidad debían sus compañeros correr. En su debe, ser poco contundente en tareas de asistencia y en materia goleadora. Pero todo equipo exento de jugadores de calidad, que pierda al mejor en esas lides, parece retroceder. Y eso ha hecho el Atlético. Retroceder un paso, pero para avanzar cinco. Ha llegado Yannick Carrasco. Muchos le han vendido como el sustituto natural del turco, pero solo se parecen en la barba. Donde Arda Turan pone tranquilidad, Carrasco pone electricidad. Uno aminora el tempo, el otro lo acelera. Carrasco es un futbolista de los inquietos, driblador y desequilibrante (perfil necesario en el nuevo Atlético). El belga tiene un buen uno contra uno, pero además posee mayores registros asistentes y goleadores que Arda Turan. Habrá que ver su crecimiento, pero Simeone ha perdido a un jugador que pronto llegaría a la treintena por un chaval. Las ganancias (o pérdidas), a medio y largo plazo.
También tenemos a Raúl García y Óliver Torres. Raúl conoce el sentimiento atlético. Necesario para que los nuevos se aclimaten y entiendan adónde han llegado. Su papel va a perder protagonismo dentro del terreno de juego. Eso parece cada verano. Pero la confianza que tiene en él Simeone es notable. Siempre, siempre, en los partidos de los denominados gordos, el carácter contagioso del navarro termina en el terreno de juego. No duden de él. Parte como claro suplente, pero terminará siendo importante. Junto a él, un Óliver Torres que ha terminado de ganarse a Simeone tras su maravillosa temporada en Oporto. Jugador inteligente, perspicaz y con una calidad sin techo visible. Las pérdidas de balón y su, en ocasiones, poca fe defensiva parecen cosas del pasado. Está dentro del proyecto y el Cholo quiere que sea importante. Puede ser la manija de este Atlético y, junto a Koke y Saúl, hacer del Atlético un equipo que toque y lo haga realmente bien. Solo él sabe qué papel tendrá. Solo de él depende.
Pero aquí empieza el verdadero come, come del preparador argentino. Ángel Correa, Luciano Vietto y Antoine Griezmann son tres futbolistas jóvenes que parecen destinados a ser muy importantes en el fútbol futuro (y presente). Angelito, que tuvo que superar un problema grave de salud la pasada campaña, ha empezado este verano junto a sus compañeros. Aún se pone en duda su continuidad en el club (podría venirle bien una cesión), pero por talento y explosividad podría ser muy útil en las variantes de esta temporada. Puede jugar en cualquier parcela atacante, aunque al parecer Simeone le quiere por detrás de los delanteros. Pero el principal problema lo tiene con dos jugadores que conoce muy bien: Vietto y Griezmann.
La llegada de Jackson Martínez, que será el delantero centro del equipo, mantiene en un dilema a los técnicos rojiblancos. El curso pasado costó meses hacer que el delantero francés se sintiese bien como punta de lanza del equipo, abandonando así la banda izquierda que le hizo llegar procedente de la Real Sociedad. Marcó 22 goles en liga tras cuatro discretos meses iniciales. Parecería una locura alejarle del área con un equipo que tendrá más el balón que en temporadas anteriores. Y, al otro lado, Vietto. Un extraordinario segundo punta que perdería mucha eficacia si jugase en la banda o por detrás de los delanteros, pero del que juega a su favor la manera tan fácil y segura que tiene de tocar la pelota, buscar apoyos y generar espacios. Aunque viendo la cantidad de desmarques que puede tirar a lo largo de un encuentro, no será fácil encontrarle sitio.
Y en la delantera de vieja escuela, dos nombres (ya que Raúl Jiménez es más que probable que salga). Aquí puede haber menos dudas. Por precio y edad, parece que Jackson Martínez partirá como titular y Fernando Torres como suplente. A Simeone siempre le ha gustado jugar con un delantero capaz de aguantar el balón, dar apoyos y que sea veloz (con la espinita de Mandzukic). El colombiano lo tiene todo. Es un portento físico, es rápido, no está exento de calidad y puede bajar con el pecho una lavadora y convertirla en una jugada de peligro. Y tiene algo primordial y necesario: gol. Con dar la mitad de lo que dio Falcao, su fichaje habrá sido rentable. Mientras, Fernando Torres se encuentra en su mejor momento de los últimos años. Ha podido hacer la pretemporada al completo con sus compañeros, se le ve físicamente en un estado muy alto y tiene ganas y hambre de títulos con su Atleti. Terminará siendo importante su presencia, su actitud, y su acierto de cara a gol.
El Atlético de Madrid ha dejado de ser un equipo del que sabes cómo va a jugarte. Eso se acabó. Simeone puede manejar varios esquemas para un mismo partido. 4-2-3-1; 4-4-2; 4-3-3… Todos válidos y todos para atacar y defender de diferente manera. Puede ser pronto para aventurarse, pero podría verse un Atlético con Koke, Saúl, Óliver, Vietto o Griezmann juntos ante equipos de la parte baja de la liga; mientras que en partidos de mayor exigencia física, Gabi y Tiago parecen fundamentales y fijos. Veremos momentos de Jackson, Vietto y Griezmann juntos, como habrá partidos donde Carrasco cuelgue balones para Raúl García y Jackson Martínez. Es agosto, queda todo el año por delante y al final todo puede quedar en nada, pero la realidad es que Simeone cuenta con la mejor plantilla desde que es entrenador del Atlético. Ya ha demostrado lo que es capaz de hacer con plantillas inferiores a las de sus rivales. Veremos de lo que es capaz con una algo más equiparada (aunque igualmente lejana). Sea comos sea, parece que este año se van a divertir en el Vicente Calderón. Que empiece el fútbol y termine el verano. Por favor.
* Imanol Echegaray García es periodista.
– Fotos: EFE – Atlético de Madrid
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