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"¿Cómo se analiza lo que no se conoce?". Ignacio Benedetti


Fútbol / Informes España

El cambio del Athletic

por el 13 marzo, 2013 • 17:28

ES EL MOMENTO

Comenzaba la andadura liguera del Athletic Club justo como empezó la pasada, siendo un equipo dubitativo, sobre todo, en cuanto a resultados se refiere. Muy inestable en cada partido, recibiendo muchos goles, aunque también haciendo una buena cantidad.
Incluso, en las primeras jornadas de liga, ese súper Athletic que llegó con aspiraciones de ganar Europa League y la Copa del Rey tenía más problemas para mantener su portería a buen recaudo. Hasta 14 goles en contra recibieron los leones en las primeras 7 jornadas. No se quedaría atrás en la actual liga. Diez goles a favor y el mismo número en contra podrían dar esperanzas al aficionado o simpatizante del Athletic, pensando que este rumbo se podía enderezar como pasó la pasada campaña.

Pero algo ha cambiado. Todo el mundo habla del aspecto físico, de los 12-13 jugadores de Bielsa, refiriéndose al bajo número de jugadores que utiliza el entrenador, por lo que estarían agotados. Se hace referencia a la baja de Javi Martínez, a la pseudobaja de Fernando Llorente, a las equivocaciones del que pintan más que loco, Bielsa, y otra vez al aspecto físico. Todo esto ha influido, no se puede obviar. Dejar de utilizar a Fernando o Javi en cualquier equipo del mundo sería un palo duro de reponer. En los vascos, más. Analizaremos más adelante estas bajas, pero intentaremos ir más allá.

Se atisba que algo ha cambiado en la mente de los feroces leones que fueron capaces de hincarle el diente al Manchester United en su propio feudo.

Lo más comentado, sin duda, la estrepitosa debacle de Copa donde el Eibar, un equipo a priori bastante inferior, que le ganó a doble partido siendo la vuelta en San Mamés. Palo duro para los de Bielsa, uno más. Porque en la Europa League el equipo vasco se quedó por el camino en un grupo en el que muchos pueden pensar que el año pasado habrían terminado primeros. Más palos.
Y sí, algo ha cambiado. El equipo que enamoró el año pasado, ese que todos animaban por Europa se fue. La casta parece que se agotó, los resultados no acompañan pero, lo que es más preocupante, parece difícil que se le pueda dar la vuelta a la tortilla. Un juego parecido al de la temporada pasada (aunque con matices) no es suficiente para continuar ni en Copa ni en competición europea. Además, la liga se está poniendo complicada, cada vez más. A estas alturas, el año pasado, el Athletic llevaba 11 puntos más, además iba en 7ª posición (ahora es 14º). Todo esto serían solo números si las sensaciones fuesen parecidas. No lo son.

Este Athletic Club ha recibido la friolera de 50 goles en contra. Solo el Deportivo de La Coruña ha encajado más, siendo este el último clasificado de la tabla. No suficiente con esto, los goles a favor han disminuido. Hasta once goles más llevaba el equipo el año pasado a estas alturas. Todo esto crea ese conocido ambiente que hay todos los años en un par o tres campos de primera división. Ese runrún que apareció en Villarreal el año pasado, por ejemplo. Acabando, a la postre, por consumarse el desastre.

Siendo preocupante la facilidad con la que reciben tantos, y la poca precisión a la hora de convertirlos. Parece que cuando llegue la estabilidad defensiva, los resultados positivos pueden llegar.

EL JUEGO

Siendo un juego parecido, con mucha garra, acumulación de efectivos de segunda línea en el ataque, delantero cazagoles… sigue sin ser lo mismo ya que el alma se quedó en el camino. Cuando alguien hace algo a conciencia, cuando cree que puede y sabe que creyendo podrá, cuando todo el mundo rema hacia el mismo lado, normalmente las cosas salen incluso mejor de lo que se puede llegar a imaginar. Es el poder de la mente.

Este equipo, parece, ha dejado de creer. De creer y de crecer. Ya no vale una forma física envidiable, esos movimientos automatizados. La convicción en uno mismo se ha volatilizado. Como queda demostrado en el preocupante punzón en el que se convierten los saques de esquina y faltas laterales. El equipo es un flan y eso viene dado, parece, por la confianza de cada uno de los componentes del club.

Es Marcelo Bielsa, por lo visto y escuchado, quien más cree en los jugadores. Esperemos que también sean los jugadores los que sigan a su entrenador con el mismo corazón y gratitud que él demuestra.

Con todo esto, el Athletic hace las mismas incorporaciones al ataque, ya que De Marcos, Muniain y Ander Herrera son jugadores que, llegando desde atrás, pueden hacer mucho daño a los equipos rivales. Pero hay algo que no sigue igual. El repliegue o intensidad de presión tras la pérdida de balón es, creo, notablemente más lenta. Suficiente para que cualquier equipo con unas bases sólidas pueda montar un contragolpe de considerable peligro. La transición ataque-defensa es otro de los puntos débiles de este Athletic. Además, el juego asociativo que daba algunos de los titulares el año pasado se ha disipado. Las alternativas a las bajas dan muchas cosas buenas, pero no tan buenas como las pasadas.

La mayoría de los partidos terminan por ser correcalles. Correcalles que haciendo una presión lenta y poco agresiva, acaban por ser una condena. Sufre el medio defensivo (normalmente Iturraspe), sufren los centrales y laterales para defender esas transiciones rápidas del rival. Al acabar, finaliza el partido padeciendo cada uno de los jugadores que pisan el terreno de juego.

Las pocas ayudas y subidas del lateral (jugada vista mil veces en la anterior campaña) y las malas elecciones del hombre con el que combinar ayudan a que la recuperación del rival sea franca para el contragolpe o el ataque rápido, ya que la vuelta a la defensa se convierte en una odisea.

Poca seguridad a la hora del pase, asistencias que se transforman en complicados controles, controles difíciles que acaban por ser imposibles. Imposibles para una correcta finalización. Ahí la clave: la no finalización de las jugadas. Al recuperar, con campo abierto, el rival se encuentra como pez en el agua y crea ocasiones que parecen nacer de la nada.

Se acabó la magia y con ella las permutas de posición, los ataques a oleadas y la tranquilidad en, para mí, una de las cosas más importantes del fútbol tanto con balón como sin él: la correcta elección.

Todo hace que el juego se resuma en demasiados balones paralelos a la línea de banda (y normalmente elevados). Incorrecta solución cuando pasa a ser la decisión habitual, casi la única.

Y esto sucede por el mínimo/absoluto apoyo en corto de los medios-interiores, que en el pasado sí eran capaces de alternar fórmulas en ataque. Si seguimos mirando hacia atrás, el mediocentro defensivo da muy pocas salidas a los defensas, alejándose en exceso del balón. El conjunto de errores provoca demasiados balones largos que hacen previsible al equipo.

La cantidad desmesurada y la calidad dudosa de los desmarques de ruptura hace que existan jugadas en las que hasta cinco jugadores realizan un desmarque parecido, quedando entre balón y atacantes demasiado espacio. Esto aumenta exponencialmente las pérdidas a la vez que la indecisión sube segundo a segundo y con ella los pases excesivamente complicados de recibir.

Esos atacantes, si el pase se demora (por error del defensa o del centrocampista), terminan todos ellos a la altura de la zaga rival, haciendo fácil el corte de balón.

La cadena de errores llega a su fin. La misma posición donde acaban los que deben y tienen que crear peligro en el Athletic Club, evita que en esos pelotazos algún jugador vasco cace un rechace defensivo rival, o saque ventaja de alguna acción propia, técnica y acertada. Al estar quietos, las segundas jugadas quedan casi siempre reservadas a los jugadores contrarios.

Cuando, en algunas ocasiones, los leones han conseguido alternar ataque en largo y ataque en corto, el daño al rival ha sido menor del esperado por la falta de disparos. Se terminan muchas menos jugadas, se crea menos sensación de peligro y el rival tiene más opciones de sacar partido tras recuperación. Resultado: Vuelta al correcalles. El pez que se muerde la cola.

LA PSEUDOBAJA DE FERNANDO LLORENTE

Después del revuelo, el Athletic miró hacia el futuro. Marcelo Bielsa ha confiado en Aritz Aduriz, un suplente en el Valencia, para que fuera el encargado del gol, y vaya si lo ha aprovechado.

Doce goles en la liga le avalan, aparte de rematar todo objeto parecido a un balón que se ha cruzado en su camino. No hay duda, es un rematador nato, es un goleador, pero no es Llorente. No por la calidad, que también. No por el gol antes mencionado. Más bien por el juego que emana el denominado Rey León. Y me explico.

El Athletic de Bielsa era todo potencia, gente de toque para construir jugadas elaboradas y… Llorente. Ese era un gran Athletic. Cuando el rival apretaba las clavijas y daba a entender a los leones que por el suelo iba a ser difícil jugar, entonces, los pases/asistencias/cambios de orientación desde detrás a Fernando intimidaban al rival de tal manera que le hacían recapacitar sobre el intento de presión del juego en corto. Era en ese momento cuando el Athletic aprovechaba su oportunidad. Golpeaba a sus rivales con el mazo de su propia indecisión y acababa por, normalmente, llevarse el gato al agua. Ahí podían elaborar jugadas que terminaran en peligro saltando una línea de presión, o incluso dos.

Aritz es un goleador, un luchador, incluso intenta las labores de Fernando antes mencionadas… pero no se asemeja al internacional, quien es capaz de superar a cualquier defensa con sus temporizaciones ofensivas y su juego hacia las bandas o el toque de cara.

LA BAJA DE JAVI MARTÍNEZ

Mucho más dolorosa ofensivamente que de forma defensiva. Aunque una hace que la otra también se tambalee. Ha hecho mella en ambos aspectos. Era el escogido para sacar limpia la pelota. Con mucho más talento técnico que San José, Amorebieta o Gurpegi una vez reconvertido a defensa central. Daba continuidad al juego, ese juego que le daba al club una salida corta y una larga, incorporándose desde atrás al centro del campo cuando el partido lo necesitaba, para sacar el balón con mayor criterio. Después, a la hora de defender, tácticamente dejaba muy pocos resquicios a delanteros y mediapuntas. Sí es verdad que sufría un poco más cuando le tocaba bailar con la más rápida, pero lo suplía todo con carácter y su inmensa calidad posicional.

Fiel amigo de Llorente aún estando en partes opuestas del campo. Era quien entregaba esos balones que tan bien bajaba y hacía jugar el delantero centro internacional.

EL PROBLEMA EN LA LÍNEA DEFENSIVA

Gente de la casa, joven, esperando la oportunidad de su vida mezclada con jugadores curtidos en mil batallas. Parece la mejor combinación posible, pero aún no ha dado el entrenador con la tecla. Irrumpió Laporte, en quien Bielsa ha confiado mucho (lleva prácticamente los mismos minutos jugados que Amorebieta). Este último es otro con bajón de minutos e importancia.

Por su parte, Ekiza es un jugador que se maneja entre el partidazo y el error. Ha cogido fuerza y ha jugado casi el doble de minutos que la temporada anterior. Al igual que Gurpegi, que sigue sumando minutos, cogiendo forma y dando alternativas a Bielsa. Los laterales: casi siempre los mismos, teniendo por supuesto más galones Iraola siendo de los jugadores con más minutos esta temporada. No terminan tampoco de estar finos con Aurtenetxe de forma cada vez más habitual. Problemas de colocación, errores en las elecciones con y sin balón (sobre todo en las subidas).

EFECTO ITURRASPE

Se hablaba desde el País Vasco del Busquets de la Catedral.

Una colocación encomiable y un entendimiento del juego casi perfecto hacían del centrocampista más retrasado en el campo uno de los más completos en estos lares. Acabó siendo uno de los fijos del Loco Bielsa gracias, además de sus múltiples cualidades, al posicionamiento de los medios e interiores del equipo, que realizaban tanto desmarques de apoyo como de ruptura, siempre escalonados. Para entendernos, dando ayudas al bueno de Iturraspe, nunca dejándolo solo al 100 %.

Este efecto se ha ido desvaneciendo durante esta temporada. Con un descenso importante de minutos y de peso en el equipo (ha bajado casi 500 minutos de un año a otro en las mismas jornadas). El medio de contención ha empezado a ser cuestionado. Jugadores difíciles de elogiar en las retransmisiones deportivas, pero con un trabajo que, aún pasando desapercibido, es necesario siempre.

EL ENREDO DE MUNIAIN

Delicioso jugador que, con el balón en los pies, puede montarte un lío importante en cualquier momento. Entendió a la perfección el juego que se le pedía la campaña pasada. Ahora, se va apagando su luz cada vez más rápido mientras los partidos pasan y pesan.

Con menos trabajo de creación del joven talento, el Athletic sufre por los cuatro costados.

Desaparecieron esas incursiones por el centro que terminaban por acabar en una banda o viceversa, creando verdaderos quebraderos de cabeza al rival. Se le espera a sabiendas de que, cuando él empiece a funcionar, la Catedral tendrá muchas más posibilidades de volver a rugir.

LAS BANDAS, SUS MEJORES ALIADAS

Ya el año anterior las incursiones por la banda eran plato típico en Bilbao. También lo son este año, aunque en menor grado por el simple hecho de que el balón les suele llegar en peores condiciones, por lo que cuesta crear superioridades con peligro. Susaeta, igual de importante que antaño, e Ibai hacen de las bandas uno de los puntos a tener en cuenta al enfrentarse al Athletic. Aduriz estará siempre encantado de ayudar a sus compañeros creando peligro en centros, jugadas y pases venidos del costado. Los cambios de un extremo al otro crean el mayor peligro este año.

PRINCIPIO DE RECUPERACIÓN

Dos semanas seguidas consiguiendo los tres puntos. Primer dato importante y positivo. Dos jornadas seguidas sin encajar gol. Segundo dato importante y más que positivo.

Catorce días soplando bien fuerte para tirar abajo el muro que les impedía marcar y, por consecuencia, puntuar. Parece que se puede salir del bache que parecía de dimensiones insalvables.

Dos victorias por la mínima (una en Pamplona y otra en casa contra el Valencia) hacen subir a la 14ª plaza al Athletic. Esto deja un colchón de puntos, aunque no demasiado grande. La aparición de jugadores de banda, las incorporaciones y repercusión de los jugadores de segunda línea y la entereza defensiva hacen que la luz se vea cada vez más cerca. Que dure. Que siga este afán por superar la difícil situación que se atraviesa.

Otro despiste puede mandar al traste todo. Falta mucho para ser el Athletic del pasado, pero este es el camino. El camino que se tomó en Pamplona. En menor medida el que se intentó contra el conjunto Ché. Ya que se le concedieron demasiadas posibilidades que con un poco de puntería podría haber costado más que caro. Sigamos confiando en ellos.

 

AHORA O NUNCA

En el intento de volver a sus orígenes, a aquellos que hicieron del Athletic un ejemplo a seguir, Marcelo Bielsa sigue intentando dar con la fórmula secreta, y los jugadores poner un poco porque el barco siga a flote.

La falta de espíritu les ha pasado factura, seguro, junto a muchos otros aspectos (tanto a entrenador como a jugadores).

En busca de la identidad salen a relucir nuevas perlas de la cantera, gente que deberá coger confianza para, junto a las necesarias vueltas de hombres importantes, dar la cara por el club de sus amores.

Un juego demasiado previsible, unas carencias difíciles de suplir y de saber sufrir, hacen que el Athletic lo esté pasando realmente mal en la actual liga española. Todo se podría revertir poniendo todos su granito de arena. Hay grandes jugadores, hay un gran entrenador (a mi parecer), hay materia prima, hay club y sobre todo hay afición para intentar escapar de los fantasmas que acechan equipos a partir del mes de marzo.

Objetivo: Salvar la temporada y planificar mejor la siguiente.

Es el momento, aún hay tiempo.

*Jorge García Huesca


– Fotos: Athletic Club – Z. Alkorta (Noticias de Navarra) – EFE




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