"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
Laurence tiene un alumno aventajado en sus clases particulares de francés. Un alumno que no siempre puede garantizar su presencia porque su profesión le obliga a recorrer todo el territorio del país vecino. Laurence es un personaje anónimo, pero es el responsable de un asunto capital, como es el proceso de adaptación lingüística de Antonio García en el Paris Saint-Germain. El de La Llagosta estudia tres horas semanales para poder integrarse en un vestuario políglota donde el castellano o el inglés están a la orden del día, pero en el que el idioma galo es indispensable para marcar las jugadas. Su mujer, Marta, también ha aceptado el reto. Si no hay contratiempo alguno, la ciudad bañada por el Sena será su hogar durante los próximos años. Allí crecerá el pequeño Lucas. Es imposible que se haga mayor sin heredar el amor de su padre por el balonmano. A sus nueve meses, y perfectamente uniformado con la equipación del PSG, no se pierde ningún partido de su progenitor en el Stade Pierre de Coubertain. Eso sí, para que no se desconecte de sus raíces, el pequeño Lucas también sigue la Asobal de cerca. Quizás, cuando la crisis no golpee tan duramente la competición, la saga García podrá volver a casa. A la primera, Granollers, o a su segunda, León.
A mediados del mes de junio del 2012 saltaba la noticia. Antonio García formaba parte de la expedición de exiliados que abandonaba España. El PSG y su faraónico proyecto deportivo garantizaban una tranquilidad económica que León nunca pudo asegurarle. Tras haber dejado en el pasado a su querida Granollers, Antonio se vio obligado a abandonar una ciudad que le había tratado como a un ídolo y que había visto nacer a Lucas. 778 kilómetros separaban La Llagosta de León, pero la afición ademarista siempre le hizo sentir como en casa. Ahora, el lateral izquierdo catalán experimenta la calma que supone preocuparse simplemente del terreno deportivo. El PSG poco o nada tiene que ver con el Granollers y el Ademar. El nivel de profesionalismo es máximo. La exigencia física, una prioridad.
Antonio García tuvo una oferta del Nantes para seguir los pasos de tres de sus compañeros de selección. De hecho, su firma estuvo a punto de rubricarse en un contrato. Hasta que se cruzó en su vida el PSG, un conjunto llamado a marcar una época y en el que también ha desembarcado su compatriota José Manuel Sierra. En el Nantes, Alberto Entrerríos, Jorge Maqueda o Valero Rivera Jr. conforman una amplia representación nacional. El hijo del seleccionador es, sin lugar a dudas, el exiliado más veterano de los seis que juegan fuera de nuestras fronteras. Vive su tercera temporada alejado del calor hogareño, por lo que es un desconocido para buena parte del público nacional. Pese a que muchos puedan considerar que su convocatoria para el Mundial se debe a su parentesco con el seleccionador, el extremo izquierdo del Nantes presentó su candidatura como hispano al ser elegido mejor jugador de la Liga francesa.
Un aventurero decidió llevar el exilio algo más lejos. Gedeón Guardiola dejó atrás las penurias extradeportivas experimentadas en el San Antonio, para disfrutar junto a su hermano gemelo Isaías de la localidad de Mannheim, de su nuevo equipo el Rhein-Neckar Löwen y, sobre todo, de una Bundesliga que debería servir como ejemplo en todos los sentidos para la Liga Asobal.
Seis jugadores exiliados de un total de diecisiete convocados. Y podrían ser siete si el propio Cristian Ugalde, actual jugador del Veszprem húngaro, no hubiera sufrido una lesión en los isquiotibiales que le privara del sueño mundialista en el último suspiro.
La Roja más internacional de su historia coincide, curiosamente, con la disputa de un Mundial en casa. Los jugadores que llevan cuatro meses experimentando morriña en Francia y Alemania llegan a la cita con una dosis extra de motivación e ilusión. Los diecisiete –exiliados o no– deberán demostrar durante el campeonato que Valero Rivera no se ha equivocado al otorgarles la categoría de hispanos y que el destierro ha valido la pena. El pequeño Lucas estará ahí para verlo.
* Noelia Quero es periodista.
– Foto: Franck Fife (AFP)
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