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"Donde está la fuerza también está, en ocasiones, la debilidad". David Llada


Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Francia

Ibrahimovic y diez más

por el 17 marzo, 2014 • 0:04

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El fútbol es un deporte colectivo, sí. Pero posiblemente, este tópico tan famoso se esté quedando últimamente muy pasado de moda. Las modas van y vienen, y el fútbol no es ajeno a ellas. Que si el falso nueve, que si el trivote, que si jugar con tres centrales… Al final, la calidad individual se impone por encima de todas las cosas.

El PSG es ese equipo que intenta combinar el colectivo con lo individual. Es el que más posesión acumula por partido en la Ligue 1, pero además, tiene al jugador con más goles de Europa, tiene al que más asistencias da en Francia y tiene al  que más veces intenta marcar gol por partido. En definitiva, el fútbol depende mucho del jugador y el jugador depende mucho del equipo.

A Ibrahimovic parece que le da igual el rival que tenga delante. Nunca cambia su forma de jugar. Lo hemos visto siempre a lo largo de su carrera, pero posiblemente en Francia sea el lugar donde mejor está rindiendo. El Mónaco había metido presión a los parisinos tras vencer en el difícil campo del Lyon dos horas antes, por lo que la victoria del PSG era obligatoria. Los parisinos jugaban ante una de sus bestias negras en las últimas temporadas, el Saint-Étienne, que venía de perder ante el Lorient, pero de ganar al Mónaco hace tan solo dos semanas. El Saint-Étienne es el clásico equipo que en su campo parece de Champions pero que fuera de casa se transforma. No da la talla nunca y además, varios de sus jugadores son irreconocibles cuando juegan fuera del Guichard. Son los casos de Guilavogui, Brandao o el propio Kurt Zouma, un central que ha fichado el Chelsea por diez millones y que está realizando una temporada muy irregular.

Recapitulemos: Ibrahimovic se lesiona en el minuto 77. Le duele mucho el tobillo pero decide seguir jugando, forzando, corriendo a todos los balones como si le fuera la vida. Ahora, ¿ustedes recuerdan a un Ibrahimovic tan solidario, tan resolutivo, tan decisivo y tan autoritario? ¿Es Ibrahimovic el mejor jugador de la historia del PSG tras superar en el mes de marzo los 38 goles que hizo Bianchi en la 1978/1979 siendo el mejor registro hasta hoy de un delantero en el PSG? Posiblemente no podamos responder a ninguna de estas cuestiones, pero Ibrahimovic volvió a decidir por enésima vez un partido en el que el PSG jugó a medio gas y en el que el Saint-Étienne mereció algo más en la segunda parte.

SOBRADO HACIA EL TÍTULO

El Paris Saint Germain sentía el aliento del Mónaco. El equipo de Ranieri se ponía a cinco puntos y obligaba a los capitalinos a conseguir una victoria ante un rival al que no habían ganado en los tres últimos enfrentamientos en la Ligue 1. Blanc apenas rotó, pero sí que sorprendió con la entrada de Cabaye antes que la de Verratti. Sorprender entre comillas, ya que el italiano venía de lesión y el exentrenador del Girondins no quiso forzarle. El esquema sería el de siempre, solo que quizás esta vez el PSG tendría mucha más velocidad de transición con Cabaye cerca de Matuidi.

El partido del PSG no fue ni mucho menos brillante. El repliegue intensivo del Saint-Étienne en los primeros minutos dificultó en exceso las superioridades parisinas. Cabaye tuvo que acercarse mucho a Maxwell y los ataques se limitaban en la banda derecha, donde Lavezzi permutaba mucho con Ibrahimovic y Maxwell atacaba a Zouma –no es lateral derecho, es central-–para hacer sufrir. Así llegaron las primeras incorporaciones del equipo de Laurent Blanc, pero al PSG le seguía faltando mucha fluidez en la zona de tres cuartos.

En defensa, el PSG también sufría mucho para replegar. El Saint-Étienne comenzó a combinar en tres cuartos de campo y a atacar la espalda de Cabaye. Así llegó la ocasión más clara para los visitantes en la primera mitad. Gran combinación de Trémoulinas con Tabanou, remate seco del exjugador del Toulouse y paradón de Sirigu. Ahí fue cuando Ibrahimovic se dio cuenta de que necesitaba entrar más en combinación con el equipo. El sueco, en la primera vez que bajaba a recibir al centro del campo, generó una superioridad que fue aprovechada por Matuidi –en posible fuera de juego; ahora diremos por qué–, que le devolvió la pelota a Ibra para que este batiera con la izquierda a Ruffier. El PSG no había disparado a puerta aún, pero con la calidad del sueco encontró los espacios necesarios para encontrar el gol. Fue fuera de juego, ya que pese a que Bayal Sall toca la pelota antes de que llegue a Matuidi, no es intencionado y por tanto, cuando Ibrahimovic suelta la pelota, el mediocentro está en fuera de juego. El gol no debió subir al marcador, pero el árbitro decretó que sí era legal.

Tras el gol, el PSG comenzó a encontrar espacios. Prosiguió atacando por la banda izquierda y Cabaye se acercó más a Motta para evitar las contras del Saint-Étienne. Pese a que el juego seguía siendo muy espeso, Ibrahimovic atrajo a tres jugadores del Saint Étienne para dejar solo a Matuidi, que se la cedió a Cavani y este, con un sutil centro, se la puso a Ibrahimovic, que más por intuición que por otra cosa puso el 2-0 en el marcador. Sin hacer demasiados esfuerzos y gracias a un genio como Ibra, el PSG había sentenciado casi el partido. Y hay que destacar a Matuidi también. El francés no hace ruido, pero solo con sus desmarques habilita un espacio para que cualquier jugador de ataque del PSG lo aproveche y se convierta en oportunidad de gol. Sus permutas con Lavezzi, Cavani o el propio Ibrahimovic gustaron a Blanc, que afirmó después en rueda de prensa que el partido no le gustó nada. Al descanso, el PSG ganaba en parte gracias a Ibrahimovic.

La segunda parte fue un puro trámite para los locales. El Saint-Étienne adelantó líneas y por momentos hizo sufrir al equipo de Laurent Blanc. Guilavogui se colocó de interior e hizo una labor brutal de sacar de su sitio a Motta y sobre todo a Cabaye, que defensivamente sigue dejando mucho que desear. Sirigu se lució con varias estiradas que confirman que es uno de los mejores porteros del momento y el ataque parisino desapareció por completo. Ibrahimovic estuvo bien cubierto, Cavani siguió con su irregularidad tras volver a los terrenos de juego de una lesión y Lavezzi, más de lo mismo. La entrada de Verratti y Moura le dio más oxígeno al PSG. El italiano se situó por delante de Motta y aguantó bien la posesión del balón. El brasileño, por su parte, aportó como siempre una explosividad y una velocidad plástica que siempre cambian de ritmo los partidos. Para alivio de Blanc, el PSG acabó con la portería a cero y se llevó un partido muy gris, decidido por el de siempre, por Ibrahimovic, por un jugador llamado a marcar una época en Francia.

EXPERIMENTÓ Y SALIÓ MAL

El Saint-Étienne llegaba a París dispuesto a dar la campanada. El empate inesperado del Lille en casa ante el Nantes podía situar a Les Verts a solo dos puntos de los norteños en caso de victoria. Lamentablemente, el triunfo no estuvo cerca de producirse. Galtier sorprendió a más de uno con un esquema que seguramente ningún aficionado habría firmado antes del partido. Un sistema muy defensivo que nunca contó con numerosos apoyos en ataque y que cuando vio la luz ya era demasiado tarde.

La primera variación de la noche estaba en la defensa. Kurt Zouma, uno de los mejores centrales de la Ligue 1 a sus 19 años, actuaría de lateral derecho por encima de Clerc, que sin motivo alguno comenzaría el partido desde el banquillo. Zouma ya demostró el año pasado ser un jugador que en la banda derecha acusa mucho su lentitud y por tanto no tiene capacidad para actuar ahí. Quizás Galtier buscó con él solidez defensiva, pero en ningún momento estuvo a la altura del partido. Las suplencias de Hamouma o Lemoine (por un Corgnet inadvertido durante los 74 minutos que estuvo en el campo) también se pueden discutir.

El Saint-Étienne comenzó el partido muy replegado. Una especie de 4-4-2 con Corgnet y Brandao a la par, para estar pendientes de Motta. Guilavogui se situó siempre muy cerca de Cabaye, intentando secarle como ya hiciera con Moutinho hace dos semanas. El caso es que el PSG no es el Mónaco, y en el momento en el que Clément y Guilavogui salían de su zona, aparecía un jugador de la zona de tres cuartos del PSG para aprovechar dicho espacio. De ahí que Guilavogui apenas subiera a campo contrario en la primera parte.

Lo que habíamos comentado antes de Zouma se vio reflejado en los primeros veinte minutos. El central reconvertido a lateral no contó nunca con las ayudas necesarias en la banda derecha para evitar las superioridades del PSG. Además de Maxwell, Lavezzi y Cabaye se situaban muy cerca del perfil izquierdo para atacar a un Zouma que estuvo perdido y que tuvo miedo a subir alguna vez a campo contrario por si sufría consecuencias.

La única buena noticia para el Saint-Étienne llegaba en la otra banda. Cavani no estaba fresco y Trémoulinas siempre aparecía por la izquierda para combinar, buscar paredes y generar superioridades. De ahí llegó la ocasión más clara de la primera parte para los de Ródano. Internada del exjugador del Girondins, que dejó a Tabanou en zona de disparo cerca del área. Sirigu realizó una gran parada. Fue la única vez que el Saint-Étienne encontró espacios al contragolpe.

A raíz de esta ocasión, Ibrahimovic comenzó a bajar a recibir cerca del centro del campo, lo que provocó que el 4-4-2 no pudiese con el PSG, ya que se juntaba mucha gente por delante y por detrás. Clément estuvo perdido en una de estas ayudas de Ibra, que aprovechó el espacio y puso el 1-0 en el marcador. Tras este gol, el PSG no presionó tan arriba como lo había hecho en los minutos iniciales. Se limitó a dejar la iniciativa al Saint-Étienne, que vio cómo Guilavogui y Clément prácticamente desempeñaban la misma función en transición ofensiva. Al ser un 4-2-3-1, ambos son mediocentros defensivos y están acostumbrados a iniciar la jugada cerca de los centrales. Ambos realizaban constantemente desmarques muy cerca de dicha zona, y en ataque, al no tener a Zouma, por su miedo, las situaciones de superioridad eran nulas. Corgnet apenas tocó balones y Brandao no recibió ni un solo centro en toda la primera parte, lo que desesperó a un Saint-Étienne muy lento con balón. Mollo tampoco estuvo fino y, más allá del remate en el minuto 15, Tabanou volvió a dar síntomas de una irregularidad que arrstra desde la época en el Toulouse.

Ibrahimovic volvió a dejar en evidencia la gran brecha defensa-ataque del equipo de Galtier y en cinco segundos le dio tiempo a subir desde el centro del campo para poner el 2-0. Fue un varapalo para un Saint-Étienne que acabó la primera parte sin ideas y sin fútbol debido al gran repliegue del PSG. Había que cambiar algo rápido en la segunda mitad y Galtier realizó variaciones.

En primer lugar, varió el 4-2-3-1 inicial para pasar a jugar con un 4-3-3. Corgnet y Guilavogui notaron la diferencia pronto, combinando rápido con Tabanou, que cambió su posición de extremo para ubicarse en una posición más centrada, que por momentos le benefició. El repliegue del PSG vio cómo Guilavogui, con sus continuos movimientos en ambas bandas, provocó varias situaciones de disparo que el Saint-Étienne agradeció. Entró Erding por Tabanou y el exjugador del Rennes atacó a Maxwell en la izquierda, siempre ayudado por Guilavogui. También se marchó Corgnet para que Fabien Lemoine jugara los últimos minutos y evitara posibles contragolpes parisinos. El partido había muerto desde hace mucho tiempo y el Saint-Étienne veía que se le volvía a escapar una oportunidad idónea de acercarse a la tercera plaza que da acceso a puestos de Champions League.

* Andrés Onrubia.

– Foto: PSG




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