"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
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Con solo tres jornadas de liga disputadas quizás aún sea pronto para afirmarlo con precisión, pero lo expuesto hasta el momento por el Bayern de Múnich es bastante parecido a lo que Pep Guardiola pretendía lograr en su segunda temporada al frente del campeón alemán. Es decir, que su equipo se adaptara en cada partido a las características del rival; que el Bayern poseyera la versatilidad estratégica y el conocimiento táctico suficientes para ser distinto en cada encuentro. Un equipo dúctil, caracterizado por la flexibilidad en los módulos de juego empleados, y preparado para ser camaleónico. Un equipo “líquido” en tanto en cuanto fuese capaz de cambiar de ropa táctica en función de cada partido y cada rival e incluso varias veces a lo largo de un mismo encuentro.
La evolución del Bayern en las dos primeras temporadas ha sido constante, pero también ha estado repleta de incidencias. El primer año resultó complejo por una razón muy evidente que el capitán Philipp Lahm resumió de modo sencillo: “La temporada pasada [la del triplete con Heynckes] en los partidos decisivos de cuartos de final y semifinales de Champions esperamos mucho, todos atrás, para jugar prácticamente al contraataque, pero no era que tuviéramos mucho el balón, ni que lleváramos nosotros [el control] del partido, ni que domináramos tanto los partidos como ahora”.
Con Pep los jugadores tuvieron que adaptarse a una manera diferente de concebir el juego. En este aspecto, Guardiola terminó satisfecho de la primera temporada: “Yo soy un fan del ataque posicional, es decir, de meter al equipo contrario en su área y que no pueda salir de ella. (…) Valoro mucho el esfuerzo de algunos jugadores a los que esta manera de jugar les cuesta más. (…) El cambio en estos once meses ha sido brutal y el equipo ha tenido momentos brillantes, del mismo modo que ha tenido otros malos”.
Pasada la adaptación del primer curso, el objetivo de Guardiola para la segunda temporada fue muy claro: “Creo que jugaremos mejor. Espero tener a más jugadores sanos todo el año, menos lesionados, tener algunos refuerzos, y con todo esto contar con más posibilidades de jugar mejor y, por lo tanto, de ganar”.
No fue así. La decisión del club de vender a Toni Kroos, frente al criterio del entrenador, inició un ciclo difícil que tuvo el primer gran accidente con la grave lesión de Javi Martínez. El entrenador había elegido el 3-4-3 como módulo básico de juego y Javi era la pieza esencial sobre la que pivotaba dicho esquema. Sin él, hubo que fichar de urgencia y cambiar el plan de juego. Con Xabi Alonso como eje, el equipo estableció el 4-3-3 como segundo módulo de juego, pero también este segundo plan se desmoronó cuando Lahm y Alaba se lesionaron de gravedad, sumándose a Thiago, Javi, Badstuber , Schweinsteiger y las intermitencias de Ribéry.
El tercer plan de juego fue el 2-3-5. A falta de otros jugadores, Guardiola empleó a cinco delanteros simultáneamente durante varios meses. Los dos laterales (Rafinha y Bernat) se colocaron en el centro del campo junto a Alonso y por delante de ellos se mezclaron Robben, Müller, Lewandowski, Götze y Ribéry. El equipo alcanzó momentos de gran brillantez, culminados frente al Shakhtar Donetsk con una exhibición goleadora. Pero ese mismo día, 11 de marzo, se inició la catástrofe de las lesiones que alcanzó su punto máximo a principios de abril, cuando se reunieron en la enfermería hasta once jugadores al mismo tiempo, varios de ellos afectados de gravedad [de hecho, Ribéry, Badstuber y Javi continúan de baja todavía hoy].
La plaga de lesiones obligó a implantar el cuarto módulo de juego de la temporada: el 3-5-2 adaptable a 5-3-2. Fue un movimiento defensivo para protegerse en un momento crítico. La plantilla se unió estrechamente para superar la adversidad y consiguió conservar el título de liga, dejó escapar el de Copa en la tanda de penaltis y peleó duro contra un Barcelona superior a pesar de las ausencias insustituibles de Alaba, Robben, Ribéry o de las dificultades de visión de Lewandowski.
La parte positiva de la segunda temporada fue que la suma de desgracias en forma de lesiones obligó a perfeccionar esquemas de juego diferentes, lo que enriqueció el conocimiento táctico de los jugadores. Hoy, en el inicio de la tercera etapa de Guardiola en el Bayern, el equipo se muestra experto en aplicar módulos de juego diversos y en modificarlos fácilmente durante los partidos. El sábado vimos, ante el Bayer Leverkusen, un 3-4-3 teórico que en fase ofensiva se disponía en un interesante 3-1-2-1-3, pero que defendía cómodamente en 4-4-2. Dado que solo se cuentan tres partidos de liga debemos esperar las posteriores evoluciones, pero por el momento el principal rasgo del nuevo curso parece residir en la flexibilidad estratégica: adaptarse a cada rival y aplicarle la receta específica que concuerde mejor con sus características. Da la sensación que Guardiola buscará jugar de un modo distinto cada partido de su tercera temporada.
* Publicado en Eurosport.es (1-septiembre-2015)
– Foto: Getty Images
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