"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
Bayern Múnich / Fútbol / Alemania
Si hasta ahora no habíamos hablado de los rivales del Bayern en profundidad como prometimos, fue porque durante los primeros dos meses de competición las respuestas de los entrenadores de la Bundesliga a los cambios introducidos por Guardiola habían sido bastante decepcionantes. Una y otra vez los equipos salían a enfrentar al Bayern en sendos 4-4-2 destinados a taponar la salida central del gigante bávaro. El planteamiento se repitió en las primeras ocho jornadas de liga y tampoco varió mucho cuando al Bayern le tocó salir a jugar en Europa. Había algunos ajustes interesantes, sí, pero ningún entrenador se había atrevido a modificar drásticamente el contexto de los partidos. Todo eso cambió la tarde del 5 de octubre, en el BayArena de Leverkusen. Sami Hyypiä paró a su equipo en un 4-5-1 que obligó al Bayern a pensar en nuevas respuestas por primera vez en la temporada. El apasionante partido fue sólo el comienzo de una reacción que se extendió durante todo el mes. Tuchel (Mainz) y Luhukay (Hertha Berlin) hicieron cambios aún más interesantes que obligaron a Pep a exprimirse al máximo. Por ello, hemos decidido centrar el análisis del mes de octubre en estos tres encuentros con la certeza de que el rival que finalmente logre vencer al Bayern de Guardiola seguramente habrá extraído varias conclusiones de los mismos.
En la edición anterior hablamos de la superioridad numérica en el medio que había logrado imponer Pep con la introducción de falsos laterales. Pensando en ello, Hyypiä decidió retrasar a sus tradicionales extremos para formar una linea de cinco hombres en el centro del campo. El objetivo era claro: tapar a los 4 jugadores que suele parar el Bayern en el carril central sin tener que liberar a Ribéry y a Shaqiri en las bandas. La medida funcionó en un principio. El Bayern no lograba encontrar recepciones libres por fuera y era obligado a realizar constantes cambios de orientación para encontrar espacios menos poblados. Los de Pep estaban claramente incómodos, pero poco a poco iban a encontrar la solución al planteamiento de Hyypiä. Al retrasar a sus extremos, el entrenador finlandés dejó a Kießling muy solo a la hora de presionar la salida rival. Este hecho sumado a la pobre labor defensiva del ‘9’ alemán le permitieron al Bayern salir con muchísima facilidad desde atrás. Lahm gozó de demasiada libertad durante todo el partido y contó siempre con el tiempo suficiente para filtrar balones hacia la zona de tres cuartos. El trabajo del Leverkusen sobre el primer tercio de campo era tan pobre, que el ’21’ podía conducir hasta arrastrar una marca o aguantar el balón hasta que el movimiento de sus compañeros generara una vía de escape segura. Así, los visitantes se hicieron con el control del encuentro y comenzaron a generar ocasiones sobre la portería de un excelente Bernd Leno.
Los de Hyypiä estaban sufriendo el partido y las cosas se iban a poner mucho peores. Müller, que firmó una de sus mejores actuaciones en la temporada, terminó de volcar el partido a favor de su equipo. Partiendo desde la posición de delantero centro, el ’25’ comenzó a tirar apoyos hacia la zona de interiores causándole un serio problema al sistema defensivo del Leverkusen. Los centrales, temerosos de las diagonales de Shaqiri y Ribéry decidieron no acompañar los movimientos del delantero y mantuvieron su posición en todo momento. Esto obligó a la linea de mediocampistas local a asumir una marca extra y, pese a que Müller tiene deficiencias a la hora de moverse en zonas más retrasadas, su sola presencia en tres cuartos comenzó a generar espacios en las bandas. Con Ribéry liberado, el Bayern activó un mecanismo que le ha traído muchísimos réditos a lo largo de la temporada.
El movimiento es bastante simple. Con Alaba posicionado de falso interior, el central izquierdo encuentra a Ribéry abierto en banda y con espacio para encarar a su marcador. Franck recibe, atrae a su lateral y suelta un pase en profundidad hacia Alaba que ataca el espacio liberado a toda velocidad. Cuando esto funciona, el Bayern se convierte en una máquina de generar centros muy difícil de contener. En Leverkusen sólo un milagroso portero los alejó de la victoria. Hyypiä pobló el centro del campo, pero puso demasiado poco énfasis en el trabajo sobre las bandas, zona donde el Bayern marca la gran mayoría de las diferencias. El entrenador del Mainz tomó nota y aplicó lo aprendido en el siguiente partido.
Probablemente ningún equipo haya puesto en tantos problemas al Bayern como lo hizo el conjunto de Thomas Tuchel durante los primeros 45 minutos del enfrentamiento entre ambos. El entrenador del Mainz corrigió el planteamiento de Hyypiä, y paró a su equipo en un 5-4-1 con Shawn Parker como único punta de lanza. Las razones eran obvias. El sistema de Guardiola hace que cada recepción de los extremos se convierta en un serio dilema para sus marcadores. Si deciden encimarlos, abren un espacio a sus espaldas que es inmediatamente aprovechado por Rafinha y Alaba. En cambio, si deciden esperarlos, Ribéry y Robben cuentan con el espacio necesario para decidir la jugada por si mismos. Por ello, Tuchel decidió presentar una linea de cinco que le permitía a sus carrileros encimar todo lo posible a los extremos del Bayern, sin miedo a abrir un espacio a sus espaldas. Además, el hecho de contar con tres centrales hacía que los posibles apoyos del delantero centro que tantos problemas había causado al Leverkusen pudieran ser seguidos sin problema alguno.
El Bayern sufrió en todo el campo. Atrás, Parker realizaba un gran trabajo sobre Lahm, encimándolo en todo momento y quitándole segundos para pensar. En el medio, la estrecha linea de 4 mediocampistas taponaba cualquier intento de salida por el centro y expulsaba a los de Pep hacia las bandas. Müller y Robben , los extremos, recibían siempre con un marcador encima y no podían generar ventaja alguna. El 0-1 en el marcador lo decía todo. Guardiola tenía que mover ficha.
Hemos visto demasiado poco el 4-2-3-1 que utilizó Pep en el segundo tiempo como para especificar todas sus ventajas. Lo cierto es que el Bayern pasó a ocupar las bandas con dos jugadores en vez de uno y los carrileros comenzaron a dudar entre quedarse con los extremos o ir a marcar a los laterales. Además, el hecho de tener a dos mediocampistas retrasados le permitió al Bayern arriesgar más el balón y acelerar la circulación. Götze, jugando de mediapunta, supo interpretar muy bien su función y encontró constantes recepciones entre lineas. El Bayern le dio la vuelta al partido y terminó goleando. Tuchel resumió lo acontecido a la perfección en la rueda de prensa posterior: “El Bayern tiene tantas opciones que te puede cambiar todo el contexto del partido en cuestión de segundos. Antes tenías respuestas y de pronto ya no tienes ninguna”.
Una semana después, el Bayern recibió al Hertha y el planteamiento del entrenador visitante volvió a exigir lo mejor de Guardiola. Luhukay entendió que aguantar 90 minutos sin cometer errores atrás era algo que no estaba al alcance de su equipo por lo que decidió jugársela. El Hertha se paró en un tradicional 4-4-2, pero su conducta sobre el terreno de juego distó mucho de la exhibida por todos los equipos que habían pasado antes por el Allianz Arena. En vez de replegar sobre su propio campo, el Hertha ejecutó una presión intermedia muy agresiva. El objetivo era robar el balón lo más pronto posible. Los mediocampistas no tenían miedo de romper lineas con tal de incomodar al poseedor del balón y su comportamiento en cada cruce era muy agresivo. La medida fue un éxito. Los de Pep nunca lograron asentar su 3-4-2-1 con el que someten a sus rivales y sufrieron mucho para lograr una circulación fluida. El Hertha robaba el balón y transitaba a toda velocidad hacia la portería de un desprotegido Neuer.
No era la primera vez que el Bayern se enfrentaba a una presión sobre su propio campo. En el BayArena, cada vez que Neuer sacaba de puerta el Leverkusen mandaba a tres hombres a trabajar sobre la salida de balón bávara. La medida nunca tuvo éxito. Los defensores del Bayern estuvieron tan acertados técnicamente que los de Hyypiä no lograron robar ni un balón en el último tercio del campo y cada intento de presión terminaba con los de Guardiola atacando a toda velocidad los espacios dejados por los atacantes. En el Allianz Arena la situación fue muy diferente. La lesión de Dante obligó a Pep a alinear a un muy limitado van Buyten en la derecha y a cambiar a Boateng de perfil. Esto causó que la capacidad de asociación en el primer tercio de campo descendiera mucho y le permitió al Hertha recuperar muchísimos balones en plena salida bávara. Los visitantes eran tan superiores que merecieron ponerse 0-2 en los primeros 20 minutos. Ramos cabeceó adentro un tiro de esquina y Ben Hatira estrelló el balón en el larguero. El Allianz Arena no se lo podía creer.
Pep no tardó en mover ficha y optó nuevamente por el 4-2-3-1 que había rescatado a su equipo la semana pasada. El Bayern se impuso 3-2, pero nunca dejó de conceder ocasiones. Guardiola tiene trabajo por delante. La Bundesliga por fin ha reaccionado y le está planteando retos nuevos a su equipo en cada partido. En el horizonte ya se vislumbra el reto más grande que puede ofrecer la competición. Será el 23 de noviembre en el Signal-Iduna-Park. Klopp espera ansioso.
0. Introducción a La evolución táctica del Bayern de Guardiola
* Ignacio Archondo.
– Fotos: Federico Gambarini (EFE) – M.I.S.
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