Perarnau Magazine

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Londres 2017, un Mundial de atletismo extraño

por el 2 octubre, 2017 • 12:21

 

El mundial de atletismo de Londres fue un campeonato que sorprendió a todos por romper la lógica en muchas de sus finales. Kenia y Jamaica se llevaron varapalos donde más les dolía, dobletes que parecían claros (Ayana y Farah), relevos con un desenlace sorprendente, la decepción de Bolt, vencedores inesperados. ¿a qué se debió? ¿el año post-olímpico? Puede ser…

Andrea de Grasse, uno de los rivales más fuertes de Usain, no compareció en Londres por lesión. El caribeño se las prometía felices en los 100 metros, pero ya en la primera carrera se vió que no estaba bien. No llegó en forma para un campeonato de tal exigencia y además no salió bien en ninguna de las tres carreras. Aún así, “enganchó” un bronce en una prueba que se llevó el estadounidense Justin Gatlin, abucheado por el entendido público británico por su pasado. No era el “elegido” para ganar, pero fue el mejor a pesar de sus 35 años. Gatlin renovó el título que había conseguido en 2005.

Lo de los 200 y la vuelta a la pista dio para un guión de cine. Se esperaba un doble duelo entre  Isaac Makwala y Wayde van Niekerk. El primero había realizado un excepcional doblete en el mitin de Madrid bajando de los 20 segundos en 200 y de 44 en 400 metros ¡en la misma tarde! y el segundo buscaba el doble título y ser el primer hombre en bajar de los 43 segundos. Ambos habían superado sin problemas la primera eliminatoria de los 400 metros.

En la primera ronda de 200, en la quinta serie no compareció Makwala. Se especuló con su renuncia para estar más fresco en los 400, pero la realidad superó a la ficción. Un virus le había dejado fuera de combate a él y a una treintena de deportistas más. Al día siguiente, ya repuesto, quiso competir  en la final de 400 pero el Delegado Médico de la IAAF no se lo permitió. El norovirus había hecho su aparición en forma de gastroenteritis.

Su país, Botsuana, pidió a la IAAF que dejara competir a su mejor atleta en la media vuelta a la pista. La Federación Internacional incluyó una serie más en la que solo iba a participar Makwala. Ya que el estadio londinense tiene nueve calles, no perjudicaba a nadie. Se le pedía una marca de 20.53 para poder acceder a semifinales, pero Isaac no lo iba a tener fácil ya que tenía que correr solo y además con lluvia. Pero Makwala se creció y finalizó en una excelente marca de 20.20. Incluso realizó unas flexiones nada más terminar, para demostrar que estaba totalmente recuperado. Se había ganado al público británico y era el favorito de todos los aficionados a este bello deporte.

Ese mismo día se realizaron las semifinales de los 200 metros. En la primera, el botsuanés dio otra muestra de estar totalmente recuperado al clasificarse brillantemente para la final. Y eso que tuvo el hándicap de correr por la calle uno. Pero casi saltó la sorpresa en la tercera semifinal. Van Niekerk sufrió mucho al final, entrando tercero y pasando a la final por tiempos. Eso alimentaba la ilusión del aficionado de que el “héroe” Makwala fuera el ganador en la final. Pero había un tapado que rompería los pronósticos.

Y ese “tapado” era el turco Ramil Guliyev, de ascendencia azerbayana. En las eliminatorias y semifinales había competido excelentemente. El otomano salía por la calle cinco, Makwala por la seis y el sudafricano Van Niekerk por la tres. El final fue muy apretado, siendo el vencedor Guliyev con 20.09, por 20.11 de Van Niekerk y del representante de Trinidad y Tobago, Jereem Richards. Isaac Makwala, el ídolo de la afición, se hundió al final y solo pudo ser sexto. Aquí los españoles echamos en falta a Bruno Hortelano, que tuvo que renunciar al no coger la forma debida para afrontar la temporada después de su grave accidente.

Es una incógnita lo que podría haber hecho el tantas veces nombrado Isaac Makwala en la final de 400 metros. Se había clasificado brillantemente para la final después de haber corrido en 44.55 las series y en 44.30 las semifinales. Pero el virus impidió ver el enfrentamiento contra Van Niekerk en la vuelta a la pista.

La final no dejó un buen sabor de boca al aficionado. Ganó Van Niekerk de manera relativamente fácil al bahameño Gardiner y al qatarí Haroun.por casi medio segundo de ventaja. El tiempo de 43.98 de Wayne reflejaba que no había competido a tope, quizás pensando en los 200 o en batir el récord mundial (y bajar de los 43 segundos) en los mítines posteriores al campeonato del mundo. Una lesión en la espalda impidió a Van Niekerk competir en los mitines postreros a Londres como  Birmingham ó Zurich en busca del ansiado récord mundial.

En esta prueba hubo participación española por partida triple. En la primera serie Lucas Búa fue séptimo con 46 segundos justos y Samuel García llegó en sexta posición en la tercera serie con 46.37. Ambos fueron eliminados en esta primera ronda.

El palentino Oscar Husillos tuvo una gran actuación. Se clasificó para semifinales al terminar cuarto en la quinta serie con 45.22, mejorando su marca personal. En semis, entró en sexto lugar con 45.16, otra vez su mejor marca. Con ese tiempo, se convertía en el cuarto mejor cuatrocentista español de la historia, después de Gaietà Cornet, Samuel García y David Canal. Este año Husillos ha dado un enorme salto de calidad en su progresión y acaricia la barrera de los cuarenta y cinco segundos.

El relevo corto fue cruel con Jamaica, tal como se vió en la final. En los cuatro relevos compiten 16 equipos, repartidos en dos semifinales. Estados Unidos (con Gatlin en la segunda posta) fue el mejor de la primera carrera con una mejor marca mundial del año de 37.70, entrando muy cerca de ellos el equipo británico. Jamaica ganó la segunda serie con 37.95, seguida de Francia. Entraron en la final equipos como Japón, China o Turquía, en detrimento de históricos como Cuba, Alemania o Trinidad y Tobago. Italia ni siquiera se clasificó para participar en Londres.

La sorpresa saltó en la final. Jamaica no llegó a meta, ya que Bolt se lesionó a mitad de la última posta. Pero no ganaron los estadounidenses al realizar unos cambios de testigo que les impidieron alzarse con el título. El equipo organizador (Ujah, Gemili, Talbot y Mitchell – Blake) les ganó por cinco centésimas. El bronce fue para Japón, en una clara apuesta de los nipones para los Juegos de Tokio’20. El destino fue muy cruel para Usain Bolt en su última carrera en la alta competición.

España acudió al relevo 4×400 de rebote, tras la renuncia de dos países. Los tres cuatrocentistas de la prueba individual, más Darwin Echeverry realizaron dos espléndidas carreras. En la primera de ellas Lucas Búa realizó un zig-zag sorprendente para coger la calle libre en primera posición, que pudo mantener Echeverry y que Samuel García supo “sufrir” en la recta final. Con 3:01.72 acariciaron el récord de España y dejaron fuera de la final a equipazos como Jamaica y Bahamas. En la otra semifinal se impusieron los USA, por delante de Trinidad y Tobago y de Bélgica (de los tres hermanos Borlée).

En la final, Oscar Husillos salió como un cohete, entregando el testigo en cuarta posición. El equipo español conservó esa posición durante la segunda y tercera postas. Pero Bélgica, con un excepcional relevo de Kevin Borlée, dejó al cuarteto español en quinta posición con un tiempo de 3:00.65, nuevo récord nacional. Habían mejorado la marca de 3:01.42 del mundial de Edmonton’01. Entonces los componentes del equipo fueron: Iván Rodríguez, David Canal, Antonio Andrés y Antonio Reina.

El triunfo se lo llevó Trinidad y Tobago (Solomon-Richards-Cedenio-Gordon) con un tiempo de 2:58.12, por delante de Estados Unidos. Era el primer título para este país. Para los norteamericanos fue un lastre el flojo relevo de Michael Cherry. El bronce fue para el equipo británico.

La prueba más corta del sprint en la categoría femenina deparó muchas sorpresas. Las tres primeras del ránking previo (Elaine Thompson, Michelle-Lee Ayhe y Murielle Ahouré) no subieron al podio. En la primera ronda impresionaron la alemana Gina Lückenkemper (que no llegó a la final) con 10.95 y la representante de Costa de Marfil Ta Lou con once segundos justos.

La costamarfileña ganaba la primera semifinal por delante de Dafne Schippers con 10.87. La segunda carrera era para la favorita jamaicana Thompson con 10.84 y la estadounidense Bowie era la mejor en la tercera con un tiempo de 10.91.

La final tuvo un desenlace que no se esperaba. Thompson marchaba en primera posición, pero su cuerpo dijo basta poco antes de los cuadros quedándose sin título y sin subir al podio. Lo aprovechó la estadounidense Tori Bowie, lanzándose en la línea de meta y quitándole la medalla  de oro por una centésima a Ta Lou con 10.85. A la africana le quedaba el consuelo de mejorar su marca personal. Schippers dejaba alto el pabellón europeo al ser tercera. Estados Unidos hacía doblete en las dos pruebas más rápidas, gracias a Bowie y a Gatlin.

La llegada de la final de 100 metros le pasó factura a Tori Bowie, ya que la reina de la velocidad pura no salió en los 200. Desde la primera ronda se vislumbró la superioridad de Schippers (la mejor en la primera ronda con 22.63). Estela García fue quinta en la tercera serie con 23.78 (pasaban tres por puestos), pero no tuvo ninguna opción de pasar por tiempos. Estela fue una de las atletas repescadas a última hora por la IAAF sin tener la mínima.

Las tres semis fueron muy parejas. Schippers realizó 22.49 en la primera, el mismo tiempo que Miller-Uibo en la segunda, terminando Ta Lou en una centésima más en la tercera. Una “histórica” como la búlgara Ivet Lalova (33 años) casi se coló en la carrera definitiva.

El récord de Costa de Marfil que batió Ta Lou en la final no fue suficiente para vencer a Dafne Schippers (22.08 por 22.05). La representante de los Países Bajos hizo una gran curva y aguantó la embestida final de Ta Lou. El bronce fue para Bahamas, para Miller-Uibo. No se bajó de los 22 segundos en esta carrera, consiguiendo el mismo resultado Schippers que en Pekín’15: plata en 100 y oro en 200.

Tres récords nacionales de Bahrein se mejoraron en los 400 metros. Y lo hizo una junior, Salwa Eid Naser. En la cuarta serie de la primera ronda corrió la vuelta a la pista en 50.57. En semifinales también consiguió el mejor tiempo de todas con 50.08.

Jamaica tampoco olió las medallas en la final. Jackson, McPherson y Williams-Mills fueron quinta, sexta y octava respectivamente. El título fue para la estadounidense Phyllis Francis, con la peor marca de todas las ediciones del campeonato del mundo. Bajó de los 50 segundos y consiguió su marca personal, siendo la representante de Bahrein plata y la multimedallista Allyson Félix bronce.

El equipo norteamericano del 4×100 compuesto por Aaliyah Brown, Allyson Felix, Morolake Akinosun y Ariana Washington consiguió la mejor marca de la primera ronda con 41.84. Para la final ya contaron con la recuperada Tori Bowie (que sustituyó a Washington) imponiéndose claramente a las británicas y a las jamaicanas.

En el relevo largo femenino, Estados Unidos conseguía la mayor diferencia entre oro y plata de la historia de los campeonatos. Con un tiempo de 3:19.02, le sacaron seis segundos al equipo anfitrión, obteniendo Polonia un merecido bronce. Allyson Felix conseguía su tercera medalla en Londres junto a Quanera Hayes, Shakina Wimbley y Phyllis Francis. Felix completó su posta en un excelente parcial de 48.60.

La ausencia a última hora del plusmarquista mundial David Rudisha en 800, hacía que la prueba no tuviera un favorito. Se dio el caso curioso de que en la final había un representante de cada país: Canadá, Brasil, Etiopía, Botsuana, Gran Bretaña, Kenia, Polonia y Francia. Faltó algún español, por lo que Tomás de Teresa sigue siendo el único (desde 1991 en Tokio) que corrió la carrera definitiva.

Kevin López por puestos en la segunda serie y Alvaro de Arriba por tiempos en la tercera avanzaron a semifinales. Daniel Andújar fue descalificado en la sexta serie. Muy difícil lo tenían Kevin y Alvaro en semis, donde no pudieron evitar la última plaza.

El galo Pierre-Ambroise Bosse fue el más valiente y consiguió el primer oro para su país en esta prueba. En el momento clave, jugó sus bazas y aguantó en la recta final al polaco de apellido impronunciable (Kszczot) y al keniata Bett. Amos solo pudo ser quinto, siendo esta carrera una de las más bellas del campeonato.

En las pruebas de medio fondo en las rondas previas se corre más rápido en la última serie que en las precedentes. En 1500, en la primera el ganador realizó 3:45 y en la segunda 3:42. Eso hizo que David Bustos y Marc Alcalá no tuvieran opción alguna a pasar por tiempos, ya que en la tercera el vencedor hizo 3:38. En esta serie, Adel Mechaal se clasificó por puestos. En la semifinal, el español sufrió pero supo pasar por puestos, en detrimento de uno de los favoritos, el marroquí Iguider.

Kenia consiguió el cuarto título consecutivo, gracias al líder del año Eljah Manangoi. Era un digno sucesor de Asbel Kiprop, vencedor en las tres anteriores ediciones. En una carrera rápida (1:01-1:57-2:53) el keniano completó los últimos 300 en 39.74, por delante de su compatriota Timothy Cheruiyot.

Ingebrigtssen iba por la calle uno en la recta final, y aunque Mechaal intentó adelantarle por el interior no lo consiguió. A pesar de ser más joven, el noruego tiró de experiencia y supo aguantar la tercera plaza que le haría subir al cajón.

A pesar de los problemas que ha tenido el español este año con su cambio de entrenador y su lugar de residencia, ha dado un salto de calidad y se ha incrustado en la élite europea. Llegaba el decimosexto en el ránking previo a Londres y casi consigue una medalla.

La catalana Esther Guerrero fue nuestra representante en 800 metros. Su carácter luchador y guerrero (haciendo honor a su apellido) hace que sea uno de los iconos actuales de nuestro atletismo. Aunque no pasó a la semifinal, dejó un buen sabor de boca al llegar quinta en la segunda serie con 2:02.22. Esther bajará de dos minutos el año que viene con total seguridad, a poco de que le vayan bien las cosas.

Esta prueba a nivel mundial solo tiene un nombre: Caster Semenya. En la primera ronda se limitó a “rodar” con 2:01.33 (la mejor fue Francine Niyonsaba con 1:59.86), en semifinales ya consiguió el mejor tiempo con 1:58.90.

En la final tomó el mando Niyonsaba, que pasó la mitad de la prueba en 57.98. Una fantástica segunda vuelta en 56.63 de Semenya le hicieron auparse al octavo lugar de todos los tiempos en esta prueba con una marca de 1:55.16. Francine también bajó de 1:56. La sudafricana Caster Semenya conseguía su tercer título en esta prueba, los mismos que María Mutola, a la que además adelantaba en las listas históricas de siempre. Da la impresión de que la sudafricana batirá el añejo récord de Jarmila Kratochvilova cuando ella quiera.

Las mediofondistas españolas tuvieron una buena actuación en los 1500 metros. En la primera serie Marta Pérez se quedó a 35 centésimas de entrar por tiempos en las semifinales, consiguiendo su marca personal con 4:05.82. En la tercera, Solange Pereira también se quedó cerca con una marca de 4:06.63.

Genzebe Dibaba, Caster Semenya y Faith Kipyegon fueron las mejores en las primeras carreras, destacando también Laura Muir (que corría en casa) y la líder del año, Sifan Hassan en semifinales.

La keniata Kipyegon consiguió en esta prueba el primer título para su país, hay que reseñar además que por primera vez en la historia de los campeonatos ninguna europea subió al podio. Casi lo consiguió Muir que pasó en primer lugar los 400 y 800 y acabaría con “la medalla de chocolate”. Kipyegon (4:02.59) y la estadounidense Jennifer Simpson (4:02.76) pudieron aguantar la recta final de Semenya (4:02.90), que al paso por los 1200 metros iba en octavo lugar, pero su poderoso 300 le hizo obtener la tercera posición.

Las dos pruebas de fondo masculino fueron un “todos contra Farah”. El británico (nacido en Somalia) disputaba en casa su última competición en pista y quería conseguir un doblete más.

El primer día del mundial se disputaron los 10.000 metros. Los keniatas Tanui, Muchiri y Kamworor por un lado, por otro los etíopes Yimer, Hadis y Belihu más el ugandés Cheptegei hicieron lo imposible por doblegar al británico. Incluso Farah en un momento de la prueba hizo un gesto para que el público local le animara.

La prueba tuvo un nivel excelente, con siete atletas por debajo de los veintisiete minutos. De los veintidós corredores que llegaron a la meta, veinte de ellos hicieron o plusmarca personal o marca del año o incluso récords nacionales (Canadá y Bahrein).

Cheptegei y Kamworor fueron los más activos en la prueba, pero el demoledor final de Farah (el último kilómetro lo corrió en 2:28) hizo que el británico consiguiera un doblete más para su enorme historial.

Varios días después se celebraron las semifinales de 5000. Farah no tuvo ningún problema para lograr su pase a la final, con un tiempo de 13:30. No lo consiguió el representante español, Illias Fifa.

Los kenianos fracasaron totalmente en esta carrera. Kiplangat y Menjo no llegaron a la final y Rutto quedó el decimotercero en la misma. Pero los etíopes si estuvieron a la altura. La prueba fue lenta, que beneficiaba a Farah en teoría.

2:48 el primer mil, 5:48 el segundo y 8:32 el tercero fueron los parciales con Farah siempre vigilante en las primeras posiciones. A falta de un kilómetro atacó el australiano Tiernan, mientras que Kejelcha, Chelimo y Edris marcaban al británico.

Un frenético último parcial en 2:21 le dio el triunfo al etíope Muktar Edris, por delante de Mo Farah y del estadounidense Paul Chelimo. Edris no era ningún desconocido, ya que llegaba con la mejor marca mundial del año con 12:55, realizados en Lausanne. ¡El abisinio había destronado a Farah! Se terminaba una hegemonía en el fondo mundial.

El 10.000 femenino no tuvo mucha historia. La que le quiso poner la plusmarquista mundial Almaz Ayana. Poco después del tercer parcial, incrementó el ritmo progresivamente pasando de 3:02 a 2:50 el kilómetro. A cierta distancia la seguían las keniatas Agnes Tirop y Alice Nawowuna y la etíope Tirunesh Dibaba. En el tramo final, la abisinia fue la más rápida y consiguió la plata para su país, siendo Tirop tercera.

A Ayana le pasó lo mismo que a Farah. Ganó el 10.000, pero en 5000 se tuvo que con formar con la plata. En las semis no salió Genzebe Dibaba, mientras Ayana se clasificaba cómodamente para la final. Ana Lozano, una de las sensaciones españolas del año, realizó marca personal con 15:14.23 pero no logró clasificarse para la carrera definitiva.

Almaz Ayana quiso hacer lo mismo que en los 10.000. Estuvo en cabeza de carrera durante varias vueltas, pero la plusmarquista del año fue mejor que ella. La keniata Hellen Onsando Obiri corrió el último kilómetro en 2:44, dejando fácilmente a Ayana. La corredora de los Países Bajos, Sifan Hassan fue la tercera clasificada.

Las dos pruebas de maratón se celebraron el mismo día, al igual que las pruebas de marcha. Primero lo hizo la prueba masculina, que en la media maratón pasaron muy igualados los kenianos Gideon Kipketer y Geoffrey Kirui, el etíope Tamirat Tola y el tanzano Alphonce Simbu.

En el kilómetro 30 Kirui y Tola seguían juntos, con Kipketer un poco más rezagado a trece segundos. El tirón definitivo lo dió Geoffrey Kirui sobre el kilómetro 35, Tola pudo conservar el segundo puesto ante la gran remontada del tanzano, que fue el más rápido en los metros finales viniendo desde atrás. Kirui hizo un tiempo de 2:08.27.

La prueba hizo mella en los españoles. Javi Guerra estuvo toda la prueba sobre el puesto 25, pero un buen final le dejó en el decimoséptimo lugar con 2:15.22. Iván Fernández y Ayad Landassem no terminaron la prueba por problemas físicos.

En el maratón femenino, la británica Alyson Dyxon se marchó por delante pasando la mitad de la prueba medio minuto por delante de las favoritas. En el kilómetro 35 quedaban unas quince corredoras, pero poco después la keniata Edna Kiplagat y la representante de Bahrein Rose Chelimo decidieron entre ellas cuál iba a ser la campeona del mundo.

Chelimo iba a ser la ganadora gracias a un final más rápido con 2:27.11, con Kiplagat a siete segundos de ella. Con el mismo tiempo terminó la norteamericana Amy Cragg, que casi derrotó a la keniana.

Las españolas compitieron con un gran pundonor. Marta Esteban debutaba en una gran competición y quedó la vigésimo primera con 2:33.37. Paula González Berodia tiró de casta para llegar, ya que lo hizo prácticamente coja. Marisa Casanueva también sufrió lo suyo, llegando en la última posición.

El jamaicano Omar McLeod era el mejor del momento en las vallas altas masculinas y lo demostró durante el campeonato. Era el campeón olímpico y llegaba con la mejor marca mundial del año. En la primera carrera ganó su serie con 13.23, aunque la mejor marca de esa ronda fue para el estadounidense Aries Merritt con 13.16. Los españoles Yidiel Contreras cuarto con 13.40 en la cuarta serie y Orlando Ortega (vencedor de la quinta eliminatoria) con 13.37 accedían a las semifinales.

En la primera semi “Orlandito” (como le llama cariñosamente su padre) sufrió mucho para meterse en la final. Pasaban los dos primeros de cada una de las tres semifinales y los dos mejores tiempos, entrando Ortega cuarto en la primera de ellas. Pero su buen tiempo de 13.23 le permitió llegar a la carrera definitiva, en una carrera con McLeod y el ruso Schubenkov en las dos primeras plazas. Yidel se quedó fuera, con una séptima plaza y un crono de 13.65 en la segunda semifinal.

Ortega no había llegado bien al mundial de Londres, problemas físicos hicieron que no llegara en las condiciones deseadas al campeonato. Y eso se notó en la final, donde no pudo pasar del séptimo lugar. McLeod terminó en unos buenos 13.04 confirmando los pronósticos y Schubenkov (sin poder representar a Rusia, pero con permiso de la IAAF para poder competir) consiguió la plata. La sorpresa fue el bronce, que cayó en las manos del magiar Balázs Baji. Merritt tuvo problemas con las vallas y no pudo pasar de la quinta posición. Hay que reseñar que en la final no participó ningún vallista cubano.

En la otra prueba de vallas, la sorpresa saltaba en la segunda serie eliminatoria. Kyron McMaster, el representante de las Islas Virgenes Británicas, era descalificado por pisar la línea interna de su calle en la curva. Llegaba con 47.80, la mejor marca mundial de 2017. Desde luego un año para olvidar, ya que su entrenador fallecería un mes después víctima de uno de los huracanes que asolan la zona del Caribe.

El mejor en estas series fue el turco (nacido cubano) Yasmeni Copello con 49.13. El español Sergio Fernández, sin poder entrenar bien durante la segunda parte de la temporada, entró en la séptima plaza en la quinta serie con un tiempo de 50.38. Si Sergio hubiera estado en su mejor forma, hubiera podido optar a entrar en la final. Los estadounidenses Clement y Holmes, junto al qatarí Samba dominaron las semifinales.

El noruego Karsten Warholm tenía la sexta marca del año. Pero decidió jugársela desde el principio. Y consiguió su objetivo, el ser campeón mundial, con la peor marca de todos los campeonatos celebrados hasta ahora. Festejó sus 48.35 con un grito, muy al estilo del célebre cuadro de Munch. Copello y Clement le acompañarían en el cajón de los vencedores de esta prueba.

Lo de Kenia en los obstáculos es de una tiranía absoluta. De dieciséis campeonatos del mundo celebrados, en doce de ellos el triunfo ha sido para algún representante de este país africano. Además, en Londres consiguieron el sexto oro consecutivo.

Los tres mejores del año también lo fueron en la ronda previa. En la primera, el marroquí Soufiane Elbakkali dominó claramente, mientras que el español Sebastián Martos tuvo un percance en la ría que le dejó fuera de la lucha por las plazas de finalista. El estadounidense y líder mundial del año, Evan Jager se impuso en la segunda serie. Fernando Carro tampoco llegó a la final. En la tercera y última serie, el keniano Conseslus Kipruto manejó a su antojo la carrera más lenta de las tres, llegando Jonathan Romeo en undécima posición.

La final fue lenta, siendo Jager el que la intentó romper. A pesar del triunfo de Kipruto, los otros kenianos no subieron al podio. Los estadounidenses vuelven a situarse en la élite (hay que recordar al legendario Henry Marsh). Es posible que a partir de ahora a los keniatas les cueste más ganar las competiciones de alto nivel.

Kendra Harrison llegaba como la corredora más fuerte del año y lo demostraba siendo la mejor en las series con 12.60. En las semifinales, cambió el panorama y causó una excelente impresión la australiana Sally Pearson que realizaba el mejor tiempo con 12.53. Harrison llegó a la final por los pelos, con el segundo peor tiempo.

En las pruebas rápidas, es muy importante salir en primer lugar. Pearson lo demostró al “arrancar” la primera y poder aguantar a las que venían por detrás, en este caso la norteamericana Dawn Harper Nelson y la germana Pamela Dutkiewicz. El tiempo de Sally, 12.59. Dio la sensación de que Harrison no sabe competir en las grandes citas y eso que es la plusmarquista mundial.

En la prueba femenina de 400 metros vallas, la campeona olímpica Dalilah Muhammad exhibió su poderío con la mejor marca de 54.59 en la primera ronda. En semifinales, causó una buena impresión la checa Zuzana Hejnová con el mismo crono que había realizado Muhammad en la anterior ronda.

En la final hubo doblete USA, con Kori Carter que doblegó a la vencedora en los juegos de Río del año anterior. El tercer lugar del podio fue para la jamaicana Ristananna Tracey. Los tiempos fueron discretos, ya que no se bajó de los 53 segundos. Carter declaró con posterioridad a los campeonatos, que en 2018 se dedicaría a los 100 metros vallas.

Los obstáculos femeninos son una prueba de reciente implantación y aunque el dominio de las corredoras africanas es evidente, a veces hay sorpresas. Hubo triple representación española con Irene Sánchez – Escribano sexta en la primera serie con 9:46.59, Teresa Urbina decimotercera en la segunda con 10:21.90 y María José Pérez en la misma posición con 10:01.84. Ninguna de ellas pasó a la final.

La plusmarquista mundial y campeona olímpica Ruth Jebet tiró del grupo dando paso al primer y segundo kilómetro. Posteriormente la bahreiní no podría con el ritmo que sí aguantaron las estadounidenses Emma Coburn y Courtney Frerichs. En unos excelentes 200 metros finales las USA pudieron con la keniata Jepkemoi, dejando fuera del podio a su compatriota Chepkoech. Coburn mejoraba la marca de los campeonatos y Frerich destrozaba su marca personal. Fue la gran sorpresa del mundial de Londres.

¿Y por qué? Porque las estadounidenses creyeron en sí mismas, porque las africanas no son imbatibles, porque su correr es más fluido y su paso de los obstáculos (y sobre todo de la ría) es de mayor calidad. Al igual que en los obstáculos masculinos, es posible que hayamos entrado en una nueva era. Coburn no era una desconocida, ya que fue medalla de bronce en los juegos de Río.

El mejor en salto de altura fue el qatarí Mutaz Essa Barshim, el más regular en los últimos años en la especialidad. No pasó a la final el italiano Gianmarco Tamberi, a pesar de hacer su marca del año con 2.29, todavía no había cogido la forma, después de la grave lesión del año anterior.

Es evidente que Barshim tiene en sus piernas el ya añejo récord de Javier Sotomayor de 2.45. Le faltan apenas tres centímetros para conseguirlo, pero la prueba acusa un descenso de nivel con Drouin, Bondarenko y Ukhov lesionados o en baja forma. Cuando tenga más competencia, Barshim saltará esos 2.46 que ya ha intentado en varias ocasiones.

La plata fue para el ruso Danil Lysenko (que competía con el equipo neutro). Una de las sorpresas del campeonato fue la medalla de bronce del sirio Majd Eddin Ghazal con 2.29. No era un desconocido, ya que en los juegos de Río se clasificó en la séptima posición.

Ruth Beitia no llegó al nivel que deseaba en Londres. La campeona olímpica hizo un parón a mitad de temporada, para dedicarse a solo a entrenar. Pero cumplió llegando a la final una vez más.

Mariya Lasitskene  (nacida Kuchina) era la mejor del año con diferencia con su salto de 2.06 a primeros de julio. La rusa, autorizada a competir bajo otra camiseta por la IAAF, no tuvo rival al saltar 2.03 al primer intento. Yuliia Levchenko de Ucrania y Kamila Licwinko de Polonia le acompañaron en el podio. Rusia conseguía su cuarto oro consecutivo, aunque no constará en el medallero histórico de la prueba. Ruth Beitia dejaba en el aire, ante la televisión, su posible retirada (ya definitiva) de la alta competición.

La final de pértiga masculina fue emocionante. Aunque Lavillenie no ha sido el de otros años, se esperaba su victoria. Pero sigue la maldición: ningún francés ha sido campeón del mundo (al aire libre) en esta prueba. Nombres como Vigneron, Quinon, Houvion, Bellot, Galfione, Collet, o Mesnil no lo consiguieron en su día.

En 5.82 metros quedaban cinco saltadores. Sam Kendricks y Changrui Xue saltaban a la primera, mientras los dos polacos y Renaud Lavillenie se dejaban dos saltos para el siguiente listón. En 5.89, Kendricks y Lisek saltaban a la primera y Lavillenie a la segunda, lo que decidía el podio. Quedaban eliminados Xue, que había hecho récord chino, y el otro polaco, Pawel Wojciechowski.

Kendricks fue el más regular, con todas las alturas saltadas al primer intento. El 5.95 lo hizo a la tercera tentativa, fallando Lisek en esa altura, y Lavillenie dejándose un intento en 6.01, que no consiguió saltar. El estadounidense entró en el club de los seis metros en 2017 y lo demostró, mientras el francés mejoró su marca del año en dos centímetros. En invierno tuvo una lesión que no le ha permitido tener la regularidad de otros años. Era el quinto podio mundialista del galo.

El futuro de esta prueba lleva el nombre de Armand Duplantis, conocido como ‘Mondo’, que tiene el récord mundial júnior con 5.90. Se quedó en apenas 5.50, en su primera gran competición absoluta.

Hubo dos españoles en esta especialidad: Igor Bychkov hizo nulos en su altura inicial de 5.30. Adrián Vallés quedó fuera de la final por poco al saltar 5.60 al segundo intento, si lo hubiera hecho a la primera tentativa hubiera entrado en la final.

En féminas, la griega Ekateriní Stefanidí conseguía la triple corona. En 2016 logró los títulos europeo y olímpico y en 2017 consiguió el entorchado mundial. En la calificación cayó la plusmarquista mundial en pista cubierta, Jenn Suhr. La norteamericana había saltado 4.83 en el lejano mes de abril, pero el resto de temporada estival había sido irregular.

La prueba se decidió en 4.82, la helena lo franqueó al primer ensayo mientras que la estadounidense Sandi Morris realizaba un nulo. Sandi se dejó dos intentos en 4.89, pero le salió mal la jugada de estrategia. Antes se produjo un  quíntuple empate en 4.65, con la venezolana Rosbeylis Peinado y la campeona anterior Yarisley Silva obteniendo el bronce. Peinado además tuvo el premio de batir el récord de su país.

Stefanidí realizó un nulo en 4.89 y se dejó los dos intentos posteriores para 4.91, que salvó a la primera. Eso le supuso batir el récord de su país y convertirse en la quinta saltadora de todos los tiempos detrás de Isinbaeva, Suhr, Morris e igualada con la cubana Yarisley Silva. Con esa progresión, en 2018 deberían caer los cinco metros (en Londres no pudo con 5.02).

En diversos medios de comunicación se criticó duramente al alicantino Eusebio Cáceres por sus tres nulos y no poder clasificarse para la final de Londres en el salto de longitud. Eusebio llegaba con una marca de 8.31 (realizada en la altitud de Sierra Nevada) y se accedió a la final con 7.91. Cáceres ajustó bastante en sus saltos y eso provocó que no fueran válidos (alguno por muy poco), quizás si no hubiera ajustado (y arriesgado) no hubieran sido nulos, pero tampoco hubiera llegado a la final. En una prueba tan técnica, no es tan sencillo como lo quisieron ver los medios de comunicación. Sus saltos nulos le daban el pase a la final, pero no tuvo suerte.

Hubo dos sudafricanos en el podio de la prueba. El mejor fue el líder del año, Luvo Manyonga con 8.48. Pero en el último salto se le acercó mucho el estadounidense Jarrion Lawson con 8.44. Ruswahl Samaai, el compatriota de Manyonga, le birló el bronce al ruso Menkov en el último salto con 8.32. Menkov saltó 8.27 en el primer intento y luego realizó cinco nulos.

La prueba femenina del salto de longitud tuvo varias alternativas y  mucha emoción. La rusa Darya Klishina se ponía en cabeza al final de la primera ronda con un salto de 6.78. Otra europea, la serbia Ivana Spanovic, volaba hasta 6.96 en el segundo intento y se colocaba primera. Pero iban a reaccionar las estadounidenses.

La líder del año Britney Reese sobrepasaba la barrera de los siete metros con 7.02. Sus otros tres intentos no serían válidos. Klishina mejoraba su marca del año con siete metros justos en el quinto ensayo y se colocaba segunda. La otra norteamericana, Tianna Bartoletta, volaba hasta 6.97 y sacaba del podio a la serbia.

Spanovic realizó un salto que mejoraba los siete metros y que posiblemente le daba el título. El juez había levantado la bandera blanca, pero al salir la medición se le dio un salto de 6.91.

¿Qué había pasado? Al caer en el foso se había desprendido un imperdible del dorsal trasero de la saltadora. El dorsal dejó una pequeña huella un poco más atrás y eso motivó que Ivana se quedara fuera del podio. A pesar de la reclamación de su país al jurado de apelación, ésta no prosperó. La IAAF tenía aprobada una norma en la que los saltadores de saltos horizontales podrán competir solo con el dorsal en la parte delantera. Pero eso entraba en vigor el 1 de noviembre, por lo tanto Reese conseguía para su país el octavo oro en esta disciplina y el cuarto suyo.

El castellonense Pablo Torrijos se metió en la élite mundial del triple salto. En su tercer intento de la calificación “Torri” voló hasta 16,80, consiguiendo la octava mejor marca de los participantes. Allí se quedó en 16,60 ocupando la décima plaza, sin tener acceso a la mejora. Quizás la temperatura de 18º grados influyó en las marcas, ya que no se consiguieron registros de gran calidad.

En esta final compitieron cinco cubanos: Lázaro Martínez, Andy Díaz, Cristian Nápoles, Alexis Copello (Azerbayán) y Yordanys Duranona (Dominica) y no estuvo Pedro Pablo Pichardo, esperando la nacionalización portuguesa. Ninguno de ellos estuvo en el podio, pero la cantera cubana seguía estando ahí.

En la primera ronda, el norteamericano Will Claye saltaba 17,54, contestándole su compatriota Christian Taylor con 17.57 en el segundo intento. La tercera tanda sería la definitiva, saltando Claye 17.63 y Taylor cinco centímetros más. Ya no se mejoraría, mientras que el veterano portugués Nelson Evora (33 años) conseguía el bronce con apenas 17.19. Esta prueba tuvo un nivel flojo.

El cubano Iván Pedroso ha sido una de los mejores saltadores de longitud de la historia. Y va camino de convertirse en un gran entrenador, en Londres logró un título mundial con Yulimar Rojas y además ha conseguido que Ana Peleteiro coja confianza y vuelva a codearse con las mejores del mundo, ahora en la categoría absoluta.

Dos españolas estuvieron en triple: en la calificación Fátima Diame (en 2017 pasó por primera vez de los 14 metros) que saltó 13,36 y Peleteiro que consiguió el pase a la final con la última marca de las doce finalistas con 14.07.

En la primera ronda de la final la colombiana Caterine Ibarguen saltaba 14.67, respondiéndole Yulimar Rojas con 14.82 en su segundo salto. En la misma tentativa, la colombiana mejoraba dos centímetros más. En la tercera ronda volvía Ibarguen a colocarse en cabeza con 14.89, mejorando Yulimar un centímetro su marca y acercándose la kazaja Olga Rypakova con 14.77, salto que le daría a su país la medalla de bronce.

También en esa tercera ronda de saltos, Ana Peleteiro saltaba 14.23 mejorando su marca personal y colocándose séptima. Posteriormente realizó un salto nulo, lesionándose y no pudiendo saltar los otros dos intentos que le quedaban.

La final se decidió en el quinto intento. La venezolana saltaba 14.91 y le arrebataba la primera posición a Ibarguen por dos centímetros. Era el primer título mundialista para la saltadora entrenada por Iván Pedroso.

En la calificación de peso tomó parte Carlos Tobalina que lanzó 19.87, lejos de los 20.55 que sirvieron para entrar en la final. Los tres mejores de 2017 eran los mismos que los tres primeros del año anterior en los juegos de Río, pero en la final no fue como decían las estadísticas. Thomas Walsh tiró nada menos que 22.14 en esta calificación, marca que no mejoró en la final.

El campeón olímpico Ryan Crouser no compitió en las mejores condiciones y solo pudo ser sexto con 21.20. Joe Kovacs se puso en cabeza en el primer lanzamiento con 21.48 por 21.38 del neozelandés Thomas Walsh. Ëste consiguió la primera plaza en su segundo tiro con 21.64, mejorando con 21.75 en el tercero. Kovacs se acercó en el tercero con 21.66, que ya no mejoraría. En su último ensayo, hizo un nulo larguísimo que quizá hubiera cambiado las cosas aunque el neozelandés lanzó 22.03 en su último lanzamiento, Era el primer oro para Nueva Zelanda en categoría masculina, por los cuatro que tiene en féminas gracias a Valerie Adams.

Dos españolas estuvieron en el peso femenino, sin opciones para llegar a la final en la que se entró con 17.79. La gallega Belén Toimil lanzó 16,38 y la murciana Ürsula Ruíz (que en 2017 había pasado de los 18 metros) se quedó en 16.20. La estadounidense Daniella Bunchs (19.64 en 2017) que partía con la tercera mejor marca del año, se quedó en unos discretos 17.39.

La ausencia de Valerie Adams dejó libre el camino a la china Lijao Gong. En su primer lanzamiento ya se colocó en cabeza con 19.16, mejorando después a 19.35 en el segundo.y 19.94 en el quinto. La húngara Anita Marton empujó la bola a 19.49 en el sexto lanzamiento, quitándole a la campeona olímpica Michelle Carter la plata.

El sueco Daniel Stahl era el mejor del año en disco con 71.29, conseguidos a final de junio. Pero otra vez funcionó aquello de “el día D y la hora H”, ya que no pudo con el lituano Andrius Gudzius que mejoró su marca personal. Éste se puso en cabeza en el primer tiro con 67.52, el sueco lanzó 69.19 en la segunda ronda y le respondió Gudzius con dos centímetros más allá. Ahí se acabó la competición, ya que ninguno de los dos mejoraría. Era el campeonato con la diferencia más ajustada de siempre. El estadounidense Mason Finley (también el segundo tiro) mejoró su marca personal con 68.03 y consiguió el bronce.

Con el tiempo, hay que valorar el excelente récord de España que consiguió Mario Pestano en 2009. En Londres hubiera ganado el campeonato del mundo.

En el disco femenino sí que hubo una española, Sabina Asenjo. A la final se accedió con 61.48, lanzando Sabina cincuenta y siete metros exactos. La española seguía adquiriendo experiencia internacional en grandes campeonatos.

La croata Sandra Perkovic es la mejor de los últimos años. A pesar de su palmarés, solo es la decimosexta de todos los tiempos (eran otros tiempos, con los dopajes de estado). En su primer tiro el disco cayó a 69.30 metros, mejorando después en el segundo a 70.31. Ya no lanzó más allá. La australiana Dani Stevens (acreditada con 67.99 en 2014) envió el artefacto a 69.64, batiendo el récord de Oceanía en su último intento. La francesa Mélina Robert-Michon (subcampeona olímpica) se llevó a Francia el bronce con 66.21.

El polaco Pawel Fajdek logró una fácil victoria en la prueba de martillo. Comenzó con un nulo, pero tres lanzamientos por encima de los 79 metros (el mejor el cuarto, 79.81) le dieron el título en Londres, con la peor marca de todos los campeonatos. Su compatriota, el polaco Wojciech Nowicki, era el segundo con 78.03 pero se lo arrebató el ruso Valeriy Pronkin con 78.16 en el último tiro.

Un campeonato más estuvo presente la lanzadora tarraconense Berta Castells en la prueba de martillo. Podía haber entrado en la final (se consiguió con 70.33), pero la catalana se quedó en 66.11 metros. También se quedó fuera en la calificación una de las favoritas, la estadounidense Gwen Berry (que llegaba con 76.77) y solo pudo lanzar 69.12 metros.

Se esperaba en esta prueba un nuevo récord mundial de la polaca Anita Wlodarczyk, ya que se había quedado apenas a once centímetros poco antes del mundial de Londres con 82.87 metros. No comenzó bien Anita la prueba ya que tiró 70.45, un nulo y 71.94 en los primeros intentos. Pasó a la mejora en la sexta posición.

La clasificación la encabezaba su compatriota Malwina Kopron desde la primera ronda con 74.76, seguida de la china Zheng Wang con 74.31 metros. En el segundo tiro la asiática mejoraría hasta 75.94, colocándose primera. Wlodarczyk en el cuarto ensayo envió el martillo a 77.39 y en el quinto logró 77.90 que le daría el título. La asiática mejoraría un poco más en la ronda final con 75.98, pero muy lejos de la plusmarquista mundial. Polonia, al igual que en la prueba masculina, conseguía dos medallas.

Después de la retirada de Jan Zelezny, la prueba de jabalina había estado un poco estancada. En 2017 parece que ha resurgido, con cuatro lanzadores por encima de los 90 metros (tres de ellos alemanes y uno de Taipeh) con los germanos Vetter  y Rohler colocándose como los segundos y terceros mejores jabalinistas de la historia, por detrás de Zelezny.

Johannes Vetter conseguía enviar el venablo a 91.20 metros en la calificación, aunque luego en la final no conseguiría rebasar los 90 metros. Envió el dardo a 89.89 metros y ahí se decidió la final, aunque se le acercaron muchísimo los checos Jakub Vadlejch (89.73) y Petr Frydrych (88.32), ambos mejorando su marcas personales y dejando fuera del podio por seis centímetros a Thomas Rohler. No hace falta decir quién es el el responsable de esta prueba en la república checa y cómo se nota su mano.

Diez años después de su título mundial en Osaka’07, la checa Barbora Spotakova repetía título. Derrotó a la campeona olímpica Sara Kolak (que fue cuarta) y a dos chinas: Lingwei Li y Huihui Lyu.

Spotakova comenzó con un flojo lanzamiento de 58.48 metros, consiguiendo en el segundo el tiro ganador con 66.76. Li lograba su marca personal con 66.25 en la tercera ronda y Lyu. 65.26 en la quinta. Las flojas marcas de este concurso se debieron a la temperatura, ya que se lanzó con 16 grados centígrados.

La marcha es la única prueba del atletismo en el que los jueces “informan” al competidor de que está cometiendo una infracción. Evidentemente no pueden hacerlo cuando un saltador ha pisado la tabla de plastilina o ha derribado un listón. Sobre todo, porque el intento ha sido nulo. Un marchador puede rectificar si su forma de marchar no es la correcta.

En el argot atlético se escuchan palabras como: “avisos”, “warning”, etc, que no son correctas. Vamos a poner un poco de orden en el asunto.

En una competición de marcha atlética, los jueces juzgarán a lo largo de todo el recorrido (en pruebas de ruta) y en pista. A cada uno el juez-jefe le asignará una zona y un número.

Según el reglamento IAAF, la marcha “es una progresión de pasos, ejecutados de modo que el atleta se mantenga en contacto con el suelo en todo momento”. Es decir, no debe perder contacto con el mismo. El juez debe vigilar que ese contacto exista siempre (a simple vista).

Cuando un juez detecta esa irregularidad, le mostrará una paleta amarilla con el símbolo de pérdida de contacto . Esta paleta no implica subir a la pizarra ya que no es una tarjeta roja.

El juez anotará en un impreso el número de dorsal, el motivo y la hora. Si van varios marchadores en grupo, el oficial hará lo posible de que el competidor sea sabedor de que ha recibido una paleta amarilla.

La competición continúa y el marchador (a juicio del juez a simple vista) sigue perdiendo contacto. Tomará la decisión de emitir una tarjeta roja, ya que para él el atleta no debe seguir en competición. En esa tarjeta el juez pondrá el número de dorsal, el motivo, prueba, la hora y el número que se le había asignado previamente. Ese documento se lo hará llegar al juez-jefe de marcha lo más rápidamente posible, para que proceda a la subida a la pizarra de comunicación de tarjetas rojas escribiendo el dorsal y el motivo, en este caso pérdida de contacto.

El otro aspecto que tiene que vigilar el juez es la flexión, el atleta tiene que mantener recta (bloqueada) la pierna que avanza desde el momento de la primera toma de contacto con el suelo, hasta el paso por la vertical.

Cuando el juez ve que el atleta no está con la pierna bloqueada en el momento de la toma de contacto o no consigue mantenerla hasta el paso de la vertical,  mostrará una paleta amarilla con el símbolo de flexión, para intentar que el atleta rectifique su modo de marchar. Esta paleta no subirá a la pizarra de comunicación de Tarjetas Rojas.

Si a criterio del juez el atleta continúa con la infracción de flexión emitirá una tarjeta roja con el número de dorsal, el motivo, prueba, la hora y el número que se le había asignado previamente. Ese documento se lo hará llegar al juez-jefe de marcha lo más rápidamente posible, para que proceda a la subida a la pizarra de comunicación de tarjetas rojas escribiendo el dorsal y el motivo, en este caso flexión.

El juez no podrá mostrar paleta amarilla, ni enviar ninguna tarjeta roja si ya ha emitido la misma sobre ese atleta anteriormente independientemente del motivo que la provoque.

Cuando el Juez Jefe haya recibido tres tarjetas rojas procedentes de tres jueces diferentes sobre un mismo atleta procederá a la descalificación del atleta mostrando la paleta roja. El hecho de no poder mostrar la paleta roja, no implica la recalificación del atleta.

Evidentemente como la tecnología ha llegado al atletismo, las tarjetas rojas le llegan al secretario de la prueba de marcha vía telefonía móvil o informáticamente. Así el juez-jefe procederá a la descalificación del marchador lo más rápidamente posible.

En los últimos 100 metros de la prueba, cuando el atleta infringe obviamente la definición de marcha atlética tanto por pérdida de contacto como por flexión, el Juez Jefe tiene la facultad de descalificar al atleta independientemente de las tarjetas rojas que tenga emitidas anteriormente. La comunicación se realizará una vez pasada la línea de meta.

Hemos escrito este pequeño preámbulo sobre el juicio de las pruebas de marcha, ya que los comentarios en las redes sociales, la prensa escrita o en las diferentes televisiones demuestra que en muchas ocasiones no se conoce el procedimiento del control de la marcha.

Las cuatro pruebas de marcha se disputaron en el mismo día, por motivos de seguridad al realizarse por las inmediaciones de Buckingham Palace.

La primera prueba en celebrarse fue la más larga, la de los 50 kilómetros. Fue de un nivel excelente ya que de los 20 primeros, 18 de ellos lograron marca del año o marca personal y además se batieron dos récords nacionales y el récord de los campeonatos.

Después de su decepcionante actuación en los Juegos de Río, el francés Yohann Diniz realizó la táctica a la que está acostumbrado: imponer un ritmo infernal y es lo que hizo en Londres. Los primeros 5 km. los pasó en 22.46 junto al grupo, pero empezó a marchar un minuto más rápido (en los parciales de 5 km) y poco a poco fue incrementando la ventaja sobre sus rivales. Al final, les sacó más de ocho minutos a los nipones Hirooki Arai y Kai Kobayashi. Diniz finalizó en 3:33.12, nuevo récord de los campeonatos.

En la selección española no estuvo el incombustible Jesús Angel García Bragado, recientemente operado. José Ignacio Díaz finalizó en decimoséptima posición con 3:48.08, su marca personal. El leonés Francisco Arcilla fue vigésimo sexto con 3:57.27 e Iván Pajuelo no finalizó la prueba.

Conjuntamente con los hombres salieron siete mujeres que disputaron la prueba femenina de los 50 km.marcha. La IAAF autorizó que se celebrara esta competición después de que la marchadora estadounidense Erin Talcott amenazara con presentar una demanda ante el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) para que las mujeres pudieran disputar dicha prueba y equipararse a los hombres.

La portuguesa Inés Henriques entró en los libros de historia de atletismo como la primera campeona del mundo y además con el único récord mundial del campeonato con 4:05.56. Sobre el km.30 dejó a la china Hang Yin que batió el récord asiático con 4:08.58. Tercera fue su compatriota Shuqing Yang con 4:20.49. Solo cuatro marchadoras finalizaron la prueba ya que dos de ellas se retiraron y la norteamericana Talcott fue descalificada por marcha irregular.

Seguidamente se dio la salida a la prueba de los 20 km.femeninos. Fue rápida y se dilucidó en el último km entre cuatro atletas: las chinas Chiuzhi Lyu y Jiayu Yang, la mejicana Guadalupe González y la italiana Antonella Palmisano. Lyu fue descalificada muy cerca de la meta y su compatriota Yang vencía con 1:26.18, un segundo por delante de González. Palmisano llegaba 18 segundos después.

Excelente actuación de las españolas que rozaron las plazas de finalista. Laura García-Caro llegó novena con 1:29.29. María Pérez décima (1:29.37), ambas con su marca personal. Ainhoa Pinedo llegó la vigésimo primera con 1:31.28.

Como aquello era un suma y sigue, seguidamente salieron los hombres en los 20 kilómetros. El campeón del mundo fue el colombiano Eider Arévalo con un nuevo récord para su país de 1:18.53, con el ruso (representando al equipo neutro) Sergei Shirobokov a apenas dos segundos. Un poco más atrás dos marchadores de países poco frecuentes en la especialidad: Caio Bonfim de Brasil y Lebogang Shange de Sudáfrica, que también mejoraron la plusmarca de sus respectivos países.

Los españoles estuvieron bien, aunque siempre se exige más. Competían cuatro, al ser Miguel Angel López el campeón vigente. Alvaro Martín consiguió una plaza de finalista al ser octavo, Alberto Amezcúa entró en el siguiente puesto con marca personal de 1:19.46, Miguel Angel fue décimo con su mejor marca del año (igual que Alvaro) y Diego García debutó en una gran competición con una decimotercera plaza y registro personal de 1:20.34.

Para el futuro de la marcha, hay que ser optimista. Los equipos masculinos y femeninos son bastante jóvenes (tres de ellos estuvieron en el Europeo sub’23) con lo que hay un cambio generacional, sobre todo en mujeres.

Treinta y cuatro aspirantes se iban a disputar la corona del decatlón del retirado plusmarquista Ashton Eaton. Entre ellos los españoles Jorge Ureña y Pau Tonnesen. He aquí el análisis de las diez pruebas:

El canadiense Damian Warner era el mejor en los 100 metros con 10.50. Jorge Ureña lograba su marca del año con once segundos justos y Pau Tonnesen corría en 11.26, su mejor marca personal. La mejor marca en longitud era para el tailandés Sutthisak Singkhon con 7.65. Jorge saltó 7.30 y Pau 7.21. El líder de la clasificación provisional era el germano Rico Freimuth.

El representante de Grenada, Victor Lindon fue el que lanzó la bola de peso más lejos, exactamente 15.86 metros. Ureña con 13.91 y Tonnesen con 13.76 estuvieron discretos en esta prueba. Había cambio de líder ya que el francés Kevin Mayer sobrepasaba a Freimuth.

El salto de altura fue una gran prueba para los españoles. La prueba la ganó el alemán Kai Kazmirek con 2.11, mientras que Jorge y Pau saltaban  ambos unos buenos 2.08. Ureña se colocaba undécimo y Tonessen decimosexto.

Repitió victoria Kazmirek en los 400 metros con 47.19. Jorge Ureña lograba su marca personal con 48.72 y Pau Tonessen su registro del año con 50.85. Al finalizar la primera jornada seguía primero Mayer, con Kazmirek a 57 puntos. Ureña era noveno y Tonessen vigésimo primero.

La segunda jornada empezó con los 110 vallas. Aquí hubo un descalificado ilustre: el estadounidense Trey Hardee (bicampeón mundial y subcampeón olímpico en Londres’12) por derribar intencionadamente una valla. Poco después comentó que dejaba el atletismo. Excelente marca del canadiense Damian Warner con 13.63. Gran quinto puesto de Ureña con 14.15 y Pau corría en 14.57, consiguiendo el undécimo tiempo. Jorge se colocaba séptimo en la general y Tonessen decimosexto.

El disco es una de las peores pruebas de Jorge Ureña. En 2016 tres nulos en esta prueba le impidieron conseguir un buen puesto en el europeo de Amsterdam. En Londres se conformó con 36.33, lo que le hizo bajar a la décima plaza provisional. Pau realizó su marca del año con 43.07 y el mejor lanzador fue Freimuth con 51.17 metros. Ese lanzamiento le colocó a apenas 24 puntos del galo Kevin Mayer.

Gran pértiga de los españoles. Victoria de Pau Tonessen con 5.40 (treinta centímetros más que sus competidores) y cinco metros para Ureña. Ambos lograban sus mejores marcas del año. Con esos 5.40, Tonessen adelantaba a Ureña y se colocaba noveno, mientras el alicantino seguía décimo.

El estonio Janek Oiglane fue el mejor lanzador de jabalina con 71.73 metros. Jorge lanzaba 56.06 y Pau 55.13. Eso les hacía bajar un puesto en la clasificación. Una de las pruebas fuertes de Ureña son los 1500, consiguiendo una magnífica segunda plaza con 4:26.46 por detrás del nipón Akihiko Nakamura. Jorge fue finalmente noveno con una marca personal de 8125 puntos. Pau Tonessen corrió los 1500 metros en 4:46.31 y quedó decimocuarto con 8006 puntos. Gran actuación de los “combineros”.

Al terminar su combinada, Pau Tonessen declaró que en 2018 solo iba a dedicarse al salto con pértiga. En 2017 habrá una gran competencia entre Adrián Vallés, Igor Bychkov, Dídac Salas y él.

En el hepthalón femenino no hubo representación española. La primera prueba, los 100 metros vallas, fueron para la representante de los Países Bajos Nadine Visser con 12.85. Treinta y una atletas salieron a competir en esta combinada.

El salto de altura fue excelente. La belga campeona olímpica Nafissatou Thiam y la cubana Yorgelis Rodríguez saltaron 1.95, la mejor marca jamás realizada en un hepthalón en los campeonatos del mundo. Thiam tiene una marca de 1.98 y con esos 1.95 hubiera sido cuarta en la final de salto de altura. Evidentemente, estas dos atletas eran las primeras en la clasificación provisional de la combinada.

La belga Thiam dio otra muestra de su poderío al ser también la mejor en el lanzamiento de peso con 15.17 metros. Los 200 metros cerraban la primera jornada, y la británica Katarina Johnson-Thompson conseguía una marca de 22.86, apenas a dos centésimas de la mejor marca de los campeonatos en poder de una tal Dafne Schippers.

La alemana Carolin Schaffer era la líder al término de la primera jornada por su regularidad: segunda en 200 metros, tercera en vallas y altura y cuarta en peso. Thiam era segunda a 22 puntos.

La belga ganaba el salto de longitud con su marca del año, 6.57 metros. Schaffer se quedaba en 6.20. Por lo tanto, la clasificación daba la vuelta con Thiam líder con 5044 puntos y la germana a 96 puntos. Faltaban dos pruebas.

Nafissatou era segunda en jabalina con 53.93, detrás de Anouk Vetter que conseguía la mejor marca de los campeonatos en el heptahlón con 58.41 metros. Schaffer era séptima con 49.99 metros.

172 puntos era la diferencia entre Thiam y Schaffer, La alemana lo intentó corriendo los 800 en 2.15.34, pero fue insuficiente ya que la belga acabó en 2:21.42. Ochenta y ocho puntos separarían a ambas. El podio lo completó Vetter con 6636 puntos. Thiam hizo 6784 puntos y Schaffer sesenta más que Vetter. La mejor en la prueba de las dos vueltas a la pista fue la magiar Xénia Krizsán con 2:07.17.

Para terminar, comentar que la selección española tuvo una buena actuación. Hubo cinco finalistas, más que en los juegos de Río’16 o en el mundial de Pekín’15. Doce de ellos estuvieron entre los doce primeros y una cuarta parte de la selección realizó su marca del año o su marca personal.

También es cierto que España era uno de los ocho países que siempre habían conseguido medalla en el campeonato del mundo, esta vez no pudo ser. Hay que recordar que el primer campeonato del mundo se disputó en Helsinki en 1983.

* Joan Pelayo es juez-árbitro de atletismo, especialista en pértiga y miembro fundador de la AEEA.

– Fotos: AP Photo (Tim Ireland, David J. Phillip) & Reuters (Toby Melville, Matthew Childs)

 




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