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Baloncesto / NBA

Los chicos del coro

por el 8 noviembre, 2012 • 23:41

Desde hace ya ocho años, cuando corría el 2004 y los Pistons de Larry Brown se hicieron con el anillo de campeón, no gana la NBA un equipo que no cuente entre sus filas con una superestrella. Esta frase, que se fórmula sobre dos negaciones, esconde la grandísima dificultad de la empresa: ganar en la sola virtud del conjunto. La responsabilidad compartida y el carácter imprevisible de los equipos que no señalan con el dedo a un jugador determinante son claves para entender que en el baloncesto pueden competir todos. Aunque no gocen del talento supremo de alguna superestrella, saber competir sin ellos es aún más talentoso. Entendemos por superestrella a una figura de las más importantes de la liga, con un PER (Player efficiency rating) indiscutible, galones para jugarse un buen porcentaje de tiros trascedentes, poder mediático, influencia dentro de la franquicia y un contrato que figure entre los más cuantiosos del baloncesto. En los últimos años, James y Wade en los Heat, Nowitzki en Dallas, Bryant en los Lakers, Garnett-Pierce-Allen en Boston y Ducan-Ginobilli-Parker en los Spurs, figuraron entre la élite de la liga. La coincidencia temporal entre dos generaciones de jugadores que pasarán a la historia de la liga, los Nowitzki, Nash, Duncan y Kobe junto a la nueva hornada comandada por James y Durant hace ciertamente improbable la llegada de otros equipos a las finales de la competición. Pero de suceder así, ¿qué equipos sin superestrellas tienen hoy día alguna opción de llegar lejos durante los playoffs? Según mi opinión, serían los siguientes:

  • Indiana Pacers

La franquicia de Indianápolis ha agotado el listado de excusas y ahora sólo le queda rendir al máximo de sus posibilidades. Después de unos años de transición y del viraje que supuso el curso pasado pasar de Danny Granger a Roy Hibbert como jugador de referencia, el equipo ha conseguido mezclar juventud, atletismo y experiencia. Con West y Tyler Hansbrough para apuntalar el juego interior, Green y George aportando músculo y atletismo y Hill al mando de las operaciones, el presente del equipo para enfrentarse a sus rivales de la Conferencia Este parece alentador. La mayoría de miembros del equipo están en progresión o en un punto óptimo de sus carreras. El equipo tendrá variantes en estático, sabrá correr y controlará bien el asunto de los rebotes, ya que casi todos sus hombres son buenos reboteadores, pero parecen huérfanos de liderazgo. Un paso hacia delante de Hibbert, Granger o George significaría convertirlos en serios contendientes. La franquicia fue ambiciosa desde los despachos intentando adquirir sin éxito un gran escolta anotador como Eric Gordon, pero sus propias circunstancias de mercado le obligaron a recular con movimientos menores hasta conseguir una plantilla compensada y competitiva. Si consiguen una buena plaza durante la temporada regular y los cruces les son favorables, podrían ir madurando competitivamente y adquirir el hábito de ganar hasta plantarse en semifinales de conferencia. Entonces, quizás el susto que le dieron el año pasado a Miami Heat se convierta en algo más que eso.

  • Phidadelphia 76ers

Si gestionar una franquicia es realizar movimientos buscando una mejora potencial de tu equipo, los gerentes de los Sixers han realizado sus labores de forma notable. Sus responsables entendieron que sin riesgo no se alcanza el éxito y han tomado decisiones arriesgadas en pos de una mejora significativa. Para ello, sacrificaron piezas que parecían al límite de su producción (Iguodala), a unos años de su madurez (Vucevic) o que pudieran resultar conflictivas respecto a la competencia en el equipo (Williams), definieron bien los roles y apostaron por jugadores que no podían esperar más su tiempo de crecimiento (Turner y Holiday).  Además, trajeron dinamita en la búsqueda de anotación desde el banquillo, y como resultado de las negociaciones adquirieron a Jason Richardson, un veterano escolta venido a menos con buena defensa y aceptable tiro exterior. Lo que tenemos es un equipo que igual puede contraatacar que marcar la diferencia gracias a su trío interior, Hawes-Young-Bynum. ¿De qué dependerá su éxito? Fundamentalmente del factor Bynum, que se puede inflar en el Este y que durante el pasado curso obtuvo casi los mismos números por minuto que Dwight Howard, y de la explosión o implosión de Turner, en el que están depositadas grandes esperanzas. Si las rodillas de Bynum se mantienen sanas y la alquimia colectiva perdura de forma parecida a como ha venido sucediendo, los Sixers deberían ser un equipo durísimo al que enfrentarse. Pero claro, depender de las rodillas de Bynum…

  • Milwaukee Bucks

¿Ha crecido verdaderamente Milwaukee Bucks durante los últimos años? La primera impresión es que sí, pero la cruda realidad es que el equipo apenas ha entrado una vez en playoffs durante los últimos cuatro años y perdió en primera ronda. El equipo ha estado condicionado por los problemas de salud de sus pilares fundamentales, personificados en esta última etapa en Andrew Bogut. Como hartos de esperar a quien nunca llega, los Bucks hicieron un canje que implicaba al gigante australiano y obtuvieron a cambio a Monta Ellis, un fenomenal anotador con una defensa manifiestamente mejorable. El puzzle resultante es una incógnita, pero el potencial de la plantilla lo destaca como posible equipo emergente. No obstante, combinar a Jennings con Ellis garantiza anotación y se han reforzado con Dalembert en la pintura, lo que unido al nuevo rol de Ilyasova y a la disposición de especialistas defensivos, debería garantizar buenos resultados. Pero eso sólo sucederá si los Bucks se disciplinan respecto a los dos factores principales que definen la propuesta de su entrenador: defensa y solidaridad en ataque. Para lo primero cuenta con un buen arsenal de especialistas defensivos (Udoh, Mbah a Moute, Sanders e incluso Daniels o Pryzbilla). Para lo segundo, todo depende del rigor y la actitud de Jennings y Ellis, que deberán aparcar los intereses individuales en beneficio del colectivo.

  • Memphis Grizzlies

La mayor virtud de los Grizzlies como equipo es la experiencia colectiva y el equilibrio de facultades. El mismo quinteto lleva jugando juntos varios años seguidos, salvo las interrupciones en forma de lesión que Randolph y Rudy Gay sufrieron tiempo atrás. La dupla Conley-Gasol es una de las asociaciones más productivas de la NBA y Tony Allen aporta esos intangibles que deciden partidos ajustados (robos, faltas recibidas, actitud defensiva). Además, poseen al discutido Rudy Gay, en pleno proceso de alcanzar un rol de estrella multifuncional, o al menos, no ser unidimensional. Lástima que todo el poderío inicial se vea disminuido con un limitadísimo banquillo, que ha ido menguando con los traspasos hasta encontrarse en el raquítico estado actual. Sólo Speight y Ellington parecen en estado de aportar algo inminentemente, aunque sea poco más que anotación. Bayless es un interrogante con ganas de asentarse por fin en la liga y se espera con ansias la vuelta de Darrell Arthur, que de hacerlo en buenas condiciones sería un impulso enorme en las aspiraciones de la franquicia. Memphis es un equipo capaz de todo con importantes colapsos en su juego ofensivo y una aportación limitada del banquillo. Tiene a dos grandes ladrones, Conley y Allen, una dupla interior de características antagónicas, el base-pívot Marc Gasol y el anotador Randolph, y un jugador de tremendo potencial como Gay. ¿Pero será suficiente para llegar a una final en el Oeste?

  • Denver Nuggets

Los de George Karl se han quitado la careta y ni siquiera disimulan, entregándose sin reparos a su verdadera naturaleza. Quieren correr, compartir la pelota entre sus variantes e imponer un ritmo frenético al juego. Por eso prefirieron a McGee antes que Nené Hilario y a Iguodala antes que Afflalo. Sutiles diferencias que marcan el camino. Además, tienen respuestas ante cualquier interrogante que se les proponga. Si necesitan estático, saldrá Miller en lugar de Lawson; si quieren tiro, Gallinari; si quieren intensidad y estrés, Faried, Iguodala y cia. Y es que ahora cualquier actor del reparto cree fervientemente en el estilo propuesto. Y eso, en la NBA, marca las diferencias. Karl tiene los ingredientes y cree tener la receta. Si los Nuggets consiguen mayor competitividad en momentos decisivos y trabajan para proteger la zona pintada (donde carecen de hombres importantes), en los demás aspectos del juego tienen argumentos para plantar cara a cualquiera. Los Nuggets se van haciendo, poco a poco, un equipo de presente.

 

* Javier López Menacho


– Fotos: John Leyba (The Denver Post) – Nikki Boertman (The Commercial Appeal) – AP – David Maialetti (The Philadelphia Inquirer)




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