Durante un partido, los jugadores del Barça se dividen en dos categorías: los del desgaste y los de las decisiones. [Nota: esta es una división ficticia creada por el autor, sin más objetivo que escribir el presente artículo. En realidad, los futbolistas del Barça podrían subdividirse en otras muchas categorías] Por lo general, los jugadores del desgaste van por fuera y los de las decisiones, por dentro. En esa forma de jugar tan peculiar que tiene el equipo de Tito, la misma que tenía con Pep, se hace imprescindible trabajar mucho por los costados para que el interior quede lo más despejado posible. Así, no debe inscribirse en la casualidad la caída del rendimiento -o las lesiones sufridas- que el pasado curso afectó a gente como Pedro, Villa o Alves, tres de los más exigidos en años anteriores.
En el caso de los atacantes, cuya misión ya ha quedado claramente delimitada como “barrenderos” de Messi, encargados de limpiar todo el frente ofensivo para que la segunda línea enfrente menos obstáculos, dicho desgaste acaba desembocando en un período útil de juego de 70 minutos por partido. La intensidad que esta forma de jugar exige a Pedro o Alexis no permite ir mucho más allá en el tiempo. El trabajo que se les pide genera otra característica: terminan siendo jugadores que van de más a menos a lo largo del partido porque la acumulación de esfuerzos explosivos acaba mermando seriamente sus condiciones.
En la categoría opuesta están los jugadores de las decisiones, que son los que circulan por dentro. No es ocioso comprobar que el rendimiento de Iniesta mejora exponencialmente a medida que transcurre el encuentro. De menos a más: por metodología propia, buscando primero sondear al rival y acabando por ajusticiarlo cuando ya conoce bien sus flaquezas; y también porque el desgaste de hombres como Alexis y Pedro genera a su vez un desgaste similar en las defensas rivales… con la diferencia de que a dichos rivales no se les sustituye. En ese punto, gente como Iniesta se da un festín. Y Messi aún más. Nadie como Leo en cuanto a comprensión de los momentos para aniquilar al rival. Si analizamos sus primeros 20 minutos de cada partido y sus últimos 20 minutos contemplaremos dos futbolistas distintos. El primero camina, trota, sondea el terreno y observa. Sus colegas del desgaste están machacando a carreras a los rivales. En el último tramo de los encuentros vemos a un Messi eléctrico, febril, omnipresente incluso si toca defender. Los del desgaste ya han hecho su trabajo y ahora es momento de que Messi y sus colegas de dentro recojan la cosecha.
Por descontado, ningún partido es igual a otro y ningún jugador se comporta igual en dos momentos similares. Pero las pautas del equipo de Tito se repiten una y otra vez. Los de fuera desgastan, exigen y machacan a los contrarios; los de dentro esperan agazapados que llegue el momento de las decisiones: toman el pulso, mecen la cuna y preparan el aguijón. Y llega Messi.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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