"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
La jugada transcurre más o menos así. El equipo rival tiene la pelota, Minnesota Timberwolves defiende posicionalmente con Ricky muy metido atrás, las dos torres del equipo –Love y Pekovic– sellando la zona, basculando según los condicionantes del juego, Martin defiende la línea perimetral y Corey Brewer yace en el costado contrario dónde está el balón, tapando la línea de pase. La jugada termina con el lanzamiento del rival y es entonces cuando los Timberwolves activan su jugada más reconocible en lo que va de año.
El equipo se contrae como un acordeón pero deja un electrón suelto: un dardo llamado Corey Brewer cuyo objetivo es la canasta contraria. Bajo el aro, uno de los pívots protege el rebote y el otro lo atrapa, preferiblemente Pekovic usa su enorme espalda como muro de contención y Love termina haciéndose con la pelota. Entonces otea el horizonte. Brewer corre en sprint desde el lateral hacia el centro o buscando la espalda del defensor. Recibe un misil en carrera y, con el jugador contrario en tremenda desventaja –corriendo aún hacia atrás–, lo afronta, lo dribla y termina encestando.
La jugada alberga dos variantes. En una de ellas se usa a Ricky Rubio como mero intermediario entre Love y Brewer. Recoge la pelota de uno y busca al otro. Rubio suele buscar un lateral de la media cancha que le ofrezca una visión perimetral del campo. Lo demás, lo fía a su talento. La otra variante es la más arriesgada, pero también la más espectacular: Love se disfraza de quarterback y en lugar de un realizar un lanzamiento frontal, la pelota sale en parábola hasta el otro extremo del campo (Sabonis o Marc Gasol ya hicieron algo así). Brewer recoge la pelota y acaba de la misma forma. Canasta. Doloroso para el equipo contrario porque aún tienen que recoger ese balón y Minnesotta tiene la transición defensiva solucionada.
Esto tiene unos riesgos implícitos. En las segundas opciones del equipo rival tras rebote ofensivo, los Timberwolves defienden casi con un jugador menos. El perímetro, a veces, queda desierto y a merced de cualquier francotirador. Pero Adelman y los suyos asumen el riesgo y lo achacan a una cuestión de lecturas. El automatismo de cuándo sí y cuándo no parece aprehendido por los actores del reparto, pero no así por los rivales, que sufren, una y otra vez (y otra y otra), las acometidas de Brewer. En un equipo que sufre periodos de atasco en estático, el oxígeno Brewer le viene como anillo al dedo. Es una versión moderna y atlética del palomero.
La jugada, además, ha traído rédito a unos y otros. A Rubio le resta el deber de ser siempre el centro de atención en el juego transaccional, e incrementa su capacidad de sorpresa. A Love le llena de oxígeno, pues no corre tanto de un lado al otro de la cancha y está más lúcido en sus frecuentes acometidas al aro. Y a Brewer le ha ido generando confianza. Empezó como una flecha y ahora, henchido de orgullo, también es capaz de postear, de lanzar triples o poner tapones de envergadura.
Desde la Operación galgo, Brewer se ha convertido en el máximo anotador al contraataque de la liga (detrás, ilustres de este apartado del juego como Goran Dragic, John Wall o Russell Westbrook). Además, juega más minutos que nunca (33,8) y tiene el mejor porcentaje anotador de su carrera (46,3). Ha dejado de ser un atleta para convertirse en un multiusos. Defiende, sí, pero aporta muchas otras cosas. Su confianza es tal que retó a sus compañeros: “No seremos un equipo ganador si no comenzamos la temporada 7 -3”. El equipo comenzó 6-4.
La sensación es que los Wolves tendrán serias opciones de volver a disputar los playoffs si no se dejan engullir por su irregularidad. Su entrenador, Rick Adelman, tiene que tirar de las orejas de vez en cuando a sus pupilos, cuyos peores defectos son la tendencia a la languidez y una excesiva autoconfianza. Lo repite una y otra vez: para llegar a playoffs hará falta tanto talento como actitud. Y un par de trucos, claro.
* Javier López Menacho.
– Foto: Greg Smith (USA Today Sports)
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