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Historias

Óscar Freire, el adiós del tricampeón mundial

por el 9 octubre, 2012 • 10:27

Después de quince temporadas y más de setenta victorias como profesional Óscar Freire ha decidido colgar la bicicleta. Y, como si fuera un auto-homenaje, se retiró en la carrera que más reconocimiento le dio a lo largo de su dilatada trayectoria, el Campeonato del Mundo, prueba que ganó en tres ocasiones. Sin embargo, pese a todos sus éxitos, el ciclista cántabro ha sido más reconocido fuera de España, como ocurrió con un paisano suyo, Severiano Ballesteros, en un deporte tan diferente como es el golf. No en vano, de sus quince temporadas como profesional, en sólo dos –precisamente las dos primeras– Freire estuvo enrolado en un conjunto español, el Vitalicio Seguros.

VERONA, EL INICIO DE TODO

La temporada 1998 significó el debut en profesionales de un equipo, Vitalicio Seguros, que dio su salto a la máxima categoría de la mano de Óscar Freire. Javier Mínguez, director de dicho equipo, se había hecho el año anterior con los servicios del cántabro, que se despidió del campo amateur poniendo un broche de plata a su brillante paso por ella, siendo segundo en el Campeonato del Mundo sub-23 celebrado en San Sebastián, donde Kurt-Asle Arvesen le superaba al sprint. Comenzaba así el idilio de Freire con esta competición, una relación duradera que se mantuvo a lo largo de toda su carrera –sólo se lo perdió en dos ocasiones–.

En su año de estreno como profesional, que para muchos sirve para acostumbrarse al cambio de ritmo que se produce en el salto de una categoría a otra, Freire sumó su primera victoria –una etapa en la Vuelta a Castilla y León–, y debutaba en pruebas tan importantes como Tour de Flandes, Paris-Roubaix y Campeonato del Mundo –fue 17º en Valkemburg–.

No parecía que 1999 fuera a ser un buen año para el corredor de Torrelavega, que sufrió varias lesiones. Pese a ellas, Paco Antequera se la jugaba y le incluía en la selección para el Mundial de Verona, dándole además galones. Pocos podían esperar lo que ocurriría ese día, y es que Freire consiguió llegar en el grupo de once corredores que se jugarían la victoria, entre los que se encontraban estrellas del momento como Vandenbroucke, Ullrich o Boogerd. Y ni a los más optimistas se les pasó por la cabeza que el cántabro atacaría a 500 metros, y aprovechando la indecisión de sus rivales se convertiría en el segundo español en vestirse con el maillot arcoiris –el anterior había sido Abraham Olano en 1995–.

FICHAJE POR MAPEI

Su victoria en el Mundial de Verona sitúa a Óscar Freire en la cartera de todos los mánagers, firmando finalmente por el Mapei-Quick Step con un contrato millonario. Comienza de esta manera el exilio del corredor cántabro, que ya no correrá en un conjunto español hasta que se retire. Sin embargo, esta marcha le permitirá seguir creciendo en las pruebas de un día y en las llegadas masivas, “especialidades” que en su país no son valoradas como en Bélgica o Italia, donde es considerado una auténtica estrella.

En su primer año en Mapei, vestido con el maillot arco-iris, Freire suma nueve victorias, entre ellas dos triunfos parciales en la Vuelta a España. Además, pese a sufrir problemas físicos durante parte de la temporada, en Plouay se quedará muy cerca de repetir su victoria en el Campeonato del Mundo, finalizando tercero detrás de Vainsteins y Spruch. Las lesiones se agravarán al año siguiente, en el que Freire sólo podrá alzar los brazos en dos ocasiones. Sin embargo, una de ellas vuelve a ser en el Mundial, acumulando dos oros y un bronce en sus cuatro primeras participaciones.

Si en Verona la victoria de Freire llegó atacando en un grupo reducido, en Lisboa tuvo que ser el más rápido en una llegada “masiva”, con aproximadamente 50 ciclistas en el pelotón. La selección española hizo un gran trabajo en pos de su campeón y éste lo aprovechó entrando por el único hueco que dejó Erik Zabel, uno de los mayores rivales del cántabro a lo largo de su trayectoria al tener unas características similares –ciclistas con gran punta de velocidad, capaces de superar sin excesivos problemas las subidas cortas-. Al final Zabel acabó quinto y Freire estuvo acompañado en el podio por Bettini y Hauptman.

REGRESO TRIUNFAL A VERONA

La temporada 2002 fue la última de Freire en Mapei, luchando por el triunfo en pruebas como Tirreno-Adriático, Milán-San Remo o Amstel Gold Race. Además, el de Torrelavega debutaba en el Tour de Francia y lo hacía consiguiendo un triunfo parcial en la tercera etapa, con llegada a Sarrebruck. En cuanto al Mundial de aquel año, disputado en Zolder, una avería mecánica le dejaba sin opciones de victoria, la cual se decidió al sprint cayendo en manos de Mario Cipollini.

Al desaparecer Mapei, sería otro equipo extranjero, Rabobank, el que apostase por el cántabro, dando inicio a una relación que duraría nueve temporadas. Y como ocurrió con sus dos equipos anteriores, en el segundo año Freire se proclamó campeón del mundo.

El Mundial de Verona llegaba un año después de que otro español, Igor Astarloa, se proclamara campeón en Hamilton, Canadá. El ciclista vasco atacó y aprovechó las dudas que generaba que en el grupo perseguidor se encontraran Alejandro Valverde y Óscar Freire –que fue noveno–. La ciudad italiana era de buen recuerdo para Freire y la cita mundialista llegaba en la que posiblemente fuera su mejor campaña como profesional, con triunfos en pruebas como Vuelta a España –una etapa, en Castellón de la Plana– o Milán-San Remo –se convirtió en el segundo español en ganar la Classicissima, una de las cinco carreras consideradas como monumento–. En esta última, Erik Zabel levantó los brazos al creerse ganador, pero en el último golpe de riñón se veía adelantado por el cántabro. Por si fuera poco, en el Mundial el ciclista alemán volvería a ver como Freire se cruzaba en su camino, dejándole con la medalla de plata –el bronce fue para Luca Paolini–. El de Torrelavega, aprovechando un espectacular lanzamiento de Alejandro Valverde, entraba en la historia de dicha prueba, al convertirse en el cuarto corredor con tres victorias en el Mundial –uniéndose a grandes de este deporte como Eddy Merckx, Alfredo Binda y Rik Van Steenbergen-.

Tras Verona, a Freire le alcanza la maldición arco-iris, pero en su caso durará dos temporadas (pese a ella logrará resultados interesantes como la general de la Tirreno-Adriático o etapas en el Tour de Francia), en las que el corredor de Rabobank se perderá el Mundial. Estos años de ausencia, y el gran momento que vive el ciclismo español, le relegan en su posición de líder absoluto de la selección. Pese a ello Freire no volverá a perderse ningún campeonato del Mundo desde 2007, logrando otros tres top-10 (6º en 2010, 9º en 2011 y 10º en 2012) en jornadas en las que peleó por una victoria que hubiera sido histórica.

NO SOLO DEL MUNDIAL VIVE FREIRE

Pese a que el Campeonato del Mundo fue la carrera con la que Óscar Freire sintió un idilio especial, sus victorias fueron mucho más allá. No en vano, el de Torrelavega se retira con cerca de 70 triunfos como profesional. Entre las más destacadas está la Milán-San Remo, una de las clásicas más importantes del calendario ciclista, que al igual que ocurrió con el Mundial ganó en tres ocasiones. La primera de ellas es la ya contada de 2004, donde superó in extremis a Erik Zabel, pero llegarían dos más (en 2007 por delante de Allan Davis y en 2010 ante Tom Boonen, esta última cuando parecía que su carrera ya iba cuesta abajo). Tampoco se pueden olvidar sus tres triunfos en la Flecha Brabançona (todas ellas consecutivas, entre 2005 y 2007), pruebas World Tour como Gante-Wevelgem (2008), Vatenfall Cyclassics (2006) o Paris-Tours (2010), la general de la Tirreno Adriático (2005) o sus once etapas en grandes vueltas (4 en el Tour, donde además ganó el maillot verde en 2008, y 7 en la Vuelta).

LOS JJ. OO. SE LE RESISTIERON

Después de sumar numerosos triunfos, quizá una de las pruebas que se le resistió y pudo estar en sus piernas fueron los Juegos Olímpicos. Freire debutó en ellos en Sidney 2000, donde fue 17º al apostar por un esprint que no llegaría –venció Jan Ullrich atacando junto a dos compañeros de equipo, Alexander Vinokourov y Andreas Klöden, que fueron plata y bronce respectivamente–. Cuatro años después, en Atenas, tuvo que retirarse debido a una caída, mientras que en Pekin 2008, donde ganó Samuel Sánchez, volvió a poner pie a tierra antes de lo esperado, en aquella ocasión debido a un virus.

Parecía que los de Londres, este mismo año, podían ser los Juegos Olímpicos en los que Freire refrendara sus victorias en el Mundial, ya que el terreno parecía adecuarse a sus características. Sin embargo una caída en el Tour de Francia, que se ensañó con los ciclistas españoles, le provocaba la rotura de tres costillas y una perforación en el pulmón, obligándole a olvidarse de los que hubieran sido sus cuartos Juegos Olímpicos.

2012, EL AÑO DE LA DESPEDIDA

Después de varios años planteándose la retirada, parecía que 2011 sería el año elegido por Óscar Freire para colgar la bicicleta al no renovar su contrato con Rabobank. Sin embargo, apareció el equipo Katusha y el cántabro continuó un año más, en el que consiguió buenos resultados. Comenzó el año a un gran nivel, logrando una victoria de etapa en el Tour Down Under y otra en la Vuelta a Andalucía. Freire mantuvo dicho estado de forma en la temporada de clásicas, donde ya no pudo repetir triunfos pero sí cosechar excelentes resultados: 7º en Milán-San Remo, 2º en E3 y Brabançona y 4º en Gante-Wevelgem y Amstel Gold Race, donde le sobraron unos pocos metros, ya que fue atrapado por el grupo prácticamente en la línea de meta.

El Tour de Francia fue la carrera elegida para preparar los Juegos Olímpicos, pero una caída le obligaba a olvidarse de la cita en Londres y centrarse en el Campeonato del Mundo, prueba que avisó que en caso de no ganar sería su última competición como profesional. En Valkenburg no pudo llevarse el gato al agua al no poder seguir a Philippe Gilbert en la última ascensión al Cauberg –esa misma subida que le dejó sin una victoria en la Amstel Gold Race este mismo año–, y la ciudad neerlandesa cerraba el círculo en el que se convirtió el romance de Freire con los campeonatos del mundo, ya que después de ver su debut en 1997 –donde fue 17º– fue también escenario de su retirada.

 

* Ricardo Alonso-Bartol es periodista.


– Fotos: EFE – RFEC – Roberto Bettini – Reuters




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