Parece que ya queda en el recuerdo la imbatibilidad y el esperanzador inicio de temporada del nuevo proyecto de Luis Enrique al frente del conjunto azulgrana. La vorágine que vive un club de tales dimensiones hace que la memoria sea frágil y que prime la inmediatez por encima de análisis más sosegados.
Los resultados obtenidos en los últimos tiempos han demostrado que el plan futbolístico del entrenador se encuentra todavía en una fase embrionaria en la cual es difícil percibir el recorrido que se tomará en los próximos meses. Las derrotas sufridas ante Real Madrid y Celta que llevaron a la pérdida del liderato rompieron de forma abrupta las ilusiones creadas durante los primeros partidos de la temporada.
“Las derrotas forman parte del proceso del fútbol, del aprendizaje, del crecimiento de un equipo y espero que estas derrotas sirvan para paliar los errores que hemos cometido. Lo hablaremos entre todos y lo sacaremos hacia adelante. Al final de temporada veremos si hemos sido merecedores de algo”.
El debut de Luis Suárez como azulgrana se dio precisamente en el clásico: “No me arrepiento para nada de su titularidad. Ha estado bien y ha tenido bastante ritmo, más del que me esperaba y para nosotros es un futbolista importante que conoce perfectamente los mecanismos de trabajo porque lleva desde el inicio con nosotros”.
El golpe anímico que sufrió la plantilla tras perder en el Bernabéu fue agravado además con las primeras críticas hacia el trabajo de su técnico. “Me conozco la casa, el cargo y hace muchos años que me dedico por suerte al fútbol a nivel profesional y las críticas se han de aceptar y ya está. De todas maneras, ni leo ni miro cosas que no me interesan y que considero que no me van a ayudar”. Desde dentro, el objetivo por el que se debía trabajar era claro: “Las derrotas siempre son dolorosas y siempre crean dudas a todos. La naturaleza del ser humano es la de buscar siempre las soluciones fuera y no dentro. Nosotros vamos a intentar hacerlo al revés. Mirar hacia uno mismo, hacer autocrítica y mirar que cosas podemos corregir”.
Uno de los principales problemas que se han identificado en el estilo de juego es la pérdida de control sobre los partidos y la transición hacia un modelo que ha querido de forma intencionada o no primar más el juego de los delanteros que el de los centrocampistas. El eterno debate entre el juego de posición y una apuesta más directa y vertical. En este sentido, la incoherencia reside entre lo que vemos dentro del terreno de juego y las palabras de Luis Enrique: “Nuestro objetivo es siempre controlar el partido al máximo. Intentamos mantener una estructura de juego que nos permita poder hacerlo, pero unas veces porque el rival te supera y otras porque no hemos estado bien colocados, pues aparecen las transiciones. Si no controlamos el juego, nosotros sufrimos por el perfil de jugadores que tenemos”.
El hecho de que se desee controlar más el ritmo a través de la posesión del balón ha otorgado mayor protagonismo a Xavi, quizás el centrocampista con mejor tono tras el bajo estado físico de Busquets, la indefinición de Rakitic en el esquema táctico y la ausencia por lesión de Iniesta. Incluso Mascherano, tanto cuando ha jugado como central o como mediocentro, ha rendido a un nivel óptimo: “A nivel individual es un jugador top, sin ninguna duda. Tiene una capacidad para distribuir el juego indudable y además con un componente físico para darnos una consistencia defensiva bestial. En cambio, Busquets es totalmente diferente jugando en la misma posición aunque también tiene una excelente interpretación del juego defensivo y ofensivo”.
Otro futbolista que ha sido protagonista indiscutible de la actualizad azulgrana, y no precisamente por motivos deportivos, ha sido Gerard Piqué. El central no ha entrado en los planes y su entrenador se ha visto obligado a defender públicamente su manera de gestionar el vestuario, incluso mostrando una actitud desafiante ante los medios: “No tengo que marcar territorio, no soy un perro de caza. Voy gestionando a mis jugadores e intento desarrollar mi labor de la mejor manera y con un claro objetivo: intentar sacar el mayor rendimiento global de mis jugadores”. Hasta la fecha, este caso confirma que Luis Enrique deberá ser también el responsable de recuperar la mejor versión de este futbolista.
El futuro es incierto. La sufrida victoria conseguida ante el Almería no ha ayudado tampoco a que el equipo volviera a tener fiabilidad en su juego notándose una falta alarmante de ideas en ataque. “Ha sido el partido en el que peor juego hemos hecho”. De forma tajante, el técnico asturiano no tuvo problema alguno en valorar así el momento actual en el que se encuentra su equipo: “Es muy difícil valorar la evolución futbolística en este punto de la temporada. Habrá que mejorar cosas. No hay un punto exacto en el que ahora os pueda decir si estamos por encima o por debajo. Lo siento, pero eso no lo tengo”.
* Marcos Castro.
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