"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
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1.- El primer paso que dio Prandelli al acceder al cargo de seleccionador italiano fue el de otorgar un nuevo estilo al combinado azzurro, hacerlo jugar de un modo que él tenía en la cabeza y que le había resultado convincente. La idea tardó en asentarse, pero se consiguió con enorme suficiencia en la Eurocopa del año pasado. Pero el brote de la Italia del bel gioco está todavía fresco, necesita riego constante y abono, mucho abono. Si la tierra está marchita, el árbol no crece.
2.- Por ahora ese alimento son dos jugadores muy intrínsecos al sistema Prandelli: De Rossi y Pirlo. Uno es el pulmón y el otro el talento, la magia, el arte. Ninguno saltó de inicio para enfrentarse al motivadísimo anfitrión, ansioso por triunfar en casa, mordiendo desde el primer segundo del partido lo más arriba posible, cerca de la meta, donde robar hace mucha pupa. Sin la salida ágil que otorga Pirlo, Italia se pierde en el laberinto de piernas y choques en el que le introduce Scolari. La Azzurra se agobia y Neymar lo aprovecha.
3.- Chiellini y Bonucci recibían la salida de balón de Buffon, levantaban la cabeza y en medio segundo tenían a Neymar, Hulk o Fred pegados a la nuca, amenazantes, soltando el aliento de Alien. No había una referencia clara de pase, un faro que guiase el camino hacia la costa. Bueno, lo había, pero Montolivo se apagó antes de la media hora y el recambio, Giaccherini, no venía a jugar ahí. ¿Y qué pasó? Pues que ni Bonucci ni Chiellini confiaban en la imaginación de Aquilani, cerebro improvisado, para evitar perderla rápido, de ahí que eligieran las bandas para salir.
4.- Esa zona estaba minada, como el centro. A la presión incesante y asfixiante de Hulk y Neymar por los costados se unía la de Alves y Marcelo, siempre verticales, constantemente profundos. Brasil disfruta así. Sin crear, sin necesidad de pensar en demasía. Correr, presionar, robar y romper. Filosofía de juego calcada a la del Real Madrid. Con la posesión, la Canarinha sufre para gestionar sus ataques, hoy algo más fluidos (que no perfectos) con la entrada de Hernanes por Paulinho.
5.- Con el biancoceleste en el campo se liberó a Oscar de cualquier labor en la medular, pudiendo dar rienda suelta a su calidad, aunque a pesar de ello sigue sin encontrar su sitio en este equipo. Participó más y participó mejor de lo que le habíamos visto hasta ahora en esta Confederaciones, pero la falta de iniciativa de su equipo le resta mucho protagonismo. Brasil no tiene casi nunca que mandar en la posesión, por lo que casi no aparece. Oscar disfrutó en los Juegos Olímpicos porque Brasil tenía que crear; ahora es casi innecesario.
6.- Cuatro goles anotó Brasil y prácticamente no tuvo necesidad de dar más de dos o tres toques seguidos para arrimarse a la puerta de Buffon. Dos balones parados, un pase largo de Marcelo y una pérdida de Italia tras presión y en dos movimientos Fred encontró su segundo tanto. Velocidad y precisión son las armas con las que Scolari quiere regresar a lo grande a su selección.
7.- La primera parte estaba llegando a su final y se podía hablar de un muy destacable parte de bajas. A las ya mencionadas de Pirlo y De Rossi, Italia sumó la de Montolivo y poco después la de Abate, mientras que David Luiz completó su desgracia en este torneo con un bocadillo en el muslo. Su sustituto marcó el gol inicial, pero poco más se notó el cambio. Dante estuvo serio, después de un inicio algo torpe, aunque aún le falta acoplarse a Thiago Silva, su probable pareja en los próximos años en la selección.
8.- Sin Abate para percutir y Candreva demasiado obligado a acudir al centro a ayudar en la creación, Italia no tenía bandas. Sobre todo después de hacérsele muy grande el partido a De Sciglio, enorme lateral de grandes cualidades pero excesivamente nervioso e impreciso. Apenas se animó a subir por la izquierda, y no le acompañaba Giaccherini. Cuando los hombres de la derecha se unieron en causa común, Brasil sufrió. Marcelo, ya sin Neymar ayudando (fue sustituido pensando en las semifinales), se vio superado por Maggio y Candreva.
9.- Uno no quería crear, Brasil, y otro no podía, Italia. La Azzurra se ha acostumbrado a jugar con la pelota y ya le cuesta volver a hacerlo sin ella. Con el faro apagado, el juego italiano era ramplón y sin profundidad. Balotelli era una isla que se peleaba con los centrales sin ningún fruto. Los goles de Italia fueron al más puro estilo brasileño: balón largo peinado un par de veces que llega a Giaccherini y un balón parado. Ante la imposibilidad de jugar, había que optar por esa vía más rápida.
10.- El segundo gol de Italia merece un análisis. Resumiendo, la jugada es esta: centro al área, un defensa brasileño barre a Maggio, Luiz Gustavo aparta bruscamente a Balotelli del balón, el árbitro pita y señala penalti, Chiellini marca, el árbitro cambia la dirección del brazo y apunta al centro del campo. Si el director sopla su silbato, todo lo que acontezca justo después queda invalidado, por lo que el gol de Chiellini no debería haber valido. Pero el árbitro señala dos cosas distintas, anulando (legalmente) la primera a la segunda. Extraño, cuando menos.
y 11.- Por razones de edad no he podido disfrutar en su plenitud a la Brasil del 70, por lo que no he visto ese juego lustroso y de grandes quilates de Pelé, Jairzinho y Rivellino. Pero para aquellos que sí los vieran debe de ser triste ver ahora a la pentacampeona del mundo encerrada en su área desde el minuto setenta de partido defendiendo a ultranza un primer puesto de grupo, sin capacidad de reacción, sumisa ante la avalancha, esperando recibir el menor daño posible. A la selección brasileña le ha servido, está por ver si le sirve a Brasil.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: AP
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