"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Este juego no entiende de entendidos ni de craneometrías, no existe relación entre el tamaño del cerebro y el desarrollo de las facultades intelectuales. La inteligencia no se mide en títulos, los GPS no detectan el talento. Dividiendo el fútbol acabamos por dividir los balones y un balón dividido es medio balón. Hay jugadores que juegan mejor cansados, correr más significa jugar peor y jugar bien no es jugar mejor que otros.
El jugador ideal es gordo y bajito, lento para correr pero rápido para pensar. Gracias a Dios, los que nos entretienen son incomprensibles, su todo es irreconocible aun conociendo sus partes. Por eso Sergi Samper juega mejor que Busquets pero peor que Busi. “Me gusta todo de ti menos tú”, me dijo Cappa que decía Serrat sobre el mediocentro defensivo.
Pero el que hacía era Guardiola: “Hay que convencer a los jugadores de tener el balón”. Ahora resulta que Iniesta, Messi, Xavi y Busquets necesitan ser convencidos de representar lo que son, como si el maravilloso, inexplicable y soberano contexto culé fuese tan penitenciario; cuando ser libre es depender de todos, no de una persona.
Óscar Cano, entrenador del Real Betis B, comentó en una rueda de prensa una situación del partido que, desde mi parecer, tiene correlación con lo fantasioso de este artículo. “Fíjate si es curioso el fútbol que una decisión de ese tipo nos quita de tener una superioridad importante, nos deja con 10 jugadores y las cosas se igualan, y es precisamente cuando el equipo ha reaccionado y ha tenido las mejores ocasiones. Muchas veces necesitamos que nos avisen de algo para poner todo lo que tenemos en el campo. Parecía un hecho negativo y, por el toque de atención que nos ha dado la expulsión, lo hemos convertido en algo importante para nosotros”.
Bien que la consciencia colectiva toma vida propia a pesar del inconsciente de Sigmund Freud. No somos sin los demás y no podemos dejar de ser por otros, quizás no haya juego de posición sin hombre libre. La clave es que los jugadores hagan lo que quieran y cómo quieran mostrando su autoridad personal desde la solidaridad. En Japón no hay carteristas.
Hablando de asiáticos, lo estándar provoca extender para que se decida en la tanda y todos entiendan. Lo bueno de la periodización táctica es la clarividencia de carácter que despliegan los jugadores ante la presunta imposición: el rey sigue convirtiendo en oro cualquier etiología del rendimiento, cualquier sesión de Footbonaut, cualquier tarea analítica que pretenda mejorar la cabeza de Llorente.
En El tercer hombre, de Graham Greene, se dice que “en 30 años de dominación de los Borgia hubo guerras, matanzas, asesinatos… Pero también Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? ¡El reloj de cuco!”.
Solamente podemos impedir que los planificadores de la espontaneidad perviertan a la sociedad con ideas absurdas si concedemos la libertad para poder negar que lo que es absurdo lo sea en realidad. Uno de los mejores entrenadores del mundo dice que “el principio de libertad no puede exigir que una persona sea libre de no serlo. No es libertad el poder de renunciarla”, siendo el libertinaje lo divertido, donde siempre la tienen y la roban los que saben tenerla y robarla.
“Nadie piensa que la excelencia en la conducta humana consista en que la gente no haga más que copiarse unos a otros. La humanidad sale más gananciosa consintiendo a cada cual vivir a su manera que obligándole a vivir a la manera de los demás”. (John Stuart Mill).
Mis sensaciones son las de Tippi Degré en el zoológico. Mis sensaciones son las de cualquier concursante de Gran Hermano: en un sitio cerrado y grabados en vídeo, que otros hacen reclamo de la masa democrática –y por consiguiente– sumisa de la opinión dominante, forzando conductas entre personas que se conocen antes de reconocerse. Juanma Lillo comenta que “el roce no hace el cariño, el roce roza”.
El entrenamiento siempre es invisible. Dicha reflexión puede considerarse extremista sólo cuando se tiene medida de las cosas. Para mi abuela soy un sectario porque abro el paraguas dentro de casa, pura superstición si mi padre trabaja en la impermeabilización de techos.
“Las cosas suceden porque suceden, ¿te parece poco?”. (Juanma Lillo).
Gran alegría le proporcionó a Midas observar que la vitalidad había retornado a su jardín y a su corazón. Aprendió a amar el brillo de la vida en lugar del lustre del oro. Esto lo celebró regalando todas sus posesiones y se fue a vivir al bosque junto con su hija en una cabaña. A partir de lo ocurrido, jamás dejó de disfrutar de la auténtica y verdadera felicidad.
* Kevin Vidaña es Técnico Deportivo de Fútbol Nivel II. Técnico de captación del fútbol base del Levante U. D. en Andalucía.
– Foto: EFE
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