"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
“A las 13:10 correré durante 45 minutos por la ladera del Potomac. Si quieres venir conmigo, podemos reunirnos allí. Si no, no podré atenderte hoy”. Son palabras del vicepresidente de los Estados Unidos a un asesor presidencial en la primera temporada de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca, una de las mejores ficciones de los últimos tiempos.
Sirve este episodio para explicar tres aspectos de la vida actual que cada vez se encuentran más en boga: la necesidad de cualquier cargo directivo de hacer ejercicio físico, la posibilidad de ver este como un momento de relax y desconexión, pero también de networking y la libertad de horarios necesaria (pero accesible, como explicaremos enseguida) para llevar a cabo acciones laborales de esta índole.
Desde la Revolución Industrial, aquellas personas que han querido cultivar su cuerpo más allá de sus horas de oficina se han encontrado con diversos problemas: el cansancio de una jornada laboral exhaustiva, la obligación de tener que comer en 15 minutos para apurar el tiempo restante en el gimnasio (con el consiguiente déficit nutricional) o la presencia de niños a su cargo que les llevaban a deportear a altas horas, con el cansancio acumulado al día siguiente que ello conllevaba.
Hoy, sin embargo, existen posibilidades para alternar la vida profesional y la personal con total sincronía, aunque en España sean muy pocas (por no decir escasísimas) las empresas que sean capaces de ver las ventajas de tener a una plantilla motivada, saludable y responsable de su tiempo en lugar de una encabronada, infeliz y poco identificada con la compañía.
Más del 60 % de los trabajos podrían realizarse hoy día de forma remota, tal como refleja el libro ¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?, pues en la mayoría de los casos nuestra jornada laboral pasa mientras miramos la pantalla de un ordenador y atendemos las llamadas o mensajes de un smartphone. Algo que puede hacerse en una oficina, en un domicilio, en un aeropuerto, en un tren o en una cafetería.
Y sin embargo, pocos dirigentes son proclives a confiar en sus empleados. Se trabaja por horas, aunque haya índices que muestran que podrían perderse hasta 3,5 al día entre cafés, almuerzos, redes sociales, reuniones absurdas y llamadas personales. Un simple cambio de paradigma, estableciendo objetivos semanales, variaría totalmente el concepto. Hay gente que querría llevar a sus hijos cada día al colegio. Otra que es más productiva a partir de las 7 de la tarde. Personas que son más rápidas que otras realizando determinadas tareas. Algo que han visto en la barcelonesa Cyberclick, recientemente nombrada mejor empresa para trabajar en España.
¿Qué supone a nivel deportivo el teletrabajo? Primero, que ninguna jornada sea igual a la anterior. Dependiendo de la carga de trabajo existente, uno puede salir a correr a las 8 de la mañana (los que salen a las 6 lo hacen porque luego tienen que comerse una hora de atasco), a las 11 del mediodía, a las 4 de la tarde o a las 9 de la noche, sin que ello perjudique su productividad. Como comentábamos en el primer párrafo, puede aprovechar para unir práctica deportiva y profesional quedando con alguien al mismo tiempo. Quizá incluso sin tener que hace running. Únicamente dando un paseo por un lugar que no se enmarque en cuatro paredes de un polígono industrial.
Asimismo, para aquellos miedosos de la tecnología que piensan que no pueden ausentarse de la pantalla de su ordenador ni media hora existen alternativas como la app 7 minutes, que te permite realizar una serie de ejercicios de alta intensidad diariamente, o las alternativas de fast fitness, que mediante electroestimulación y sesiones cortas te llevan al trabajo físico de una semana en tan solo 20 minutos.
Las personas que realizan actividad física, además, consiguen pensar mejor y tener ideas más frecuentemente. Queramos o no, la multitarea imperante nos lleva a no vaciar la mente, lo que obviamente impide que podamos tener un pensamiento fresco a las 6 de la tarde. Pero es recurrente que en una sesión de spinning te vengan a la cabeza cosas que te pueden ayudar profesionalmente y que posiblemente por tu ritmo diario no puedas idear en la oficina.
Se habla de que la nueva droga de los altos directivos es el triatlón. Una prueba que les hace superarse, olvidar el estrés y tomar mejores decisiones, pero casi siempre a cambio de sacrificar su vida personal. Y, ante todo esto, la pregunta es tan sencilla como obvia: ¿por qué debemos seguir igual que a mediados del siglo XX, si estamos ya bien entraditos en el XXI?
* David Blay.
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