"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Internacional / Fútbol / Crónicas 2014-2015 / Inglaterra
Lo que hemos vivido en Goodison Park es el vivo ejemplo de lo que tanto gusta a los aficionados y disgusta a los técnicos. El partido fortalece la pasión del hincha por la competición, pero expone los errores colectivos que tanto se esfuerzan en minimizar los entrenadores. Lo de hoy no fue un gran partido. Muy divertido, sí, pero no podemos ser condescendientes con tantas imprecisiones.
La primera mitad del Chelsea fue bastante potable. Mourinho sacó el 1-4-2-3-1 habitual, esta vez con Ramires y Matic formando el doble pivote y Cesc por delante de ambos. Pisó la base de la jugada para dar salida, pero sin balón formaba la primera línea de presión del Chelsea junto a Diego Costa. Era Ramires quien se quedaba cerrando por dentro, incluso a la espalda de Matic, que solía buscar los achiques laterales. El Chelsea buscaba potenciar el contragolpe, con lo que los momentos de juego posicional se redujeron ostensiblemente. Activar el robo en zonas laterales, recepciones interiores de Willian que subía en conducción, y facilitar que la asociación más productiva tuviese el contexto ideal para su desarrollo: Cesc y Diego Costa. De ahí nació el juego del Chelsea. Cesc es un jugador extraordinario, no descubrimos nada. Su capacidad para lanzar el contragolpe y conectar con los de arriba es increíble, y lo mejor es que le han puesto delante a un socio brillante. Diego Costa se ha hartado, literalmente, de lanzar apoyos, tanto laterales como buscando la espalda en ruptura. Los movimientos tuvieron sus frutos nada más empezar el partido, poniendo al Chelsea con un 0-2 bastante tranquilizador.
Esa asociación blue también supone, en muchos casos, una ventaja posicional para el Chelsea: facilita la recepción de los mediapuntas. Si de algo hablamos muchas veces durante la temporada pasada era de la incapacidad de estos para recibir la pelota de cara, en condiciones ventajosas. Lo hacían siempre de espaldas a la portería, obligados a la conducción y con el sistema defensivo rival organizado. Ahora todo ha cambiado. La fortaleza de Matic y Cesc en la salida, su capacidad asociativa, sus virtudes para desorganizar desde el pase y la capacidad de Diego Costa para recibir de espaldas y mantener la pelota generan una situación muy productiva para los mediapuntas.
Pese a que hoy cedió un poco la pelota, la mejoría a nivel de juego posicional del Chelsea es brutal, y lo es, en gran medida, porque ahora tiene la pelota en mejores condiciones. No es lo mismo que Ramires-Mikel sean los iniciadores a que Matic y Cesc adquieran el papel de protagonistas en la salida de la pelota (y verán cómo todo se potencia aún más cuando Filipe Luis empiece a entrar en el once).
Como decíamos la primera mitad fue más o menos controlada por el Chelsea. Los extremos volvían a ser protagonistas sin balón, obligados a un importante trabajo defensivo como primeros marcadores ante las acometidas del rival por las bandas. Sabemos del talento de Willian en esas situaciones, pero en la banda contraria estaba Hazard. Se le notó una mejoría, e incluso un compromiso táctico que bien merece algún elogio, pero los errores, en la máxima exigencia, se pagan muy caros. Colleman se coló por la izquierda y el Everton se metió en el partido. Era la zona por la que los de Roberto Martínez orientaban todos sus ataques, sabedor de la debilidad del Chelsea.
La segunda mitad es difícil analizarla. Lo primero que debemos destacar del Chelsea es el comportamiento en la defensa de las ABP. El año pasado ya fueron un problema durante gran parte de la temporada, y hoy se han evidenciado una serie de errores que pueden castigar muchísimo sus aspiraciones competitivas. Fallos en la marca, poca contundencia en los despejes y una inseguridad general demasiado palpable.
Los centros del campo desaparecieron y aquello se convirtió en un correcalles en el que la calidad técnica volvió a ser diferencial. Sin embargo, y pese a que sus compañeros no lo pusieron fácil, en el equipo de Mourinho volvió a emerger una figura. Lo de Matic empieza a ser ya algo escandaloso. No solo tiene talento defensivo y técnica para el robo, sino que además sabe cómo iniciar el juego, cómo apoyarlo, cómo colocarse para facilitar la progresión de la jugada y, por si fuera poco, también tiene llegada.
Con tantas imprecisiones, los goles empezaron a caer en cascada y el trabajo táctico empezó a evidenciar sus lagunas. Mourinho metió a Mikel por Willian para paliar la sangría, pero ya era tarde para calmar tantísima tempestad. El Chelsea ganó por 3-6 un partido en el que demostró que tiene una capacidad goleadora apabullante, que llega al área con muchísima facilidad y que su sistema defensivo necesita de retoques para aumentar el nivel competitivo.
* Alejandro Sierra.
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