"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Un tenista desconocido para el gran público, incluido el español, se ha presentado en sociedad en el Open de Australia, uno de los cuatro Grand Slams del circuito ATP. Bien, realmente, más que presentarse ha confirmado su presencia: estoy aquí. Se llama Roberto Bautista y ha vencido al argentino Juan Martín del Potro, nº 5 del mundo y ganador del US Open en el 2009, en la segunda ronda del torneo que se disputa en Melbourne (4-6, 6-2, 3-6, 6-4 y 7-5).
Bautista es castellonense. Para ser más exacto, de un pequeño pueblo llamado Benlloch, una localidad conocida por contar con dos deportistas de élite: el citado Bautista y Ángel Dealbert, exfutbolista del C. D. Castellón y Valencia C. F. y actual componente de la plantilla del FC Kuban Krasnodar de la Superliga rusa. Y también por su turrón artesano.
Cuando era un adolescente era un aspirante a jugador de fútbol que, finalmente, se vio en la encrucijada de elegir entre el balón y la raqueta. Su elección fue la correcta. Solo él sabe cuánto le costó decantarse por un deporte u otro. Sus padres, su mentor y primer entrenador, Jorge Bellés, y quiénes más le conocen, también saben lo duro que ha sido el proceso, el tránsito hasta llegar hasta ayer. Su mejor victoria. Su mayor logro. Una enorme alegría.
Y no ha sido una casualidad. Es cierto que en el deporte, en cualquier modalidad, siempre hay algo de azar. Los deportes son juegos, y este elemento puede aparecer. Pero este factor no es el más importante. Es uno más que se suma a otros, pequeños o grandes, muchos de ellos desconocidos para la gente que simplemente se apresta como aficionado y espectador a disfrutar de una competición deportiva.
Hace siete meses, en el All England Lawn Tennis and Croquet Club, ya dio su segundo aviso. “Beautiful!”. Con esta expresión, un comentarista de la televisión británica que emitió el partido entre Roberto Bautista y David Ferrer de la segunda ronda de Wimbledon el pasado verano narraba un punto ganado por el castellonense. Tras cerca de tres horas, el encuentro se decantó del lado del alicantino (6-3, 3-6, 7-6 (4) y 7-5).
El de Jávea miraba al cielo. Había sufrido más de lo que podía imaginar ante un rival con el que más de una vez se entrena. Descubrió que el que ha sido muchas veces, por qué no decirlo, un simple sparring le plantó cara. La osadía del castellonense y su desparpajo probablemente no fueron elementos que visualizó el alicantino en la previa del choque.
Mientras, Bautista se dirigía al vestuario. Gesto serio, pero tranquilo. En ese instante, la gente le tributó una ovación. En Wimbledon, en el tenis, tan importante es el valor de la victoria como saber digerir una derrota. El público se acuerda de todos. Ovaciona tanto a los ganadores como a los perdedores.
El partido se pareció, en muchos aspectos, al que significó un puñetazo encima de la mesa: la final de Chennai (India) también el pasado año 2013. A finales de enero, en pista rápida, el castellonense jugó su primera final en el circuito profesional ATP. Tras eliminar al checo Tomas Berdych (finalista en Wimbledon y verdugo de España en diciembre de 2012 en la final de la Copa Davis), se topó con el serbio Janko Tipsarevic, que impidió su triunfo (6-3, 1-6 y 3-6).
Y también encontró la interferencia en forma de lesión en su abdominal. Una dolencia que le persiguió el primer tramo de temporada y que le impidió debutar con el equipo español de Copa Davis del que era capitán Álex Corretja. Ante la cascada de bajas (Nadal, Ferrer, etc.), y teniendo como rival a Canadá en Vancouver, Bautista era un nombre marcado en rojo por el catalán. Sin embargo, forzar en el Open de Australia hace justo un año le supuso que la lesión se agravara y, por tanto, que Corretja no pudiera contar el castellonense.
¿Por qué B ha dado Bautista un salto que en un año le ha permitido competir de tú a tú con jugadores o exjugadores del Top 10? Responder a esta pregunta no es sencillo. Pero intentaré centrarlo en tres puntos claves: la utilización de una empuñadura en su raqueta que es única, al menos por lo que se refiere a los tenistas españoles; su madurez y crecimiento a nivel mental; y el cambio de entrenador.
Y reitero, no es fácil. No pretendo ser reduccionista. Ni olvidar el papel del todo protagonista e importante de Jorge Bellés, su mentor, descubridor y primer entrenador. Sin embargo, considero que son la base de un cambio evidente. Aquello que le ha permitido de viajar como Willy Fog cuando iba de Roma a Pozoblanco, por poner algunos ejemplos de lo que son ciudades y torneos de segunda o tercera categoría (Futures y Challengers), a codearse y competir a un nivel que ni el propio jugador podía imaginar.
A la lista de Ferrer, Berdych, Tipsarevic, Fognini, Melzer, Simón o Isner se suma Del Potro. Todos ellos han sufrido al nuevo Roberto Bautista. Y en esos duelos ha intercalado victorias de prestigio con otros partidos en los que ha perdido. Es más, ha aprendido más en las derrotas que en las victorias.
Hace poco más de una semana, en Auckland (Nueva Zelanda), tuvo contra las cuerdas al gigante estadounidense. Set a favor y con 5-4 y servicio. Isner dispuso de una bola de break. La aprovechó. A partir de ahí, el cañonero de Tampa enlazó aces como el que se come bolas de helado en pleno verano. Bautista exteriorizó su frustración. Sabía que podía ganar. Sus ojos, sus gestos así lo manifestaban. Y a partir de ahí, de esa derrota, posiblemente ha empezado a crecer, si cabe, aún más.
La aparición de Nadal, su gran figura, es enorme. Por muchas circunstancias. Por poner un ejemplo, ha ayudado a desmitificar la tan vieja como ya tópica idea de que el tenista español solo sabía competir sobre tierra batida. Roberto Bautista, aunque se ha criado en la arcilla del C. T. Castellón, es un camaleón. De ahí parte el primer elemento que explica su crecimiento tenístico. Uno de sus secretos mejor guardados está en las raquetas, en concreto, en las empuñaduras, únicas y exclusivas dentro de lo que son los jugadores nacionales.
“Creo que tengo unas empuñadoras de raqueta un poco diferente a la del típico jugador español y eso me hace adaptarme muy bien a todo tipo de superficies. Y bueno, hoy en día las pistas rápidas no son como antes. Se puede jugar muy bien desde el fondo de la pista y es una superficie en la que me encuentro muy a gusto”, comenta el castellonense.
Jorge Bellés amplía en qué consiste ese elemento diferenciador de Bautista: “Roberto no tiene la empuñadura tan cerrada como otros españoles, caso de Montañés, Robredo, Nadal o Dani Gimeno, por poner algunos ejemplos. Esto le permite adaptarse muy bien a la pista rápida, donde la velocidad de bola es mayor y pasa a menor altura de la red”.
Bellés remarca su capacidad camaleónica a la hora de afrontar cualquier torneo en cualquier tipo de pista y cómo, pese a comenzar sobre arcilla, Rober se siente más a gusto en rápida: “Insisto en la idea de que es muy completo en todas las pistas, se adapta perfectamente en todas las superficies. Y aunque siempre le gustaba jugar más en pista rápida, se ha demostrado que en tierra tiene un gran nivel, ya que en 2012 ganó diferentes challengers en tierra batida y, gracias a esos resultados, subió muchos puestos en el ranking. Si la memoria no me falla, creo que el primer future que ganó fue en Málaga, sobre arcilla”.
Roberto Bautista cumplió el pasado 14 de abril 25 años. Va camino de los 26. Tuve la ocasión de realizarle una entrevista hace once meses, tras retirarse del Open de Australia por la ya mencionada lesión en el abdominal. Una de las cuestiones que le planteé fue por qué al final se decantó por la raqueta y si creía que acertó. “Tuve unos primeros años de duda, pero el tenis también es un deporte complicado, como el propio fútbol. Al final, el deporte un poco de élite está en la cabeza. Muy pocos llegan a ser deportistas de élite por el simple hecho de tener talento. Y yo creo que quizás si hubiera seguido jugando al fútbol también me hubiese ido bien. Y por supuesto, no me arrepiento de haber elegido tenis y ahora mismo estoy disfrutando mucho de esta modalidad deportiva”, afirmó.
Una declaración tan sencilla y simple como contundente y firme. Si se aprecia, en la respuesta utiliza la segunda de las claves de su evolución. Habla de cabeza. Sin duda, un factor que en su carrera, tal vez, fue enemigo mucho tiempo y no aliado. Al contrario que en la actualidad. ¿Dónde cree que radica ese salto de calidad?
“Lo atribuyo, principalmente, a mi crecimiento como persona, a mi madurez personal. Y a partir de ahí, pues soy consciente de más cosas de las que antes no era consciente. Hace un año y medio o dos años era un poco inmaduro, demasiado infantil, y ahora la madurez personal es la que me ha hecho saber en lo que tengo que mejorar, saber de quién me debo rodear, hacia dónde debo trabajar. Eso es lo que me ha permitido ese pequeño gran cambio”, reconoce Roberto Bautista.
Leyendo memorias, libros o charlas de entrenadores y exjugadores profesionales de cualquier deporte se destaca que, hoy en día, la cabeza es igual o más importante que la calidad y el físico. Es el equilibrio psicológico-emocional, confiar en las posibilidades, en su talento. Sentirse seguro. Es decir, afrontar cada situación que venga en cualquier partido y ser mentalmente duro, rígido. Superar las dificultades, afrontarlas de una manera distinta, a nivel competitivo.
“Por supuesto que creo que en todos los deportes el aspecto mental es un elemento fundamental. Y en el caso de los deportes individuales, como el tenis, aún más, pues es un disciplina donde se pasan muchos momentos de presión, delicados y de nervios. El que mentalmente los lleva mejor y, aunque suene feo, el que se caga menos, se pone menos nervioso, es el que puede afrontar y ganar los puntos importantes que desequilibran un partido”, recuerda.
¿Y cómo se llega a este punto de madurez. ¿Alejarse de Castellón, de su familia, exponerse al mundo? Bautista asiente sin dudar, con contundencia. Lo ha interiorizado: “Sí, por supuesto. Salir un poco de la zona de confort que era Castellón, de lo más fácil. Es seguro que al final lo que cuesta, lo difícil, es lo que te hace mejorar y madurar. Y sí que puede ser que, a partir de ahí, pensara que tuviese más claro lo que realmente quería después de salir de casa”.
La tercera clave que explica este cambio y salto hacia delante de Roberto Bautista tiene que ver con su cambio de entrenador y una breve estancia en Alicante. Tras más de catorce años, la unión Bautista-Bellés se rompió y apareció la figura del asturiano Esteban Carril, su técnico en el 2013. Este año, Carril, al ser padre, ha renunciado a seguir con Bautista. Prefiere centrarse en su familia y no coger las maletas de aquí para allá. Por tanto, desde hace escasos meses su nuevo entrenador es Pedro Rico.
No obstante, el papel de Carril, sin duda, es de lo más relevante. Durante 2010 se encargaba de reforzar el trabajo organizado por Bellés y sustituirle cuando él no podía viajar con Roberto. Por tanto, no era ningún desconocido para el tenista. Ni tampoco para Bellés, que le conocía de bastante tiempo atrás. El resto del equipo de trabajo de Bautista lo forman José Manuel García, Pepe Vendrell, el preparador físico José Canós, el psicólogo Paco Falcó y el recuperador Jordi Zaragozá.
Los últimos cuatro son de la provincia, y tanto Vendrell como Zaragozá ya conocían a Roberto desde que empezó en el tenis en el C. T. Castellón con Bellés como entrenador. “He pegado muchas vueltas hasta encontrar un equipo en el que confío y al que estoy muy acoplado. Es un grupo con un valor humano tremendo y con los que tienes que mantener una relación muy intensa. Es como un amigo íntimo con el que lo compartes todo. Ahora valoras más las cosas. Salí de Castellón en 2010. Estuve cinco meses en Alicante y después tuve la suerte de encontrar a este grupo”, señala el tenista.
“Estoy viajando la mayoría de semanas con Esteban Carril (actualmente como ya ha quedado explicado con Pedro Rico), pero cuando estoy en Castellón trabajo con Pepe Vendrell y con José Manuel (un adjunto al equipo principal). También, desde hace un año y medio (mitad de 2011; estas palabras son de principios del 2013) estoy dándole importancia a pequeños detalles, o grandes: nutricionista, sicólogo, recuperador… Tengo la suerte de estar envuelto en un grupo de trabajo muy bueno y, sobre todo, de personas que cada día me aportan algo nuevo y que cada día me enseñan algo bueno”, amplía el tenista criado en Benlloch.
Antes de concretarse su unión con Carril y formar todo ese equipo estuvo cinco meses en Alicante, en uno de los dos clubes más representativos. Justo en el otro trabaja el ya retirado extenista burrianense Santi Ventura. Junto con él se entrenan el nulense Dani Gimeno-Traver o Iván Navarro, por citar dos ejemplos. Bautista pertenece al C. T. Barcelona, como Nadal, Feliciano, Montañés, Albert Ramos, Marcel Granollers (entrenado por el benicarlando Fernando Vicente Fibla) y muchos más.
Además, Bautista entrena cuando está por Castellón con David Ferrer y con Gimeno-Traver, ya sea en Valencia o en la capital de La Plana. Bien en el Club de Campo del Mediterráneo, para trabajar en tierra batida, o en el complejo Impala, para la pista rápida. Curiosamente, el tenista de Jávea y Ferrero son dos de los espejos en los que siempre se ha fijado el castellonense a la hora de tener referentes tenísticos.
La separación entre mentor y discípulo fue en 2010, un año después de que Bautista lograra su primer gran éxito a nivel profesional: medalla de oro (en individuales) y medalla de bronce (en dobles) en los Juegos del Mediterráneo 2009 en Pescara (Italia). “Cuando me preguntan por qué ya no estamos juntos, siempre digo lo mismo: lo normal es que una relación entrenador-jugador dure dos, tres o cuatro años. ¡Imagínate los catorce que hemos estado juntos! Hemos compartido muchísimas horas juntos y en la etapa más difícil de cualquier persona y profesional, que es la adolescencia. Pasábamos más horas juntos que con nuestras familias. Todo tiene un principio y un final. Y nuestra etapa duró catorce años. Muy pocos casos hay a nivel nacional de tantos años unidos. Es muy difícil”, explica el técnico del C. T. Castellón.
Tras su victoria ante el argentino en Melbourne se confirma ese crecimiento ya apreciado en el 2013. Evidentemente, a día de hoy, está lejos de la élite, de los cuatro grandes, pero no tanto del resto. A los resultados hay que ceñirse. Y más importante aún: a su espíritu competitivo.
Eso no significa que pueda tropezar. Le sucedió en su primer partido del año, cuando perdió en primera ronda de Chennai ante el rusov Alexander Kudryavtsev (nº 237 de la ATP), un jugador de ranking menor. La primera vez que caía ante un rival de esta entidad. El deporte es imprevisible, para bien o para mal. En lo positivo o en lo negativo.
Lo que sí se puede afirmar es que Roberto Bautista ya no será tan desconocido. Y si no, pregúntele a Del Potro. Los calzones de su orto, parafraseando una frase del argentino hablando de Nadal antes de la final de la Copa Davis del 2008 en Argentina, han sufrido ante el oponente más inesperado: Roberto Bautista Agut. Noticia, por derecho propio, durante un día.
* Pablo Beltran es periodista.
– Fotos: Jason Reed (Reuters) – David Iliff
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