Se oficializó un secreto a voces. A pesar de los últimos enredos y las proclamas varias de plebiscito familiar, Neymar da Silva Santos Júnior es ya nuevo jugador del F. C. Barcelona. El brasileño, figura absoluta del Santos y de su campeonato doméstico y una de las mayores promesas mundiales a día de hoy, llegará a la Ciudad Condal con un interrogante a modo de aura divina. La prioridad de su fichaje contrasta con la necesidad del mismo, teniendo el Barça a día de hoy una prioridad vital bajo palos o en el centro de la defensa que se ha visto acentuada con la ya confirmada marcha de Víctor Valdés y la evidente necesidad de un defensa corrector que acompañe a Piqué, con Puyol ya en horas bajas y el resto habituados a funcionar como parche nicotínico.
El fichaje de Neymar supone la llegada de un futbolista de talla mundial, de eso no hay ninguna duda. El brasileño arriba a Europa mucho más maduro que cuando lo hizo Robinho en Madrid, como estrella indiscutible y tras jugar en un Santos muy diferente al de su compatriota. Sus aptitudes son incuestionables. Donde radica el quid de la cuestión es en la capacidad de adaptación a un juego tan único e inalterable como el del Barça y a una liga tan diferente como la brasileña.
Todo indica que Neymar jugará por uno de los flancos del ataque blaugrana, probablemente el izquierdo. Se asociará con Alba e Iniesta y abrirá el campo para luego utilizar las diagonales a pierna cambiada. Su gran capacidad de desmarque es otra de sus habilidades, siendo la asociación con Messi uno de los puntos fuertes de ese ataque azulgrana. La relación con el astro argentino puede ser uno de esos puntos de conflicto que ponen en duda el que es el fichaje del verano. Neymar no ha ocultado en ningún momento su predilección por Leo Messi, pero ¿será el brasileño capaz de entender y asimilar el rol jerárquico del argentino en un equipo diseñado para él? ¿Cómo aceptará que por primera vez en su carrera no será el destino prioritario a la hora del pase de un compañero? Esta última cuestión también puede afectar recíprocamente a Messi, porque Neymar podría significar una nueva variante en el juego del Barça, demasiado focalizada en el ’10’ y que ha demostrado no disponer de alternativas cuando el rosarino se ausentaba del tapete. Por tanto, también Messi tendrá que aceptar ciertos roles en el equipo a los que no está acostumbrado. El ataque del Barcelona se multiplica por dos. Dos estrellas en plena selección natural. De su sinergia y sincronía dependerá la mayor parte del éxito de su sociedad.
La capacidad defensiva de Neymar es otro de los puntos a revisar. Procede de una liga bastante laxa tácticamente y se topará de lleno con las exigencias defensivas de su nuevo club en la presión con y sin balón, lo que pondrá a prueba a un futbolista poco acostumbrado a tareas de ese calibre. La asimilación del modelo de juego del Barça se antoja imprescindible para que Neymar pueda exhibir su calidad sin filtros ni complejos, pero los cadáveres que se encontrará por el camino y que hace tiempo intentaron lo mismo que él ya le anticipan que la empresa no será sencilla. Su categoría se enfrentará de lleno con la táctica; su habilidad, con la disciplina; y su genialidad, con la capacidad de sufrimiento y adaptación. De la dosis de cada ingrediente en el cóctel dependerá el éxito.
Tras una agitada temporada en Can Barça, con el estilo de juego hecho jirones y varios futbolistas clave que por una u otra razón se echarán a un lado la próxima temporada, sorprende que la primera decisión de la directiva sea el fichaje millonario de un futbolista que, a pesar de su extraordinaria calidad, no parece una prioridad a día de hoy para el Barcelona. La falta de un sustituto de Valdés y Puyol, la sucesión de Xavi o la vuelta a la disciplina de la presión y movilidad en todo el campo son en principio empresas mucho más urgentes que la llegada de la estrella brasileña. En este punto emerge imponente la figura de Sandro Rosell, que con Neymar consigue el primer gran fichaje de su mandato y vuelve a exhibir su gran influencia en el mercado brasileño. El presidente azulgrana, que afronta su último año antes de las elecciones y que por primera vez tendrá que hacer algo más que disfrutar de la herencia recibida, parece encomendar su patrimonio y su futura reelección a un chaval veinteañero en vez de focalizar sus esfuerzos en otros ámbitos más necesarios y en los que es evidente que se ha fallado y no sólo deportivamente. El montante económico de la operación, aún sin confirmar, obligará al Barcelona a vender más de una pieza de su engranaje para contar con el dinero necesario para afrontar la contratación de mínimo, un portero y un central. No sabemos si con el beneplácito del cuerpo técnico o no, pero Rosell se ha salido con la suya y ha conseguido que este fichaje lleve su nombre serigrafiado, y su posterior éxito o fracaso irá ineludiblemente relacionado a su persona. Un órdago en toda regla. Un futbolista de categoría que vendrá etiquetado desde arriba y que tendrá que enfrentarse a la selección natural y a convivir en un entorno de tango blaugrana. Todo un reto.
* Sergio Pinto es periodista.
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