"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
Olympique Marsella / Fútbol / Francia
“Ninguna situación es una excusa para no aspirar a ganar un partido”, sentenció El Loco. Unos podrían criticar la frase por encontrarla vacía y obvia, a otros les ilumina y la ven una genialidad. Lo cierto es que es la más precisa descripción de la mentalidad que ha calado en el Stade Vélodrome. En las gradas, en el banquillo y en el césped. Marcelo Bielsa ha generado esa liviana confianza que aparece cuando se gana, ha enamorado a una ciudad que se siente orgullosa cuando mira la clasificación de la Ligue 1 y se emociona con el juego de su equipo. Quizás, para sacar conclusiones sobre la posición en la tabla del equipo marsellés es demasiado pronto. En cambio, uno ya puede explicar los principios de juego del equipo dirigido por el rosarino.
Dijo el entrenador del Olympique de Marsella que “la idea, siempre, es intentar atacar la mayor cantidad de tiempo”. Por lo tanto, el modelo de juego no consiste en tener la pelota, no es el juego en corto y no es el 3-3-3-1 ó el 4-2-3-1. La posesión de la pelota, el tipo de pase utilizado y el esquema de juego son instrumentos para conseguir el objetivo final: crear el mayor número de ocasiones. Y no define la calidad de esas ocasiones, tan sólo el número, el máximo.
Cuando el equipo inicia sus posesiones pretende hacer el terreno de juego lo más extenso posible, con la intención de que aparezcan espacios y así poder superar al contrario. El equipo se organiza a partir de la amplitud máxima que llevan a cabo laterales (Djédjé y Mendy) y extremos (Thauvin y Ayew). No obstante, estos cuatro jugadores se mueven a diferentes alturas y ocupan espacios distintos. De esta manera, siempre pueden ejecutar cambios de orientación y hacer bascular al equipo contrario hasta romperlo. Obviamente no todos los pases son horizontales, ni mucho menos. La profundidad es determinante en el juego del equipo, por lo que el delantero (Gignac) varía sus desmarques, en apoyo o al espacio, para estirar las líneas rivales o aprovechar el espacio a la espalda de la defensa contraria si está adelantada. La manera en que el equipo busca ser profundo no termina ahí, la movilidad es fundamental y normalmente la intención es superar la presión en pocos pases.
Cuando el equipo contrincante se desordena, o más bien, lo desordenan, aparecen espacios entre líneas, e incluso en la misma línea. Por lo que el modo con el que superan a los defensores es variado y tiene que ver directamente con las distintas especialidades de algunos de sus jugadores. La calidad en el pase de Morel, por tensión y precisión, le hace capaz de filtrar un pase al pie al mediapunta o delantero. Por ejemplo, Payet se suele mover por detrás de los centrocampistas contrarios, donde recibe el pase del central zurdo, controla y se gira para encarar al rival. El defensa francés también juega al pie de Gignac, que recibe de espaldas para tocar de cara o abrir a la banda. Otra opción recurrente con la que superar la presión son las conducciones de Imbula, abusando de su superioridad física. Supera con su control, protege con el cuerpo y se marcha con una conducción potente de gran zancada.
Una vez llegan a los últimos metros, la idea que predomina para terminar las acciones ofensivas es el centro lateral y remate. Tanto en ataque posicional como en transiciones y con mayor tendencia por la zona izquierda (Mendy) que por la derecha (Djédjé). Tras superar la primera presión, el lateral llega a campo rival. Siempre llega y nunca está. El jugador de banda recibe y, tras pocos contactos, centra al área. A veces habiendo mirado y otras, incluso sin hacerlo, porque sabe que en la zona de remate suele estar Gignac. El delantero francés ha demostrado una calidad brillante en los remates dentro del área: desde atacar el primer palo a finalizaciones de cabeza entre centrales pasando por movimientos intuitivos donde posteriormente cae el rebote y puede empujar la pelota. En el área también aparecen Thauvin y Ayew, como mínimo. Otros posibles rematadores son Payet y el lateral contrario. El objetivo es cargar el área con tres o cuatro jugadores, por lo que ahí donde cae el centro siempre hay un rematador. No solo buscan el remate, sino que tratan de evitar que el posible despeje de la defensa sea correcto. Al llegar con tantos jugadores, tienen más facilidad para ganar los rebotes, obstaculizar los despejes y ganar los rechazos en la frontal, zona a la que llega Imbula.
El golpeo desde la frontal no está excluido en el equipo de Marcelo Bielsa. Si la primera opción es el centro, la segunda es el golpeo de media distancia. El centrocampista Gianelli Imbula no solo demuestra su calidad física para conducir el balón, sino que también la utiliza para llegar al área, más concretamente a la frontal. Una vez ahí, enseña que no es físico todo lo que reluce. Su talento para controlar la pelota, alejarla del defensor sin desequilibrarse y golpear a portería lo hace tan previsible como imparable cerca del área. El zurdo Thauvin es cada partido un jugador más importante para desarrollar este tipo de finalizaciones. Desde la derecha, se deshace de su par recortando hacia dentro y acaba la acción. Para acabar de enumerar el tipo de acciones que utiliza el equipo del Loco hay que hablar de un jugador, no de una idea.
Dimitri Payet es el jugador que ha dado más key passes de las cinco ligas europeas más prestigiosas. Es complicado explicar el procedimiento que utiliza un jugador con tanto talento para ejecutar ese pase decisivo, muchas veces llevado a cabo por pura inspiración. En cambio, el contexto en el que se da se repite en un gran número de ocasiones. El mediapunta francés recoge la pelota a la espalda de los mediocentros rivales, se gira y encara a la línea defensiva rival, que en esa situación solo puede retroceder. Él conduce y se va acercando a la portería con cuatro defensores por delante a los que ha puesto una trampa. Uno de los defensores se da cuenta de que están cerca de su área, así que salta a por Payet con intención de quitarle la pelota convencido de poder hacerlo, pero ya es tarde. Al salir a por el mediapunta, el defensor ha dejado un espacio a su espalda donde el ’17’ puede pasar la pelota. Y la pasa a un espacio tan letal como es la espalda de la última línea.
Asegura el rosarino que la organización de su equipo para recuperar la pelota “consiste en tener un defensor más que los delanteros que presenta el rival y siempre va a ser de ese modo”. Así de es. Simple, que no sencillo. El equipo de Marcelo Bielsa siempre suma uno más en la línea defensiva y el resto de compañeros tienen asignado un rival al que seguir, ahogar con balón y vigilar sin él. Es fundamental que ningún jugador sea superado por su par, ya que si sucede, lo más probable es se haya desmoronado toda la organización defensiva. Así pues, si el poseedor del balón no es capaz de superar el uno contra uno o se pone nervioso por la intensidad defensiva antes incluso de intentarlo, no va a encontrar ningún compañero libre, ya que todos tienen su marca cerca, y se sacará la pelota de encima. Como el Olympique de Marsella lleva a cabo este principio defensivo por todo el campo, logra que su contrincante regale muchas veces la pelota, y así es como la recupera. Por cierto, de esta manera es como ganan los porcentajes de posesión de balón: no por conservaciones, sino porque impiden tenerla.
Frente a equipos con un punta (con esquemas como 4-2-3-1 ó 4-1-4-1), el equipo marsellés utiliza dos centrales y dos laterales, por lo que en la última línea hay cuatro contra tres atacantes. En el resto del campo, los emparejamientos son uno contra uno cerca de la zona que ocupa cada jugador (centrocampistas contra centrocampistas, extremos contra laterales) y finalmente Gignac presta atención a los dos centrales. La otra opción es que el equipo contrario juegue con dos delanteros y un carrilero (con esquemas como 3-5-2 ó 4-4-2 rombo), situación a la que el equipo de Bielsa se adapta de una manera distinta. Aunque cumple la idea de “uno más en la última línea” y juega con tres centrales contra los dos puntas, el resto de emparejamientos uno contra uno son: laterales contra centrocampistas y extremos contra carrileros –ver imagen para entender–. Es decir, los emparejamientos son en una zona diferente a la que ocupan.
Hay dos últimas ideas que hay que tener en cuenta en el nuevo equipo del entrenador de Santa Fe. La transición defensiva la ejecutan mediante dos ideas. La primera es la presión tras la pérdida. En el momento de perder la pelota, los jugadores cercanos se cierran y acosan al nuevo poseedor para que cometa un error, con más ímpetu que orden y con más intensidad que calidad. Cuando falla la presión, la línea defensiva corre hacia atrás para evitar que les ganen la espalda mientras esperan que se les acerque el resto de compañeros. Es el momento en el que hacen falta (normalmente Imbula) al jugador que tiene la pelota y detienen la transición para reorganizarse.
Por último, la Ligue 1 es una competición donde el juego directo es bastante recurrente y los jugadores de Bielsa lo saben, por lo que cubren la espalda del compañero que va al salto protegiendo así las prolongaciones (hacia atrás). Lo que no consiguen dominar aún son las segundas jugadas (hacia adelante), ya que al ser un equipo que persigue por todo el campo quedan muy lejanos entre sí y los centrocampistas no llegan a tiempo para cerrar.
He tratado de explicar en qué se basa el juego del Olympique de Marsella y cuáles son las ideas principales que ha introducido Marcelo Bielsa en la dinámica del equipo. Como al escribir de táctica colectiva es imposible olvidar a los individuos que la llevan a cabo, he definido como actúan los jugadores en varias situaciones distintas. Son algunos párrafos llenos de letras y diferentes imágenes describiendo la manera en la que este equipo trata de ganar, porque, como dijo su entrenador “en esto siempre hay que ganar, de eso se trata”.
* Guillermo Sanz.
– Foto: EFE
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